Este jueves, Lourdes Cano habla de las lamentables agresiones que, tanto el personal de salud como los pacientes de COVID-19 han recibido de forma injustificada por miembros de la sociedad.
Por: Lourdes Cano Vázquez
Autlán de Navarro, Jalisco. 30 de abril de 2020. (Letra Fría) Hay cosas que desafortunadamente nunca cambian. Hacia finales de los años ochenta, la epidemia de VIH en el mundo había alcanzado un nivel alarmante de contagio convirtiéndose en la gran pandemia del siglo XX, aún vigente en la actualidad. La enfermedad que provoca el virus, el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), ha sido además motivo de discriminación hacia quienes lo padecen.
Ante el gran desconocimiento que existía sobre el virus y sus formas de contagio, la ignorancia hizo su parte en la sociedad y a la par de la propagación del virus se dió también la del odio; se asoció en un principio que el contagio era exclusivo de la comunidad homosexual, lo que abonó aún más a su estigmatización y discriminación. La gente no sabía cómo tratar a los portadores, por lo que fueron segregados y maltratados.
Aún hoy, las personas con VIH o SIDA representan un grupo vulnerable de nuestra sociedad, y aunque en menor medida, siguen siendo discriminados por su padecimiento. Pocos son los que pueden tener acceso a un tratamiento adecuado a pesar de que la epidemia ha rebasado las tres décadas de existencia.
Actualmente, sometidos ante un nuevo virus y una nueva enfermedad de las que aún sabemos poco, queda demostrado que nuestro comportamiento como sociedad no ha cambiado en lo absoluto, y ante la incertidumbre, la ignorancia le gana al sentido común y el odio se vuelve igualmente contagioso.
En México, particularmente, el odio refleja la pobreza de nuestra educación, y el tamaño de nuestra ignorancia. Mientras el mundo entero rinde tributo a los profesionales de la salud que en esta ocasión han sido el frente de esta guerra, aquí han sido objeto de agresiones viles y sin sentido, justo ellos quienes son los que más arriesgan en todo esto por salvar vidas.
Las personas contagiadas son también víctimas en todo esto, no sólo porque muchos de ellos no podrán tener acceso a la atención médica necesaria, sino por distintos actos indignantes que intentan justificarse por miedo al contagio. No es sólo aventar cloro, es tratar de impedir el acceso a servicios, alimentos, o atención médica, y en algunos casos agresiones con armas.
Ahí está la calidad humana demostrando su realidad en momentos complicados, no es otra, porque ya la conocemos del pasado, porque un virus es sólo el pretexto para diseminar el odio que siempre sentimos al que es distinto. Qué fácil sería informarse un poco, cuidarse y cuidarnos todos antes que ser nuestros propios agresores, por algo una pandemia parece dejar en evidencia que en algo merecemos lo que nos pasa.
LL/LL
*Se autoriza su reproducción siempre y cuando se cite claramente al autor y la fuente. Se prohíbe su reproducción si es con fines comerciales.