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Primaria rural «Benito Juárez» de Los Tecomates, la historia de un sueño que se convirtió en pesadilla

(Foto: Darinka Rodríguez)

En Los Tecomates, en Casimiro Castillo, Jalisco, hace más de 50 años la comunidad se organizó para construir una escuela que con el tiempo la SEP bautizó como Escuela Primaria Rural Federal «Benito Juárez». Por muchos años fue funcional hasta que, en 2017, el techo empezó a fracturarse, y estudiar ahí era riesgoso. Ahora los niños se fueron a las instalaciones de la preparatoria.

Después de mucho peregrinar pidiendo apoyo a diversas autoridades, las madres de familia recibieron la noticia que la SIOP remodelaría la escuela en 2021. La SIOP ya terminó la obra y a las madres, el sueño se les convirtió en pesadilla: los baños están inservibles porque abajo hay una fosa de más de 50 años, y en tiempo de lluvias el drenaje se devuelve porque los tubos son viejísimos. Tampoco tienen aires acondicionados, indispensables para estudiar con temperaturas que alcanzan los 40 grados Celsius.

Por: Darinka Rodríguez

Autlán de Navarro, Jalisco. 04 de abril de 2022. (Letra Fría) En el municipio de Casimiro Castillo se encuentra la localidad de Los Tecomates, cerca de 120 hectáreas de tierra cobijadas por un cielo de azul intenso, apenas vestido por unos finísimos hilos de nubes, hilos que de ninguna manera podrían tapar el brillante sol de la incipiente primavera. En este lugar, el aire se siente como en la playa: caliente y húmedo. Sin embargo, en Los Tecomates no hay mar, aunque sí varias palmeras meciéndose muy suavemente con el viento. El ambiente característico de la puerta a la costa sur de Jalisco.

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La mañana del martes 22 de marzo, bajo el sol del mediodía, una hilera de cartulinas de llamativos colores también ondean suavemente con las oleadas de aire caliente, uniéndose al movimiento de las palmeras. Las cartulinas eran sujetadas firmemente por unas mujeres: las madres de familia de la Escuela Primaria Rural Federal «Benito Juárez», plantel educativo al que asisten a estudiar las niñas y niños de Los Tecomates.

Al acercarte lees que una de las cartulinas tiene un mensaje dirigido al gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro Ramírez. Es una cartulina verde que dice, «Queremos que el gobernador del estado cumpla con su compromiso de entregar un plantel digno y seguro para nuestros hijos«. A un lado de esa cartulina hay otra de color azul con la frase, «No vamos a poner en riesgo a nuestros hijos en un plantel inseguro«.

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Delante de las mujeres que sostienen las cartulinas está plantada Alma Griselda Orozco Ortiz, presidenta de la sociedad de padres de familia de la primaria «Benito Juárez». Viste una blusa blanca y lleva su cabello dorado recogido en una coleta alta. Sus labios permanecen bien apretados, hasta que saca una hoja de su bolsa y se la entrega a la directora del plantel, María de Jesús Sánchez Ortiz, quien se encuentra también afuera del plantel educativo, acompañada del delegado de la Dirección Regional de Servicios Educativos (DRSE) Costa Sur, Arturo Chávez Rendón.

«Es un acta firmada por la mesa directiva de padres de familia, donde establecemos que nuestros hijos no van a regresar a tomar clases en este plantel hasta que se entreguen las instalaciones en las condiciones de funcionamiento necesarias para la formación educativa de nuestros hijos.

Lo decimos aquí en voz alta y enfrente de todos para que dejen de presionar a la directora María de Jesús y a los maestros para que regresen a dar clases», declara con firmeza Alma Griselda, mientras levanta el papel para que las madres de familia documenten el suceso con sus celulares.

En la imagen se aprecia el edificio de salones construido por la Secretaría de Infraestructura y Obra Pública (SIOP)

A espaldas de las madres de familia y sus cartulinas, detrás de una serie de barrotes blancos, hay un edificio de salones completamente nuevos. Estos aún no tienen las paredes decoloradas por los abrasadores rayos del sol, ni señales de haber sido tocados por el agua de lluvia. Son tan nuevos que desentonan con el resto del paisaje de la escuela, pues están rodeados por tierra, escombro y hojas secas.

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Dicho paisaje se formó después de que la maquinaria de la Secretaría de Infraestructura y Obra Pública de Jalisco (SIOP), interviniera la Escuela Primaria Rural Federal «Benito Juárez» como parte de un proyecto para reparar sus instalaciones.

«Yo pienso que el gobernador Enrique Alfaro no está enterado de la situación en la que vivimos. Es por eso que estamos haciendo ruido para que él nos volteé a ver y vea lo que en realidad hicieron sus comisionados. Nosotros no solemos hacer esto, somos un pueblo de trabajo y de acuerdo a nuestras posibilidades económicas siempre tuvimos nuestra escuela bonita.

Señor gobernador, venga a inaugurar la escuela como usted sabe entregarlas, por favor, es por el bien de nuestros niños y nuestra comunidad», externa la presidenta de los padres de familia.

