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San Gabriel y la Revolución Mexicana

José de Jesús Guzmán Mora, cronista de San Gabriel, Jalisco, nos cuenta los pormenores  ocurridos en su lugar de origen durante el tiempo en que tuvo lugar la Revolución Mexicana.

Fotografía de 1915, es un grupo revolucionario apostado en  “El Salto de La Guadalupe”, cerca de San Gabriel.  Archivo del Dr. Francisco Javier Santa Cruz Fregoso.

La Revolución Mexicana fue un conflicto armado que tuvo lugar en nuestro país, dando inicio el 20 de noviembre de 1910; los antecedentes del conflicto se remontan a la situación de México bajo el Porfiriato, e históricamente, suele ser referido como el acontecimiento político y social más importante del siglo XX.

Desde 1876 el General Porfirio Díaz encabezó el ejercicio del poder en el país de manera dictatorial.

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La situación se prolongó por 34 años, durante los cuales México experimentó un notable crecimiento económico y estabilidad política. Estos logros tuvieron altos costos económicos y sociales, que pagaron los estratos menos favorecidos de la sociedad y la oposición política al régimen.

Durante la primera década del siglo XX estallaron varias crisis en diversas esferas de la vida nacional, que reflejaban el creciente descontento de algunos sectores con el porfiriato.

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El inicio de la Revolución Mexicana en la región

Al empezar la lucha armada en Jalisco, los grupos simpatizantes de la propuesta de Francisco I. Madero, eran pequeños y sin una dirección unificada.

Según las opiniones de algunos historiadores regionales, en la lucha revolucionaria solo estaban algunas poblaciones jaliscienses como las de Magdalena, La Barca, Tecolotlán, Juchitlán, Autlán, San Gabriel, Tonaya, El Grullo, Sayula, Ciudad Guzmán y algunas otras de la región de los Altos.

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A finales del siglo XIX y principios del XX, la señorial ciudad de San Gabriel, vivía una época de paulatino progreso; así lo demuestran las noticias de los periódicos locales de ese tiempo, uno de ellos era “El Gabrielense”.

En este semanario informaban que los comercios de ese tiempo ofrecían productos de primera calidad y de muy diversa índole, tales como zapatos, abrigos, rebozos, casimires de primera clase, paraguas, máquinas de coser y loza fina de porcelana.

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El ciudadano de aquellos tiempos podía adquirir en esta población abarrotes, cervezas, vinos y licores, sellos de goma, sedas, encajes, medicamentos, sombreros, cristalería, adornos para la iglesia, lámparas, candelabros, pasamanería, flecos de oro y plata, relojes de oro, relojes para sala, de colgar y de mesa, muchos productos procedían del extranjero. También había imprentas con el servicio de todo tipo de impresiones, una fábrica de pastas de harina, etc.

El 25 de septiembre de 1910, el periódico oficial El Estado de Jalisco, publicó la apertura de una empresa telefónica propiedad de don J. Dolores Vergara, que prestaría servicios entre Autlán y San Gabriel, pasando por El Grullo, El Limón, San Juan de Amula, Tonaya y Apulco.

En esta pequeña, noble, culta y leal ciudad era presidente municipal propietario en ese año, el Dr. Ygnacio V. González Montes de Oca, quien junto con sus regidores Miguel Ochoa, Salvador E. Rojas, Manuel Soto, Yreneo Dávalos, Matías R. Villa y J. Trinidad Arámbula, recibieron casi al final de su periodo de gobierno, la noticia de que había estallado la Revolución Mexicana, encabezada por el coahuilense don Francisco I. Madero. 

Pero la más fuerte presión por la reciente lucha armada la tuvo el nuevo Presidente Municipal -en 1911- don Severiano Soto.

Tenía como regidores propietarios a don Gerardo Zepeda, Primo F. Villa, Mariano R. Villa, Enrique Villa, Alberto Corona y Andrés Trujillo. Quizá motivados por la inestable situación política y por cuestiones de seguridad individual, pero sobre todo familiar, la mayoría de estos munícipes presentaron su renuncia hacia fines de julio de 1911, petición que les fue aceptada; sin embargo, por súplica del Gobierno del Estado, decidieron terminar su periodo. 

Así, durante ese tiempo se desempeñaba desde 1905 y hasta 1911, como Director Político del Departamento de San Gabriel don Catarino Ramírez Díaz-Santana.

