Por: Carlos Efrén Rangel
Autlán de Navarro, Jalisco. 28 de febrero de 2022. (Letra Fría) Alguna vez cuestionaron al genial pintor malagueño Pablo Picasso sobre su inspiración para pintar cuadros, el autor de la Guernica respondió que lo ideal, es que la inspiración te encuentre trabajando. Esta tarde, en la Alberto Balderas tres toreros saludaron a las musas o como dice la gente del toro: hicieron bajar a los duendes para abrir el tarro de las esencias.
La iluminación puede llegar de distintas fuentes. El que se la encontró de manera manifiesta fue el granadino David Fandila “El Fandi” con el segundo de su lote. Como lo pidió Picasso, el torero se topó a las musas trabajando: le salió por toriles un astado musculoso y de desarrollados pitones, como todo el encierro, y tan pronto como se encontraron, realizó una brega de manos muy bajas para someter. Fandi, un espectacular banderillero no regateó su disposición a cubrir el segundo tercio y lo hizo con una facilidad pasmosa. El torero en su labor. Luego la inspiración llegó.
Agustín Lara compuso bellísimos pasodobles a ciudades españolas, uno de los más bellos es, sin duda, Granada, tierra de origen del torero, que al escuchar los primeros compases sonrió extasiado, la nostalgia de encontrarse del otro lado del mundo con acordes que lo transportaron a su infancia, a los edificios con los que creció y vivió, hicieron que las íntimas fibras de su alma se conmovieran, transpiró esa emoción en su trasteo: corrió la mano con firmeza pero con sabor, y cuando el toro vino a menos, él puso la muleta en la distancia y la altura para prolongar el dulce momento de torear sintiéndose en el remanso de paz que es el hogar. No hubo un alma en la Alberto Balderas que no se contagiara de ese sentimiento, no hubo quien no soñara con los altos muros de la Alhambra en los muletazos autlenses del Fandi. Una oreja significa que acertó al segundo viaje, pero no alcanza a explicar el bello momento que se vivió en el ruedo.
Jorge Hernández Gárate por su parte, encontró la inspiración en los valores de largo plazo y no en la satisfacción inmediata. El rejoneador potosino luce una plenitud de facultades pero una madurez taurina que le permitieron cuajar dos bellísimas faenas: con estructura, ágiles, demostrando una doma plena de sus cabalgaduras.
“Amigo” fue el toro que abrió plaza, el menos lindo de estampa, pero quien tuvo movilidad que le permitió a Hernández Gárate lucir a su caballo «Valladolid», un tordillo que ofrece el medio pecho a los toros, para luego con su cuerpo traerlos muy pegaditos a su grupa o al estribo, ajustando la velocidad de su trote al ritmo del toro. El toreo no fue de pegar banderillas y huir despavoridos, los encuentros fueron prolongados y con ello, emocionantes. Al tirarse a matar, el acero no cayó completo y en las labores de los subalternos, intentó introducir más el estoque, el público cobró factura de la chapuza y no hubo premios.
Con el cuarto de la tarde, “Bendecido” hubo momentos memorables, fue eficiente en parar con Tintán y poner dos rejones de castigo, luego sobre los lomos de Velázquez se prodigó: los costados del caballo fueron los vuelos de un capote para templar las embestidas, en dos ocasiones rodó sobre medio anillo con el toro respirando en el estribo. Se tiró a matar con decisión y la espada cayó trasera. Al reconocerlo, insistió en que no le pareció mal que el juez premiara con una oreja una faena que pudo ser de dos, porque lo suyo, a su edad y en esta etapa de su vida, es optar por los valores a largo plazo del toreo que perdura y no de la satisfacción inmediata de las orejas.
El tercer espada fue Antonio García “El Chihuahua” es un histrión, un torero con candela que hace una fogata aún de leños mojados, y en Autlán ya estaban secos y él traía con qué prenderlo. Con el primero de su lote interpretó un quite por navarras, pero el toro pedía una muleta mandona antes de los adornos, tenía transmisión y el torero raza, Tony le ofreció la lidia con su sello, e incluso tuvo una tanda buena por el pitón derecho, fallas del puntillero le cerraron la puerta a los trofeos ganados por su facilidad para conectar con el público.
Luego del lío que armó Fandi, Chihuahua no se dejó ganar las palmas y con “Suertudo” se enredó. Los muchos kilos del toro le restaron movilidad, pero la muleta a media altura, pases alegres en que el torero estuvo por encima hicieron el bullicio y la fiesta. Chihuahua no esconde que en su trasteo, la alegría del público es prioritaria, ahí está su inspiración y gozo, en esa comunicación que se alimenta con las reacciones del tendido y nadie puede negar que esa conexión sea fantasiosa, es tan real como las decenas de pañuelos blancos que se asomaron cuando el toro dobló, luego de que el diestro deletreara, eso sí, una estocada con reminiscencias a Ferrera, perfilándose de larga distancia y encontrándose con el toro.
La tarde además estuvo llena de detalles. El segundo tercio fue un gozo de espectacularidad entre Fandi y Chihuahua, el mexicano no ha negado que el de Granada es su ídolo y pocas cosas deben motivar tanto como ver a alguien en televisión, imitar lo que hace y luego actuar a su lado, viendo que te respeta. En los primeros toros de su lote, ambos toreros tuvieron la cortesía de invitarse a banderillar.
Destacados estuvieron los recortadores Sergio Recuero, César Grasa y Marco Espí, con un toro que los apretó y ellos, saltaron, recortaron y pararon a su ejemplar. Y mención especial se merecen los Forcados Amadores de México, en especial Josué Sandoval, quien pegó al segundo intento al primer toro de Gárate y Uriel Montes de Oca, que deletreó la pega en el segundo del rejoneador.
Tarde de inspiración, cierto. De disfrute, también. De sudar la ropa, ni se diga, porque el encierro pidió el carnet a los toreros. Picasso ya lo había advertido, que los duendes te encuentren trabajando.
Ficha:
Media plaza en la tercera corrida de toros en Autlán de la Grana. Toros de José Julián Llaguno, bien presentados, en una tarde en que ráfagas de viento molestaron mucho a los toreros. Jorge Hernández Gárate (celeste y oro): Ovación y oreja con petición. David Fandila “El Fandi” (malva y oro): Silencio y oreja. Antonio García “El Chihuahua” (verde esmeralda): Silencio tras aviso y dos orejas.
El Patronato del carnaval entregó a Candelaria López un reconocimiento, por 38 años de servicio en la enfermería, y a Javier Durán El Chino por 50 años rotulando los carteles de los toros.
MA/MA
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