Plantada afuera de las instalaciones de la primaria, Alma Griselda pronuncia enérgicamente cada palabra, es una magnifica hazaña. El sol está en su cenit y la temperatura sobrepasa los 30 grados Celsius. «Si no hay educación no hay prosperidad», concluye Alma, secándose las gotas de sudor que brillan como perlas sobre su frente.

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Foto: Darinka Rodríguez

«Escuela Primaria Rural Federal Benito Juárez», el fruto del esfuerzo de toda una comunidad

La casa de la presidenta de la sociedad de padres de familia, Alma Griselda Orozco Ortiz, parece un santuario a la sandía. En su cochera, a un lado de la puerta de entrada hay una banca de madera con una sandía pintada en el respaldo, y al entrar en su casa lo primero que destaca en la decoración del recibidor, es un cuadro al óleo de un bodegón de sandías. Cuando ella te invita a pasar al comedor, mientras te sientas en una de las pesadas sillas de madera, percibes que el mantel que cubre el vidrio de la mesa luce un estampado de pequeñas sandías. A tus espaldas, en un mueble de madera con varias repisas, hay una colección de tazas, vasos de vidrio y platos con decoraciones alusivas al jugoso fruto de color rojo y verde.

¿ Le gustan mucho las sandías?, preguntas señalando la decoración de la casa.

Es la identidad del pueblo, la mayoría de las personas en Tecomates nos dedicamos al cultivo de sandía. Bien lo dije hace rato, somos un pueblo trabajador. Fue la comunidad quien se organizó con el ejido para tener la escuela primaria en condiciones para nuestros niños, explica Alma Griselda.

Cuando ella dice eso, viene a la memoria el letrero tridimensional que está a un lado del kiosco de la plaza de la comunidad. Al igual que en otras localidades y municipios, aquí se han colocado letras monumentales con el nombre del lugar, pero en este caso en las letras que forman la palabra «Tecomates», la «O» ha sido sustituida por una gran sandía.

Letrero ubicado en la Plaza Principal de la localidad de Tecomates, en Casimiro Castillo

— ¿Cómo fue que se construyó la Escuela Primaria Rural Federal «Benito Juárez»?, preguntarás entonces intrigada.

La señora Griselda se acomoda en su silla y voltea a ver a su sobrina, María Luisa Orozco González, quien es vicepresidenta de la asociación de padres de familia, y llegó minutos antes a la casa para acompañar a su tía durante la entrevista.

Las dos se comunican con sus miradas, y finalmente María Luisa se dirige a ti. Antes de comenzar a hablar, ella toma aire y tú tienes la sensación de que se prepara para contarte una historia de esas que empiezan con la frase «hace muchos años…».

«La escuela se construyó hace más de cincuenta años, pero en ese entonces había solamente tres salones de clases, aunque la extensión del terreno de la primaria era muy grande. Con el paso de los años la población fue creciendo y se requirió construir más salones. Entonces, poco a poco la comunidad se fue organizando junto con el ejido para construir más salones. Cada año se construía un salón, hasta que se completaron ocho. Después se hizo un pasillo para conectar todos los salones, con todo y su techito, para que cuando estuviera lloviendo los niños no se mojaran», cuenta María Luisa, mientras mueve las manos arriba de la mesa como trazando un plano de la estructura de la primaria, y tú puedas imaginar cómo era la escuela.

A eso le siguió la colocación de piso firme en los salones y el pasillo, así como la construcción de la cancha para hacer deportes.

Padres de familia, maestros y comunidad en general cooperaban para construir y hacer mejoras en las instalaciones de la primaria «Benito Juárez». Se organizaban para obtener recursos mediante la venta de rifas, o candidatas a reinas. El pueblo inclusive dedicaba un día de sus fiestas exclusivamente a la recaudación de fondos para la escuela.

«Desde que la escuela está aquí, la comunidad ha asumido todos los gastos; hasta el intendente lo pagamos nosotros.

Con el paso de los años hemos buscado mejorar las instalaciones por el bienestar de los niños y los maestros, así fue que a los salones se les instalaron aires acondicionados y televisores nuevos, tratando de estar a la vanguardia con lo poco que pudiera tener el pueblo. Siempre invertimos también en cuidar las áreas verdes y tener árboles en la escuela», recuerda Alma Griselda.

Reúnes en tu cabeza todas las imágenes que tu imaginación se fue creando al escuchar a María Luisa y Alma Griselda hablar acerca de la escuela primaria de Tecomates; las reúnes como si fueran las piezas de un rompecabezas de la nostalgia. Cuando tienes lo que consideras una imagen fidedigna de la escuela que construyó la comunidad, la comparas con la escuela que viste esta mañana, con esa hilera de salones modernos rodeados de tierra pelona y con la cancha deportiva resquebrajada y te preguntas qué le ocurrió a la Escuela Primaria Rural Federal «Benito Juárez».

El comienzo de la odisea

Fue hasta el año 2018 que los padres de familia comenzaron a buscar el apoyo de las autoridades municipales para el cuidado y mantenimiento de la escuela. Fue el progresivo deterioro de las aulas de la primaria, lo que motivó a la mesa directiva en turno a solicitar apoyo por parte del municipio para solucionar el problema.