Francisco I. Madero, «el anti reeleccionista»

Una de las haciendas más prósperas de San Gabriel y de la región,  sin duda, era la hacienda de La Quinta, propiedad de don Gerardo Zepeda Villa, se sabe que “… las sesiones del Partido Anti reeleccionista” que sostenía la candidatura de Francisco I. Madero, se llevaban a cabo…”, en esa hermosa finca, situada en la parte norte de las orillas del pueblo, y era quien presidía el Partido Liberal Antirreeleccionista.

Ahí se hablaba de Madero, de antirreeleccionismo, de renovación y de cosas que entonces sonaban exóticas para los oídos de los beatos de aquellos días.

En ese tiempo “… era candidato a ocupar el escaño de la Cámara de Diputados, por el Distrito al que pertenecía San Gabriel, el señor Jacinto Cortina. Era el que montaba una hermosa yegua llamada La Tacuacha durante las fiestas de toros, y era dueño y habitante de la hacienda de Telcampana”.

“Con los mismos elementos con los que se logró el triunfo de don Francisco I. Madero, se alcanzó el de don Jacinto Cortina, aquél, a la Presidencia de la República,  y éste,  a la diputación federal”.

Fue el señor Cortina quien con sus comentarios hizo que el jovencito Manuel Zepeda Castillo, (hijo del dueño de la hacienda de La Quinta), junto con 72 setenta y dos hombres, montados y armados, se uniera al ejército de don Jacinto Cortina, y enfilaran una mañana para Amacueca, llevando a su lado a José Larios, uno de los peones de la hacienda.

Don Jacinto Cortina se uniría a las fuerzas del jefe revolucionario y coronel José María Contreras, en 1913, después del  asesinato  de Madero y Pino Suárez.

En mayo de 1911, el Ayuntamiento le concedió licencia al señor Jacinto Cortina Rivera, para que pudiera establecer una línea telefónica desde esta población hasta su hacienda de Telcampana, distante 4 kilómetros.

En este mismo año un expresidente municipal, don Matías R. Villa opuesto al Gobierno, cometió actos de vandalismo en las oficinas públicas.

En la Secretaría del Ayuntamiento hizo desaparecer todo el archivo anterior a 1868 y algunos posteriores a esa fecha, incluyendo los de 1910.

Según un censo de habitantes practicado en 1911, había en San Gabriel 3,378 habitantes; en Jiquilpan 1,095,  Apango 1,220, y Alista 529,  Hacienda La Meza 399,  Hacienda El Jazmín 977,  en Telcampana 551, Totolimispa 466, La Guadalupe 431,  San Francisco de la Espía ( hoy La Croix) 479,  San José 473,  El Jardín 221 y en San Antonio 440, dando un total de 10,659 habitantes, lo que manifiesta que era un espacio geográfico muy habitado y con un gran potencial en lo económico, político, social y cultural.

Uno de los hijos destacados de esta población, don Manuel F. Ochoa Arámbula,  telegrafista, revolucionario, militar y político, con mucha cercanía a don Álvaro Obregón, Madero y don Venustiano Carranza, en su época, “… tenía poco tiempo que se había instalado en la ciudad de México, cuando estalló la Revolución Mexicana en 1910,  por esta causa regresó a San Gabriel, con la consigna de hacer propaganda a favor del don Francisco I. Madero,  la labor de convencimiento se extendió a Tuxcacuesco, Tonaya, El Grullo, y Autlán de la Grana. Cuando el señor Madero llegó a Colima, Ochoa fue a recibirlo con la gente que había reclutado”.

De acuerdo con datos históricos “… en los días de la Decena Trágica, del 9 al 12 de febrero de 1913, ya se encontraba nuevamente en la capital de la República Mexicana, donde de una o de otra forma, prestó su ayuda al señor Madero, y repudiando la actuación del General Victoriano Huerta.”

En febrero de 1912, el primer edil manifestó a las autoridades del Estado que de parte de la sociedad gabrielense había recibido una solicitud en el sentido de que la mayoría de los empleados del municipio actuaban con parcialidad y ofrecían una mala administración dado que “… aún dependen del régimen porfiriano y con especialidad del caciquismo” por lo que 104 firmantes piden el cambio inmediato de dichos empleados.

