Rieleras y juanes no nos podemos ni debemos acostumbrar a que las personas desaparezcan un día y otro también. Las redes sociales, esos espacios de los que nos hemos apropiado para de manera libre y sin restricciones comunicarnos, diariamente sirven también de plataforma para la expresión y la denuncia relativa a que un ser humano dejó de estar en la vida cotidiana para entrar a las sombras de las desapariciones forzadas con la consecuente zozobra para sus amigos y familiares.
Con tristeza puedo incluir en esta entrega periodística los nombres de muchas mujeres, niños, niñas, jóvenes ellos y ellas a quienes sus familiares reclaman en el formato de una ficha descriptiva de nombre, edad, señas particulares, descripción de su fisonomía y vestimenta, así como de dónde se le vio por última vez y cuándo sucedió.
Pero la semana pasada que me topé en Facebook con las fotografías de Nanci Yadit Hernández Carrillo se removió el dolor y la conciencia social de que una chica desde hace más de un mes no está donde tiene derecho a estar de manera libre, feliz y plena.
Será que los lentes grandes y ligeramente redondos con los que aparece en las fotografías de la publicación son similares a los que usan mis hijas; que sus ojos sonríen confiados y felices al igual que su boca; que su cabello lustroso, largo, rizado y castaño me recuerda a los anhelos del look de mi juventud noventera o que simplemente se parece en la ilusión y felicidad de su postura a los cientos de estudiantes que han desfilado por mis aulas.
No. Nanci Yadit ni ninguna otra persona desaparecida debe ser una cifra más. Es un ser humano que tiene los mismos derechos que ustedes y yo a existir, estar, vivir y convivir, como lo tienen sus familias a la tranquilidad y certeza de que ellas y ellos está bien.
La desesperación de su familia, como la de cientos de madres buscadoras rastreadoras es una condición que resta vida a la vida y que en no pocas ocasiones entendemos hasta que vivimos de cerca esa circunstancia.
De acuerdo al Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas del gobierno mexicano son 122 mil 878 las personas desaparecidas y no localizadas en nuestro país entre el 31 de diciembre de 1952 y el 26 de febrero de 2025.
15 mil 009 de esas desapariciones fueron en nuestro estado, más que en Tamaulipas, más que en la Ciudad de México… más que en cualquier otra entidad de este país. Y en este mar de tristeza y desesperación Nanci no puede ser una gota más, sino una ola que nos recuerde el movimiento vital de su ser, como el de la nuestra misma vida.