«El deterioro de las aulas comenzó hace más de 20 años, pero la sociedad de padres de familia juntaba presupuesto para resanar el techo y las paredes de los salones. Pero era tirar miles de pesos; tardaban más los albañiles en resanar los salones, que el techo y las paredes en volver a cuartearse. Entonces, la presidenta de la asociación de padres de familia acudió al gobierno municipal para pedir apoyo para la escuela, y le presentó un proyecto al presidente municipal en turno, Alfredo Sevilla (+).

Él mandó a los de Protección Civil y Obras Públicas a valorar el edificio», relata María Luisa Orozco González, al tiempo que saca unos papeles de una carpeta y te los acerca.

Los papeles resultan ser un dictamen estructural emitido por el Departamento de Obras Públicas y Protección Civil del Gobierno Municipal de Casimiro Castillo 2018-2021. El documento con fecha del 12 de noviembre de 2021, establece que el personal de dicho departamento acudió a la Escuela Primaria Rural Federal «Benito Juárez», ubicada en la localidad Los Tecomates, para observar las condiciones estructurales de sus aulas y dictaminar si existía una situación de riesgo, y si era factible realizar una intervención.

En dicho dictamen se informa que los edificios de la escuela, incluyendo las aulas, están cimentados con hormigón y tienen muros hechos de tabique rojo recocido. Por su parte la azotea se compone de hormigón y tecata recubiertas con azulejo a manera de impermeable. También especifica que las características del suelo, conformado por arcillas plásticas con arenas y gravas mal graduadas, pudieron propiciar el desplazamiento del suelo provocando las grietas en las aulas y generando un alto riesgo de colapso, por lo que se requiere una reparación estructural.

Al informe, firmado por el entonces director de Obras Públicas de Casimiro Castillo, el Ing. Juan Carlos Rodríguez Pelayo y por el entonces director de Protección Civil y Servicios Médicos Municipales, el médico Julio César Torres Melchor, se adjuntó un apartado de memoria fotográfica.

Una fotografía en particular llama tu atención. En ella se muestra cómo la pared de un salón en donde están pegadas unas cartulinas con las sílabas Ma-Me-Mi-Mo-Mu, ha sido cruzada por una grieta cuyo nacimiento está en el techo del aula.

Ya con la base de un dictamen estructural que confirmaba la existencia de una situación de riesgo en la escuela primaria «Benito Juárez», el entonces presidente municipal Alfredo Sevilla tomó el proyecto e informó a la comunidad que para ejecutarlo le solicitaría apoyo al gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro Ramírez.

Antes de continuar con nuestra historia es importante hacer un paréntesis para recordar dos cosas: La primera, es que tanto Alfredo Sevilla como Enrique Alfaro, llegaron a sus cargos públicos abanderados por el partido político Movimiento Ciudadano. La segunda, que el 12 de marzo de 2021, Alfredo Sevilla fue encontrado sin vida al interior de un vehículo de su propiedad en un barranco de la carretera federal 80, en el tramo carretero Autlán – Casimiro Castillo. Su cuerpo tenía un impacto de bala en el cráneo.

«Del 2018 al 2021 estuvimos insistiendo para que nos echaran la mano, porque no queríamos gastar el poco dinero de los padres de familia en resanar otra vez los salones. Aún así tuvimos que invertir para que se le diera mantenimiento al techo, porque en los salones más antiguos se les estaban cayendo el techo a pedazos, y las maestras ya no querían trabajar ahí por el riesgo que había. Así estuvimos hasta que nos dieron la noticia de que el gobernador había aceptado el proyecto y que la primaria había sido beneficiada con un recurso para ser reparada», explica la presidenta de la sociedad de padres de familia.

Fue el 18 de junio de 2021, cuando el supervisor de la zona, de la Secretaría de Educación Jalisco (SEJ), Marcos Díaz Vidriales, y el delegado de DRSE Costa Sur, Arturo Chávez Rendón, notificaron a la mesa directiva de la Escuela Primaria Rural Federal «Benito Juárez», que el plantel había sido beneficiado con un recurso por parte del gobierno estatal y que debían darse a la tarea de buscar un lugar donde los niños pudieran tomar clases de manera provisional, mientras se realizaban los trabajos de construcción en la primaria.

«A nosotros nada más nos pidieron que cuando los niños estuvieran reubicados se lo notificáramos a la directora del plantel y al delegado de la DRSE Costa Sur, para entonces fijar una fecha para realizar una reunión entre la mesa directiva de padres de familia, la directora y los maestros del plantel, la DRSE Costa Sur y el personal de la SIOP. En esa reunión se iba a discutir cómo se iba a manejar toda la obra; los tiempos, el dinero, los planos de construcción… Bueno, pues esa reunión nunca sucedió», señala molesta Alma Griselda, y añade que hasta la fecha no existe comunicación entre ellas y las autoridades responsables de la obra.

Las omisiones de la SIOP

— «Nunca se nos presentó un proyecto de lo que se iba a realizar«, te dice María Luisa con indignación. «A nosotros nos brincaron como las nubes de rancho. Solo nos dijeron les vamos a hacer una escuela nueva y bonita, y al final lo que hicieron fueron solo salones«.

