Lulú Cano retoma su columna y reflexiona en torno a los hechos ocurrido en Torreón y la normalización de la violencia en el país.
Por: Lourdes Cano Vázquez
Autlán de Navarro, Jalisco. 15 de enero de 2020. (Letra Fría) Perturba saber que la violencia trastoca hasta lo que parecía inalcanzable por su propia naturaleza; la infancia, símbolo de inocencia, lo que supone carencia de malicia, que desde hace tiempo parte de la crisis sangrienta del país. El suicidio y la violencia en los niños se normalizan y aun así es un fenómeno tan dramático como difícil de entender.
Saber a profundidad qué es lo que lleva a una persona a suicidarse es y será siempre un misterio, representa por sí mismo un acto antinatura. La explicación lógica es apenas visible en problemas cotidianos y la manera de enfrentarlos; sin embargo, el mismo acto en niños es inexplicable.
Hace ya un rato que los videojuegos o la televisión se vieron rebasados por la realidad; la violencia más cruda está en nuestras calles, está al alcance de todos. Basta con consultar cada mañana cuántos cuerpos amanecieron abandonados en la madrugada con signos de violencia, en unos minutos tienes los detalles y fácilmente alguna fotografía.
Por eso es que un tiroteo dentro de una escuela encuentra su lugar en nuestro país, el contexto actual es justo lo que representa; con miles de muertos cada año, en donde las balas son cosa de todos los días, la violencia contra las mujeres es parte de la rutina y las pugnas del narco se dan en cada calle y cada esquina; no debe ser extraño que a un niño de 11 años todo eso le parezca normal, si en ese ambiente nació y creció.
Con padres ausentes, muertes violentas a su alrededor y poca atención por parte de su familia, un niño no tiene muchas opciones para salir adelante ante el menor de los obstáculos; si había algo que le molestaba, si tenía algún problema, se sentía triste o desesperado, no tuvo a quien acudir y entonces decidió resolver a su manera y con lo que tenía a su alcance, que en este caso fueron armas.
No es la mochila segura lo que se necesita para que esto no siga ocurriendo, es el niño seguro de sí mismo, con atención de su familia, con un ambiente apto para su desarrollo, con educación venida desde su hogar y no pagando el colegio más costoso y de prestigio; de nada sirve si algo está roto por dentro y nadie puede verlo.
LL/LL
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