En este mismo año San Gabriel estuvo a punto de ser tomado por la gavilla del bandolero revolucionario Francisco del Toro, que procedente de Atemajac de Brizuela, pretendía arribar al pueblo pasando por Tapalpa.

La población se puso a las órdenes del Director Político don Pascual Amelio, quien con valor y arrojo hizo desistir a Del Toro, pues alguien le comunicó que la plaza de San Gabriel estaba dispuesta para el ataque, por lo que continuó su camino rumbo a la hacienda de San José para seguir a Tonaya en donde solo liberaron algunos presos y enfilaron a El Grullo.

En enero de 1913 irrumpe en la región otro revolucionario, Eugenio Aviña, quien con un contingente de hombres armados hace sus fechorías por la hacienda de San Buenaventura y San Juan de Amula.

Enseguida merodearon por los rumbos de Apulco, El Platanar y San Miguel, la gente de San Gabriel temerosa de que arribara a esta población, formó un Cuerpo de Defensa y se enfilaron rumbo a Totolimispa para detener su llegada, pero como se supo que los bandoleros tomaron el rumbo de Colima, el Comandante y su gente regresaron a San Gabriel.

Para el mes de julio,  Aviña se enfiló rumbo a Tapalpa, después de robar en la hacienda de San Antonio de esta municipalidad gabrielense; ya para agosto se habla en todos lados de Pedro Zamora, otro guerrillero que se sumaría a los ideales de Pancho Villa.

Pedro Zamora

En marzo de 1914 Pedro Zamora irrumpió con ochenta o noventa hombres en las poblaciones de San José, en Apulco plagiaron al rico hacendado don Carlos Vizcaíno Vargas, para posteriormente saquear e incendiar la hacienda de San Pedro, propiedad del Lic. Severiano Pérez Jiménez, enseguida se dirigieron a Tolimán llevándose armas y caballos y después atacaron Tuxcacuesco.

En mayo del mismo año hicieron su entrada a San Gabriel, unos 300 carrancistas comandados por los señores José Michel Zamora y Efrén Benavides, quienes con lujo de autoridad saquearon las tiendas y comercios, imponiéndole al pueblo un “préstamo forzoso” de tres mil pesos; de ello dio cuenta a sus superiores el Padre Abundio Anaya, Párroco de San Gabriel.

Para colmo de males los carrancistas fusilaron a trece inocentes ciudadanos, entre ellos a don Eduardo Díaz-Santana Ramos, colgándolos en  los postes de la plaza y en los naranjitos que adornaban la Calle del Santuario.

Estos hechos lamentables hicieron que las principales gentes adineradas, con comercios bien establecidos y familias educadas, empezaran poco a poco a emigrar a Sayula, Colima, Guadalajara, Ciudad Guzmán; familias como las de los señores Edmundo Villa Michel, Trinidad Arámbula, Yreneo Dávalos, Eligio Fregoso, Juan Nepomuceno Pérez Rulfo y muchas más.

Como una segunda consecuencia negativa, amén de las emigraciones de muchas familias y de personajes arriba citados, se clausuraron algunos de los siguientes comercios o expendios: Tejidos de lana, Tienda Mixta, Tendejones, Botica,  Hotel y Mesón, Fábrica de jabón, Herrería, Panadería, Taller de Encuadernación, etc.   

Para 1915, y a principios de enero, hubo un encuentro entre villistas y carrancistas en La Cañada, cerca de Apango, perdiendo la batalla los segundos.

El 1º de noviembre de este año, se dio un combate entre los carrancistas y los villistas en la hacienda nueva de San José, comandados por Pedro Zamora, a quien le hicieron unas 400 bajas.

El 21 de octubre de 1916, de paso a Ciudad Guzmán por esta población,  y de acuerdo con las leyes de esa época, el Gobernador y Comandante Militar del Estado el Gral. Manuel M. Diéguez, instaló el nuevo ayuntamiento bajo la Presidencia de don Estanislao Vizcayno, cosa que no agradó a la ciudadanía gabrielense.

 El 15 de julio de 1918, Pedro Zamora atacó esta plaza, al estar en pleno tiroteo contra la Acordada defensora, se oyó pitar el cuerno por la bajada de Sayula, lo que hizo que se retirara, no sin antes llevarse secuestrados a don Maximiano Trujillo y don Salvador Fregoso, por quienes se pagó rescate regresando vivos a los ocho días. 