Alma Griselda se levanta de su silla y le da un trago a su vaso de agua. Ella te pregunta si quieres más, y aunque no quieres incomodarla, la persistencia del calor te obliga a aceptar su oferta. Regresa con otro vaso de agua para ti y comienza a platicarte el encuentro que vivió unos meses atrás con los responsables de la obra; encuentro que sucedió apenas unos días después de que los niños fueron reubicados en unos salones de la preparatoria de la localidad.

«Fue aproximadamente en el mes de agosto. La directora del plantel se comunicó conmigo para comentarme que las personas que iban a realizar la obra estaban en la localidad y necesitaban entrar a la escuela para revisar unos detalles, y que si podía ir a abrirles. Ella (la directora) vive en Villa Purificación. Otra madre de familia y yo corrimos a abriles, les dijimos buenas tardes y nos ignoraron, se pasaron a la escuela sin mirarnos», narra Alma Griselda.

Ella te cuenta que algo que la exasperó mucho es que los dos responsables de la obra jamás les dirigieron la palabra y se limitaron a platicar entre ellos dos utilizando su jerga de constructores, hasta que ella levantó un poco la voz y los interrumpió.

«Me dirigí a uno de ellos y le dije que era la presidenta de los padres de familia de la escuela y que queríamos saber cuando iba a ser la reunión para discutir los detalles de la obra. Él me dijo muy irónicamente que como padres de familia nosotras no teníamos nada que ver y que si surgía algo que fuera necesario informarnos se lo comunicaría a la directora y nada más. Le pedí que al menos me dibujara el diseño de la obra en mi libreta, para darnos una idea. Entonces, me respondió que si seguíamos molestando iba a sacar un papel para mantenernos a nosotras de la banqueta de la entrada de la escuela, para afuera», relata Alma Griselda y mueve la cabeza de un lado a otro, como negando en señal de inconformidad.

Después del ríspido encuentro, Alma Griselda les manifestó rápidamente a la directora del plantel y al delegado de la DRSE Costa Sur, el cómo se estaban dando las cosas. Este último aseguró a la presidenta de la sociedad de padres de familia que hablaría con las autoridades correspondientes para clarificar el asunto de la obra con la SIOP. Sin embargo, todo quedó en llamadas y las acciones no procedían.

La presidenta de la mesa directiva de padres de familia también te comparte que el encargado de la obra se negó rotundamente a decirle su nombre, pero que finalmente mientras discutían, él muy a fuerzas, le dijo que se llamaba Braulio, pero no le compartió sus apellidos. Ella recuerda haber leído el nombre Pepe Toño Cisneros, grabado en el chaleco del hombre que lo acompañaba y que posiblemente era el contratista de la obra.

Quienes realizaron la obra arrancaron el pasto y los árboles de la áreas verdes de la primaria «Benito Juárez», dejando en su lugar un enorme páramo desierto

Los meses pasaban; los niños seguían asistiendo a clases en las instalaciones de la preparatoria de la comunidad, y la obra de reconstrucción de la primaria seguía en proceso.

Hasta que el día 2 de enero de 2022, María Luisa Orozco González recorría a pie las calles de Tecomates, y cuando pasó al lado de la primaria «Benito Juárez», un trabajador de la obra le dijo:

— Señora, ya en estos días les vamos a entregar la escuela.

En ese instante María Luisa le habló emocionada a la directora para darle la buena noticia. Sin embargo, días después cuando pudo visitar la escuela y observó las condiciones en las que la iban a entregar, ella y su tía Alma Griselda, se dieron a la tarea de hablar con los padres de familia y maestros, y se determinó que no se regresaría a trabajar a la primaria hasta que las instalaciones les fueran entregadas con todos los servicios necesarios para el bienestar de los estudiantes.

«Las aulas que construyeron están muy bonitas, bien hechas, con buenos cimientos, y les agradecemos mucho el trabajo. Pero lo demás de las instalaciones de la escuela no está en condiciones para recibir a los niños. Los baños están inservibles. Tienen el piso levantado porque abajo hay una fosa de más de 50 años, y en tiempo de lluvias el drenaje se devuelve porque los tubos son viejísimos.

Además, los trabajadores lo utilizaron como bodega durante la obra y los maltrataron más, dañaron hasta los lavamanos. Restauraron los techos pero nunca nos preguntaron cuáles eran las demás necesidades de la escuela», externa María Luisa.

La negativa por parte del personal de la SIOP en cuanto a proporcionar información, y la incongruencia entre lo que de palabra se les había prometido y el resultado de la obra, motivó a la mesa directiva de padres de familia a ejercer su derecho de acceso a la información pública y solicitar vía transparencia el contrato de la obra realizada en la Escuela Primaria Rural Federal «Benito Juárez».

María Luisa pone sobre el mantel de sandías una serie de hojas, se trata del contrato de la obra y con una seña te invita a hojearlo.

La primera página muestra la Ficha Técnica, que especifica que se trata del contrato SIOP-E-EC-OB-AD-525-2021, para la «Construcción de dos módulos en la Escuela Primaria Benito Juárez, ubicada en la Localidad de Tecomates, Casimiro Castillo». Ahí también se establece que el contratista es la empresa Rencoist Construcciones. S.A. De C.V., y que el supervisor de la obra es el Ing. Luis Braulio Lucero Huguez.

