Lulú Cano Vázquez nos habla de la sororidad y la necesidad de las luchas feministas en pro de la equidad de género.
Por: Lourdes Cano Vázquez
Autlán de Navarro, Jalisco. 27 de febrero de 2020. (Letra Fría) Poco a poco cambiará, lo iremos entendiendo. Y será parte de nuestra cultura, sin que nos demos cuenta, sin que tengamos que exigirlo. Poco a poco se nos va a dejar de hacer gracioso un chiste machista, el piropo dejará de ser un halago, el respeto al espacio personal será contundente, se dará por sentado.
Poco a poco las madres dejarán de criar hijos e hijas en el machismo, porque lograron salir de ese círculo, y entonces disminuirá la violencia por razones de género, las muertes; porque los niños y las niñas crecerán en un contexto con empatía, con sororidad. Los roles y sus estereotipos desaparecerán, ya no importa si mi hija o mi hijo quiere una muñeca, si quiere una patineta, no importa si un día elije vestirse de color rosa o no quiere usar aretes.
Y entonces el respeto será el común denominador, poco a poco dejará de haber acoso en el transporte público, habrá menos hombres que consideren inferior a una mujer y le darán un puesto de mando, le pagarán lo mismo porque sabrán que su trabajo tiene el mismo valor, habrá entonces hombres ejerciendo su paternidad, dejarán de «ayudar» a sus esposas con las tareas domésticas para empezar a hacer su parte.
Poco a poco el Estado entenderá la gravedad de nuestra actualidad, entenderá la importancia de la población femenina en el país y reconocerá la desventaja en que vive, y después de eso hará lo propio, reconocerá que una mujer que aborta no es una criminal, le garantizará a todas las niñas oportunidades para llevar una infancia acorde a sus derechos.
La iglesia también se va a deconstruir, reformará su estructura, abrirá el paso a las mujeres y reconocerá que ellas son un pilar fundamental para su existencia, entonces la fe también será un espacio equitativo.
Poco a poco, pero sucederá, quizás mi generación no lo vea, pero estoy segura que todo esto se dará; mientras tanto, hay que levantar la voz, llorar a cada una que el machismo nos ha arrebatado, hay que seguir adelante, hacernos visibles, hacernos escuchar, parar un día entero si es posible, para que noten nuestra presencia y noten también nuestra ausencia. Esto es como la gota de agua que de a poco logra perforar la piedra; cada gota es un paso y cada paso nos abre espacio.
LL/LL
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