En esa ocasión los defensores mataron a un individuo apellidado Gonzaga, indignándose Zamora y manifestando que “… valía más que todo el pueblo de San Gabriel”, prometiendo que volvería a tomar la plaza por la buena o por la fuerza.

No se pudieron celebrar las fiestas patrias porque exactamente el 15 de septiembre las fuerzas rebeldes en número de más de 500 hombres, comandadas por Zamora atacaron la población cometiendo innumerables atrocidades.

Muchos comercios establecidos, así como la Escuela Oficial para Niñas, el Portal Degollado y tienda de don Cecilio Contreras, la casa de Mariquita Montenegro Vda. de Flores,  la casa de altos y tienda de don J. Jesús Morett, fueron incendiados.

La Acordada defensora sufrió algunas bajas en sus filas; los zamoristas perdieron casi doscientos hombres, la batalla se había prolongado por varias horas, nadie se acordaría de celebrar las fiestas patrias, el desfile cívico del día 16, se convirtió en desfile fúnebre.

A la situación desesperante de la población gabrielense por el ataque de Zamora,  se sumaría la epidemia de la influenza española, que amenazaba propagarse por diferentes rumbos, fue tanta la mortandad de personas en la región, que hubo necesidad de establecer cementerios en El Jazmín y Totolimispa.

A raíz de la suspensión de los cultos religiosos en 1918, la sociedad de este pueblo estuvo luchando porque se respetaran sus derechos más elementales: “… el 8 de septiembre de 1918, la Sociedad Católica de San Gabriel, lanzó un manifiesto al gobierno, el cual fue firmado por Edmundo Villa, José Ochoa, J. Cruz Ochoa, José de Jesús Sedano, Eligio A. Fregoso, y más de 900 firmas; señoras y señoritas Ma. del Refugio R. de Dávalos, Juana A. V. de Curiel, Ma. R. de Arámbula y más de 1,200 firmas”.   

Se ha dicho que en ese documento, los católicos de San Gabriel, en tono enérgico, pedían que se les respetaran sus derechos de ciudadanos mexicanos, de alguna manera hacían entender, que si no lograban esa libertad, estaba el pueblo dispuesto a levantarse en armas. Desde ese año, las cosas parecieron, si no mejorar, cuando menos no empeorar.

Hacia mayo de 1919, el Ayuntamiento solicitó al Supremo Gobierno del Estado, que a través de la Jefatura de Operaciones Militares,  dotara a esta ciudad de un destacamento permanente de unos 50 hombres por lo menos, con el objeto de que la sociedad estuviera tranquila y, al mismo tiempo, evitara el éxodo de familias que para ese tiempo ya era muy notorio.

 San Gabriel, sufrió fuertemente los actos belicosos propios de una revolución social, armada, y sangrienta.

REFERENCIA:

GUZMÁN Mora José de Jesús, San Gabriel dos páginas de su historia; bicentenario de la independencia, centenario de la revolución mexicana, año 2010, H.Ayuntamiento Constitucional de San Gabriel, Jalisco, 2010-2012. 

Profesor, músico y cronista municipal, originario de San Gabriel, Jalisco.

El 1° de septiembre de 1994, recibió el nombramiento de “Cronista de la ciudad”, de manos de la autoridad municipal.

Es miembro Cofundador de la Asociación de Cronistas Municipales del Estado de Jalisco, A. C., desde el 19 de octubre de 1996.

Primer cronista vitalicio de San Gabriel, desde el 28 de julio de 2010.

En noviembre de 2011 se integró a la Asociación de Cronistas Municipales del Occidente de México, formada por Jalisco, Colima, Michoacán y Nayarit.

Con treinta y cinco años de servicio en el magisterio estatal en primaria y secundaria, es maestro jubilado desde el 1° de junio de 2011.

Ingresó como consocio a la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística del Estado de Jalisco, Capítulo Sur, el 15 de octubre de 2016 con el tema: “La hacienda de Nuestra Señora de Guadalupe del Salto del Agua”.

De 2009 a 2021 fue el responsable del Archivo Histórico Municipal de San Gabriel, Jalisco.

Ha publicado una treintena de libros con temas históricos, genealógicos y monográficos. Ha participado en la prensa jalisciense, en revistas locales y en programas de radio y televisión estatal, nacional y del extranjero.

Correo: cronistademipueblo1994@hotmail.com

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