El documento además señala las fechas de inicio y termino de la obra; 26 de julio de 2021 y 22 de noviembre de 2021, respectivamente. Las fechas no se cumplieron.

Así mismo se muestra la cifra del costo total de la obra que fue de 10 millones 861 mil 874 pesos con 26 centavos.

Revisas la última página del contrato y ves que fue firmado el 26 de julio de 2021, por el Secretario de Infraestructura y Obra Pública, el Mtro. David Miguel Zamora Bueno, por el Director General de Licitación y Contratación, el Arq. Carlos Edgardo Macías Contreras, y por el Director General de Construcción, el Arq. José María Goya Carmona. El nombre y la firma del contratista fueron ocultados del documento.

Breve recorrido por la escuela

Alma Griselda Orozco Ortiz abre la puerta de las instalaciones de la primaria «Benito Juárez», y te invita a que la sigas. Insiste en mostrarte el actual estado de las instalaciones de la escuela. Te sientes como en un recorrido turístico, explorando las ruinas arqueológicas de alguna civilización prehispánica. Al lado del edificio de salones nuevos, Alma Griselda señala una barda que fue tumbada por las personas que realizaron la obra y que luego fue levantada nuevamente, pero dejando tramos de barda nueva y antigua.

El muro parece un pantalón parchado.

«Fíjense las condiciones en las que dejan esta barda. Las partes más viejas del muro están en tal condición que si se les recarga una persona, se caen. Creo que no merecemos esto; ni los niños, ni los maestros, ni nosotros como comunidad. Por eso, señor gobernador no lo han invitado a que inaugure esta escuela, porque da vergüenza ver esto. A mí me daría mucha vergüenza que usted viniera a inaugurar la escuela en estas condiciones», expresa la presidenta de la sociedad de padres de familia, mirando de frente a las cámaras de los celulares de sus compañeras que están grabando.

Continúan el recorrido avanzando por la banqueta del nuevo edificio de salones.

Alma Griselda entonces se detiene y hace un señalamiento referente a la altura de la banqueta respecto a la cancha deportiva y el patio cívico. Ella lo percibe como un riesgo para las y los pequeños estudiantes, y su sobrina María Luisa comenta que en ese sentido los elementos de Protección Civil del municipio coinciden con ellas.

«Protección Civil Municipal vino a valorar la escuela hace unos días e hicieron unas observaciones. Destacaron que no hay señalética de acuerdo a la Norma Oficial Mexicana y que el edificio no cuenta con acceso para personas con discapacidad. Señalaron que la mofa de las instalaciones no está bien colocada. Además, recomiendan instalar barandal a toda la periferia de la banqueta de las aulas por seguridad de los alumnos, ya que estas miden más de un metro de altura, lo que implica un riesgo para los niños, especialmente los más pequeños», objeta María Luisa.

Un niño de tercer grado de primaria posa frente a la baqueta del nuevo edificio de salones. Se puede apreciar la altura de la banqueta en comparación a la estatura del pequeño

Alma Griselda se para sobre sobre el patio cívico y la cancha deportiva, extiende el brazo para señalar la única parte que repararon tras ingresar la maquinaria para la obra. Más allá la cancha tiene grietas que varían en forma y tamaño, hay algunos socavones y algunas partes del cemento están levantadas. Una madre de familia expone que de volver los niños a la escuela, no podrían jugar en el patio de forma segura o tomar sus clases de educación física sin el riesgo de tropezarse.

Al recorrido por la escuela se ha unido el Secretario General del Ayuntamiento de Casimiro Castillo, Miguel Díaz Cervantes, quien ha acudido en representación del presidente municipal, Mario Pelayo Guzmán. El secretario pide a las madres de familia disculpar al presidente municipal, pues no pudo acudir por motivos de agenda.

Mientras el secretario continúa hablando con las madres de familia, te acercas a unos niños que están jugando gato en la cancha de la escuela, valiéndose de un diseño pintando en el suelo, el cual está desgastado y ahora, también agrietado. Sin embargo, a los niños eso no parece importarles; están muy divertidos sumergidos en un mundo ajeno al de los adultos.

Un grupo de niños juega al «gato» sobre la maltratada cancha deportiva de la Escuela Primaria Rural Federal «Benito Juárez»

Una de las niñas que están jugando siente tu mirada, te voltea a ver y te sonríe. Con su pequeña mano te indica que te acerques.

— ¿Quiere jugar?, te pregunta entusiasmada. Tiene el cabello largo recogido en una coleta, que está adornada con un gran moño blanco.

Te sorprende que te hable de usted, aunque el gesto también te enternece. Asientes con la cabeza y ella comienza a explicarte las reglas. Te dice que lo primero que tienes que hacer es conseguir tus tres piezas y te señala un montoncito de escombros al lado de la cancha. Un niño que también está ahí jugando se ofrece para ayudarte a escoger tus piezas. Él se agacha y te pasa una piedra, un pedazo de ladrillo y un fragmento de concreto.

