Este miércoles, Lourdes Cano destaca la lucha mediática entre el presidente de la república y sus opositores, a costa del bienestar del pueblo mexicano.
Por: Lourdes Cano Vázquez
Autlán de Navarro, 29 de enero de 2020. (Letra Fría) Los hechos no importan. Aunque sean un golpe de realidad demoledora; no hay medicamentos ni insumos para el sistema de salud, la economía no creció durante el año pasado, la violencia entregó el año con mayor número de homicidios dolosos en su historia y la crisis migratoria es sumamente delicada en la frontera sur; todos sabemos eso, 2019 no fue un año para el país.
Hay temas profundamente delicados en medio de una guerra mediática entre el presidente y quienes no apoyan su política, el insulto de por medio, la desacreditación. —Fifís, adversarios, conservadores—, exclama desde su templete matutino; señala, juzga, y la oposición responde. Es un intercambio violento en el que habría que preguntarse en qué le ayuda ese enfrentamiento al país.
Considero que el enojo es comprensible, cuando alguien se vende como algo totalmente distinto a lo existente, promete cambios sustanciales, promete eliminar los problemas que tanto aquejan al país como la violencia y sobre todo la corrupción. No sólo no lo hace sino que no reconoce errores y tropiezos; no puede esperar a cambio sumisión y pretender que la gente no va a recordar las promesas incumplidas.
Claro, la herencia del pasado es complicada, pero si la pretensión es cambiar, entonces la meta debe ser no repetir el ciclo, el objetivo debe ser caminar de a poco por el camino correcto, no simular que así se hace. El buen juez por su casa empieza, ahí está Manuel Bartlett, el otrora bastión del priismo más arraigado listo para aclarar el origen de su riqueza, ese sería un buen primer paso.
LL/LL
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