Con grata sorpresa desperté un día, pues al revisar mis redes sociales me topé con un mensaje de una maestra muy querida, quien me invitaba a participar en una actividad que venía sugerida en un libro de texto de primaria, el objetivo: “Tener una sesión con alumnos de 5to y 6to grado para tocar el tema de diversidad sexual”.
Lo primero en entrar a mi mente fue “los padres de familia “ y pregunté qué onda, la maestra me comentó “no te preocupes, todos los padres han firmado un permiso a excepción de uno”. Excelente, me llenó de alegría la invitación, número uno porque fue mi escuela primaria.
Recuerdo que cuando entré a primero llevaba mis 6 años recién cumplidos y a mi ingreso yo ya sabía leer y escribir, mi maestra Lourdes Zermeño en compañía de la directora Genoveva Hernández Horta tuvieron la idea de aplicarme la prueba final de primero, que la pasé sin ningún error. Tomaron la decisión de pasarme a segundo con 6 recién cumplidos. En los siguientes grados y hasta el sexto, me hice del primer lugar en aprovechamiento en todos.
Cambios en la educación
Esto no borra de mi mente momentos incómodos que viví a mi paso por la Escuela Primaria Juan Escutia 316 de 1989 a 1994, como haber experimentado bullying por compañeros por no gustarme el fútbol, o la canción nefasta que me entonaba una maestra “las nenas con las nenas, los nenes con los nenes”.
Ahora de adulto y repasando esos años, descubro comentarios y situaciones que también eran exclusivas para mi por ser diferente.
Bien, se llega el día de entrevistarme con alrededor de 40 alumnos de 11 y 12 años de edad, en un auditorio que fue construido cuando yo cursaba la primaria. ¿Qué momento no? Volver a pisar mi antiguo plantel educativo para hablar de la gran apertura que existe hoy en día y que a mi no me tocó.
Qué felicidad leer los libros de texto donde nos incluyen, qué agradable ser recibida por maestros, director, staff, todos muy atentos y dándome un trato de invitada de lujo.
Mi objetivo en todo momento, fue dejar un mensaje de “respeto” entre los asistentes. Mi discurso incluyó ejemplos de discriminación, de bullying y también de éxito. La clase se dividió en dos partes: una donde expliqué las definiciones de LGBTTTIQ y más, y la segunda fue ronda de preguntas y respuestas.
Aprendizajes en clase
A mi criterio entre su servidora y los maestros presentes, abordamos de la mejor manera los temas. Me encantaron algunas aportaciones de alumnos que ya han convivido con personas como yo y fue muy grata la charla.
La mayoría del tiempo se manejó en un ambiente muy positivo. Se tomaban algunas notas, las preguntas se hacían desde el respeto, pero sí tengo que compartirles que la primera pregunta incómoda fue: ¿Cuántos años tienes? y ni modo, me tocó soportar y como me comprometí a responder todo, tuve que revelar mi verdadera edad.
Ya entrados en tema, utilizamos como ejemplo a una persona transexual que está en boca de todos, “Wendy Guevara” y un niño dijo “es hombre”, obvio metí el freno de mano y qué bueno que se presentó el comentario, porque era lo que yo quería, ejemplificar cómo una palabra y si se la dices en su cara a esa persona la ofendes. Me encantó que pasara y se abordó de la mejor manera.
Mensajes positivos
En conclusión, lo que yo hubiera dado por haber tenido estos maestros Dhalia Biorato y Óscar Chávez, estos libros de texto con tanta información, unos compañeros más tolerantes.
Para despedir este suceso tan maravilloso, nos dejamos la tarea de siempre y cada que sea posible decirle a la persona de al lado: “oye me gusta tu cabello, me encantan tus tenis, qué padre tu ropa».
Un comentario positivo puede cambiarle el día a una persona, y sobre todo respetar a quien decide ser diferente al resto. Muchísimas gracias por considerarme, este momento se queda grabado en mi top de cosas más lindas que me han sucedido.