De vuelta en el tablero del gato, comienzas a jugar y aprovechas para platicar con los niños acerca de la situación de la primaria.

«De momento estamos estudiando en unos salones de la preparatoria. No podemos regresar a esta escuela porque los baños no funcionan, están muy mal. También falta que pongan barandales ahí en los salones, para no sufrir un accidente. Además si te fijas casi destruyeron todo el piso de la cancha. No podemos correr sin miedo a caernos. Esto es lo único a lo que podríamos jugar», te cuenta Dora, la niña del moño blanco.

Alma Griselda ahora está a un lado del patio cívico, parada sobre lo que asegura antes eran áreas verdes bien cuidadas y ahora es pura tierra. Menciona que ahí también había dos bodegas, las cuales fueron derrumbadas durante la obra, así como también un comedorcito y una cocina que también fueron derribadas para la construcción de los salones.

«No reconstruyeron nada de lo que derrumbaron y maltrataron, como en un principio nos dijeron que lo iban a hacer. No dejaron nada de las áreas verdes y las máquinas que entraron dejaron las canchas inservibles. Ya no tenemos cocina y se necesita un lugar dónde preparar el desayuno de los niños; se que no es una escuela de tiempo completo, pero nosotros les preparábamos a los niños sus alimentos», comparte la vicepresidenta de la sociedad de padres de familia, María Luisa Orozco González.

Para Alma Griselda, María Luisa y toda la sociedad de padres de familia, este recorrido a través de las instalaciones de la Escuela Primaria Rural Federal «Benito Juárez», es una manera de que todas las personas dentro y fuera de la comunidad de Tecomates, sean testigos de la situación por la que están pasando, y evidenciar el resultado de la obra realizada por la Secretaría de Infraestructura y Obra Pública de Jalisco.

La presidenta de la mesa directiva señala un tubo que sale de la tierra, a unos metros de la cancha deportiva, y explica que así como ese hay varios tubos brotando de la tierra a lo largo del terreno de la escuela, pues no se realizó correctamente la instalación hidráulica.

La imagen muestra el techo del baño de niñas, al cual es imposible ingresar debido a las pilas de sillas que fueron arrumbadas ahí durante la construcción de los salones

La última parada del recorrido es el área de los baños de la escuela. Ahí las madres de familia indican que justo debajo de donde están paradas, se encuentra una fosa y un sistema de drenaje con más de 50 años de antigüedad. Cuando abren la puerta del baño de mujeres, lo primero que alcanzas a distinguir es una torre de sillitas de madera que llega hasta el techo, el cual está descarapelado por la humedad y parece estar a punto de desmoronarse.

«No es una escuela para que los niños regresen a clases, ni tampoco los maestros. El baño de maestros tenía tazas nuevas, y estas personas que vinieron a hacer la obra inclusive tuvieron la calma de quitar los baños nuevos que teníamos, e instalar en su lugar unos baños viejísimos que no se dónde hayan sacado. Creo que eso ya es una burla. Así que esperamos una solución por parte de las autoridades involucradas», declara María Luisa en un tono tajante.

El peregrinar de los padres de familia

Arturo Chávez Rendón, delegado de la DRSE Costa Sur, fue la primera persona con la que se manifestaron los padres de familia de la primaria «Benito Juárez», respecto a las condiciones en que se entregó la escuela después de la obra realizada por la SIOP.

Alma Griselda te comparte que también tuvo un encuentro con el presidente municipal, pues era otro de los contactos que tenía para manifestarse. Sin embargo, cuando la presidenta de la mesa directiva de la primaria rural le explicó la historia, él afirmó no saber nada del asunto, ya que al asumir su cargo no le informaron nada acerca de la obra.

Secretario General del Ayuntamiento de Casimiro Castillo, Miguel Díaz Cervantes, dialoga con la presidenta de la sociedad de padres de familia, Alma Griselda Orozco Ortiz, respecto al estado actual de las instalaciones de la primaria «Benito Juárez»

Cuando Alma Griselda y María Luisa se dieron cuenta de que las autoridades municipales y regionales no les ofrecían el apoyo necesario para solucionar la situación, decidieron moverse a Guadalajara para buscar respuestas por parte del gobierno del estado.

«El día 21 de febrero fuimos a la Secretaría de Educación del Gobierno de Jalisco, ahí nos recibieron a la una de la tarde. Nos atendió el Lic. Alfonso Enrique Oliva Mujica, director general de planeación, y José Ángel Valdez Santiago, director de planeación educativa. Ellos nos dijeron que no tenían manera de ayudarnos porque no había recursos, y que el único que nos podía ayudar a salir de la situación era Enrique Alfaro Ramírez», explica la presidenta de la sociedad de padres de familia.

Posterior a la visita de las dos tecomatenses a sus oficinas, las autoridades de la Secretaría de Educación Jalisco acudieron a Tecomates para visitar la primaria «Benito Juárez». Allí levantaron un acta respecto a las condiciones de la escuela. En el documento manifestaban a la directora que debía de regresar inmediatamente a los alumnos a la escuela, ya que las aulas estaban completamente terminadas.

«Como Secretaría de Educación ellos nos dijeron que la prioridad de la escuela son las aulas, y no todo el plantel. Que lo que estaba fuera de las aulas no representaba un riesgo para los niños. Incluso amenazaron a la directora con amonestarla si no regresaba inmediatamente a dar clases a la escuela. Eso lo dijeron cuando saben que las aulas están vacías, retiraron los aires acondicionados de los viejos salones y no los instalaron de vuelta. Aquí en verano hay temperaturas de hasta 40 grados ¿Tú crees que un niño va a poder estudiar así?», exclama molesta María Luisa.

Mobiliario de compensación, la solución de la Secretaría de Educación Jalisco

Es martes 22 de marzo por la mañana.

Afuera de la Escuela Primaria Rural Federal «Benito Juárez» se encuentra parado el delgado de la DRSE Costa Sur, Arturo Chávez Rendón. Su mirada inquieta y la manera en que cambia constantemente la posición de su cuerpo, hacen pensar que espera la llegada de alguien. Un vehículo se acerca y se estaciona enfrente de la escuela. La mujer que baja del vehículo camina con distinción y se acerca para saludar al delegado. Se trata María de Jesús Sánchez Ortiz, directora de la primaria.

La directora de la escuela agita en su mano unas llaves. Parece tener la intención de abrir las instalaciones del plantel. En ese momento aparece en la esquina de la cuadra Alma Griselda Orozco Ortiz, presidenta de la sociedad de padres de familia de la primaria «Benito Juárez». Se le nota agitada, pero ella sin perder un segundo, saluda al delegado de la DRSE y a la directora. A esta última le entrega además un escrito que saca de una carpeta.

Afuera de las instalaciones de la primaria «Benito Juárez», una madre de familia da lectura a la carta dirigida a la directora del plantel, María de Jesús Sánchez Ortiz, quien escucha atentamente el mensaje

«Maestra, le entregamos esta carta firmada por los padres de familia donde establecemos que nuestros hijos no van a regresar a esta escuela hasta que nos la entreguen con todos los servicios necesarios. Por eso mismo con mucha pena le digo a usted delegado que no vamos a recibir el mobiliario ¿Para qué lo queremos si no vamos a regresar a estas aulas? No tiene sentido que nada más se esté empolvando aquí», externa Alma Griselda.

Mientras observas la situación a distancia prudente, percibes la incomodidad en la sonrisa de la directora del plantel, y alcanzas a escuchar al delegado Arturo Chávez Rendón preguntar con voz cansada a la presidenta de los padres de familia si de verdad no van a recibir el mobiliario escolar, a la vez que señala a un camión de carga que se encuentra a unos metros de la escuela primaria. La señora Griselda niega con la cabeza.

Unas horas después, durante la entrevista que realizas a María Luisa y Alma Griselda como representantes de la sociedad de padres de familia de la primaria rural de Tecomates, ellas te platican que ese mobiliario se los ofrecieron en la Secretaría de Educación el día que fueron a manifestarse a las oficinas en Guadalajara.

«Nos dijeron que no tenían recurso para arreglarnos la escuela, pero que tenían era mueble y que nos podían proporcionar el que quisiéramos. Con eso nos querían mandar contentas. Pero aunque manden mueble no vamos a regresar a la escuela mientras no nos la entreguen bien», asevera María Luisa.

Ellas te comparten que los de la Secretaría de Educación del gobierno estatal también les propusieron poner el material para reparar toda la escuela, si ellas se encargaban de buscar la mano de obra. Lo anterior fue planteado por el director de planeación educativa, el maestro José Ángel Valdez Santiago, unos días después de que el personal de la secretaría visitara las instalaciones de la primaria «Benito Juárez».

«Me llamó por teléfono y me dijo que quería ayudarnos. Me comentó que si yo podía comprobarle que las canchas estaban en buen estado antes de entrar las máquinas, nos las arreglaban, y nos acomodaban el desayunador y la cocina. Que ya había visto que los baños estaban deteriorados también, y que nos iba a mandar tazas y baños, y que yo me encargara de buscar la mano de obra para repararlos. <<¿Qué te parece la propuesta?>>, me preguntó. Yo solamente le respondí que no es lo que les habíamos solicitado. Lo que los padres de familia queremos es que quienes vinieron a derrumbar la escuela, hagan la reparación y terminen la obra completa», expresa la vicepresidenta de la sociedad de padres de familia.

María Luisa te comparte que lo importante para la Secretaría de Educación es que los padres de familia accedan a regresar a clases en las instalaciones del plantel. Les solicitaban insistentemente que los niños ocuparan las aulas. Inclusive les prometieron que una vez que los estudiantes entraran en la escuela, atenderían cada una de las demandas y solucionarían todos los problemas señalados por la mesa directiva de la primaria «Benito Juárez».

«No accedimos porque el director de planeación educativa me dijo que ese compromiso no estaba en ningún papel, que sí nos iban a cumplir pero como de aquí a cinco o seis meses, ya que tuvieran el presupuesto. Yo le dije que en ese caso, hasta que la obra estuviera terminada y se concretaran las acciones que él me había asegurado, entonces ya movíamos a los niños y maestros de regreso a las instalaciones de la primaria. Él me respondió que iba a ver cómo resolver el problema y me regresaba la llamada. Hasta el día de hoy no he vuelto a recibir una llamada suya», asegura María Luisa mientras se encoge de hombros.

Afectación emocional alcanza a los niños

Recargada en la pared de los baños de la Escuela Primaria Rural Federal «Benito Juárez», Dora sostiene un letrero que dice: «Nuestros hijos necesitan baños dignos»

Según Alma Griselda algo que no están tomando en cuenta las autoridades involucradas en esta situación, es la afectación emocional que están manifestando los niños al no poder disfrutar plenamente de su educación primaria, dentro de un entorno seguro y adecuado para su edad.

«Los padres de familia estamos muy agradecidos con el director de la preparatoria de Tecomates por recibirnos en sus instalaciones y tenernos paciencia en lo que podemos solucionar este problema. Pero los niños extrañan su espacio. Necesitan la libertad de estar en su escuela, porque acá en la prepa los regañan por tener conductas que son características de los niños de su edad; andan detrás de ellos diciéndoles que no hablen muy fuerte, que no corran, que no jueguen así…», te explica Alma Griselda, y te dice preocupada que es como si les estuvieran censurando la infancia.

Coincides con ella al recordar el entusiasmo de los niños con los que jugaste gato durante el recorrido en la escuela primaria. En ese momento, mientras Dora, la pequeña de 10 años platicaba contigo, nunca ocultó su felicidad por volver aunque fuera por un instante a las instalaciones de su escuela, aunque estuvieran maltratadas.

«Tomamos clases en la preparatoria, nos prestan seis salones y estamos muy agradecidos por eso, pero a veces es un poco incómodo porque las butacas son muy grandes para nosotros. Luego cuando hay cambio de turno llegan los estudiantes de la preparatoria y te empujan, lo hacen sin querer, pero igual es peligroso», te dice la pequeña.

Las niñas y los niños no son los únicos que manifiestan sentir cierta incomodidad por estudiar en un plantel hecho para estudiantes de preparatoria; las madres de familia también han expresado preocupación porque sus hijos convivan con adolescentes, y estén en un entorno que los obligue a crecer de manera prematura.

Mientras caminas por el páramo de tierra donde solían estar las áreas verdes de la primaria, te cruzas con un grupo de jóvenes madres y te acercas para escuchar sus inquietudes.

«Que nuestros hijos estén tomando clases en la preparatoria sí me parece riesgoso de cierta manera, para empezar porque los salones que nos prestan están en el segundo piso. Mi hija es de tercer grado y hace una semana me contó que unos muchachos bajaron corriendo y ella se asustó porque la empujaron y pensó que se iba a caer. Entonces, yo sí quisiera que nos entregaran pronto la primaria. Gracias por los salones, están muy bonitos, pero nuestros baños que de por sí tenían años fallando y los dejaron peores», comparte una de las madres, quien viste una blusa negra con flores naranjas y azules, y tiene el cabello largo y de color castaño claro.

Son alrededor de las 3:00 de la tarde.

Las calles de Tecomates se han convertido en un gigantesco comal, y para no arder en el, la mayoría de los pobladores se han resguardado dentro de sus casas. Parece que elegiste el peor momento para abandonar la frescura de la casa de Alma Griselda, pero se ha llegado el tiempo de que retornes a Autlán.

Mientras salen de la casa, Alma Griselda te cuenta que en las últimas semanas salir a la calle se ha vuelto un infierno para ella y no precisamente a causa del sofocante calor, sino de los reclamos que ha recibido por parte de algunos miembros de la comunidad.

«Como dice el dicho <<Pueblo chico, infierno grande>>. Los de la mesa directiva salimos a la calle y nos reclaman que teníamos una escuela bien, con servicios a nuestra capacidad económica, y ahora nos dejaron un cochinero. Sí me siento responsable porque yo acepté el proyecto, pero porque nos prometieron soluciones a una problemática que veníamos acarreando de años. Entonces yo pensé que era justo ayudarnos del presidente municipal aprovechando el apoyo que tenía él por parte del gobernador del estado. Ya me la pienso en salir a la calle porque algunos me lanzan indirectas, otros me escriben y hay quien hasta me manda memes», confiesa la presidenta de la sociedad de padres de familia de la primaria «Benito Juárez».

Alma Griselda te acompaña hasta la puerta del taxi que te espera para llevarte a Casimiro Castillo, a la central de camiones. Te despides y das las gracias. Antes de subirte al carro amarillo, ella reitera que ninguna de las madres de familia quería recurrir a manifestarse de esta manera, por el tiempo y los gastos que les ha implicado. Eso, sin mencionar el enorme desgaste emocional y la frustración con la que han tenido que lidiar. Pero agrega con firmeza que si esa es la manera en la que las autoridades volteen a ver a la comunidad, todo habrá valido la pena.

Edición: Carmen Aggi Cabrera

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Egresada de la Licenciatura en Periodismo del Centro Universitario del Sur de la Universidad de Guadalajara. Colaboró como reportera para Radio Universidad de Guadalajara Ciudad Guzmán, y en el periódico mensual El Puente. Apasionada de las letras y la defensa de los Derechos Humanos.

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