Juan José Arreola: El encantador de conciencias en el marco del 30 aniversario de la Reforma Universitaria.*
Este sábado pasado Juan José Arreola Zúñiga habría cumplido 106 años, pero yo no creo que el tiempo sea lineal, ni circular, más bien sería elíptico, un retorno con salida, un irse despojando poco a poco de lo que fuiste, y ya sin conciencia se diversifica y diluye la líquida existencia en los legados, obras, historias, fotos, audios, descendencia a través de productos culturales o biológicos. En busca de la trascendencia. Efímera trascendencia por supuesto.
Del maestro Arreola se puede decir que fue un hombre clásico, si entendemos por clásico a aquella obra que por su calidad o aportación se vuelve gradualmente en un modelo y por lo tanto trasciende las épocas, se vuelve parte del patrimonio mundial de la humanidad, por ello digo que Arreola es un clásico muy cercano a miles de sus lectores, mis neuronas lo registran como un amigo de la infancia o compañero universitario. O como un gran lector o como el sabio que algún día me ganó una partida de ajedrez.
Historia
Fue escritor, académico, traductor y editor originario de Zapotlán el Grande, Jalisco, México. Nació el 21 de septiembre de 1918 y falleció el 3 de diciembre de 2001, a los 83 años de edad. Destacó enormemente por sus obras literarias, como Confabularlo (1953), Bestiario (1959) y La feria (1963). Es considerado como parte de la generación del 50 junto con autores como Emilio Carballido, Antonio Alatorre, Sergio Magaña y Juan Rulfo.
Arreola tuvo un acercamiento al mundo editorial con trabajos de juventud como el de encuadernador y en una imprenta. A sus 15 años ya había leído a autores como Baudelaire, Dante y Whitman. Viajó a la Ciudad de México para estudiar en la Escuela Teatral de Bellas Artes.
Durante ese periodo trabajó como actor en radionovelas y teatro, pero abandonó los estudios para trabajar en la compañía Teatro de Medianoche. Sin mucho éxito, decidió volver a Zapotlán, donde en 1940 publicó el cuento “Sueño de Navidad”. Arreola es considerado autodidacta y de actitud muy peculiar, tal vez desarrollada por su formación teatral, o posiblemente fue precisamente su personalidad única lo que lo llevó por el camino del arte.
«Para gente grande»
Recuerdo en una entrevista que Ricardo Rocha le estaba haciendo en la televisión, como a las dos de la mañana (en vivo) en el programa “Para gente grande”. Rocha, muy amable con Arreola le pregunta:
– Maestro, ¿cómo es que se hizo usted un gran escritor?, a lo que Arreola le contestó con toda la potencia de su sabiduría e ironía: – Y a Usted quien le dijo que yo soy un gran escritor (meciéndose como desesperado en el sillón llevándose las manos a la cabeza), yo no me considero eso. ¿Sabe que sí soy? Un buen lector, y con eso es suficiente -.
A mí se me quedó muy grabado ese pensamiento irónico, pero con algo de verdad, entonces decidí desde hace décadas seguir el consejo de J.J. Arreola. Solo me considero un buen adicto a la lectura. Con eso es suficiente Arreola dixit.
En 1956 es invitado a dirigir una compañía teatral patrocinada por Difusión Cultural de la UNAM, la cual se llamó Poesía en Voz Alta, en Arreola se encuentran diversos cuentos, como “El guardagujas”, en los que revela que está constantemente preocupado por el verdadero sentido del mundo en que vive.
A lo largo de su vida fue galardonado con una gran cantidad de distinciones, como el Premio Jalisco de Literatura 1953, el Premio Festival Dramático del INBA 1955 por La hora de todos, el Premio Nacional de Ciencias y Artes 1979, el Premio Internacional Alfonso Reyes 1995, entre muchos otros.
Juan José Arreola: Escritor mítico
A la edad de 19 años viajó a la Ciudad de México para ir a estudiar en la Escuela Teatral de Bellas Artes, Para costearse las clases, Arreola se desempeñó en diversos oficios, entre ellos el de actor de radionovelas de la XEQ. En esa época se reunían en el Distrito Federal “el DF”, Arreola, Rulfo y Alatorre, los tres tienen publicaciones donde describen estos encuentros, a través de ellos nos podemos adentrar más en su identidad, así como del ambiente intelectual mexicano de ese tiempo donde el mundo aún no se percataba bien lo que había sucedido en la segunda guerra mundial, donde los cambios se presentaron de diversas maneras y en diferentes tiempos, nunca se había desarrollado una tecnología de muerte masiva, anteriormente no se conocían las bombas nucleares, submarinos , aviones de guerra tan letales, en una verdadera y loca carrera armamentista por el poder.
Algunos la llamaron “La guerra fría”, por un lado, USA y sus aliados y por el otro Rusia y sus aliados…y hasta la fecha, solo que ahora también China ha extendido sus tentáculos por todas partes. La recomposición de la geopolítica de las sociedades cada vez más digitalizadas, interconectadas, superficiales y desorientadas.
El Juglar de Zapotlán, también fue un eficiente formador de escritores directa e indirectamente. Uno de ellos fue mi Maese José Agustín (D.E.P.) quien gracias al apoyo de Arreola pudo publicar su novela “La Tumba” a los 16 años. En los años 80 a través del Instituto Mexicano de la Televisión (IMEVISIÓN) conduce y dirige la serie cultural «Aproximaciones» que tuvo gran acogida por la crítica y el público siendo considerado el mejor programa cultural de la televisión mexicana.
Qué gran sorpresa cuando nos enteramos que en un experimento mediático televisa le iba a producir diariamente por la noche un programa de comentarios durante el Mundial de México 86. Era un placer escucharlo y ver como sin querer queriendo evidenciaba la ignorancia supina de los locomentaristas.
El personaje
En el bachillerato ya había leído La Feria y no me perdía sus apariciones televisivas. Mi contacto directo con el maestro, fue inicialmente a través de su sobrina Valentina Arreola, compañera universitaria. En 1999 en congruencia con las nuevas políticas culturales de la descentralización de la vida universitaria, se integró el Comité para la creación e implementación del Premio de Pintura José Atanasio Monroy, este equipo fundador de la hoy Bienal de Pintura lo integramos cinco personas, ahí coincidimos Valentina y el de la voz, todo está documentado.
Valentina solía acompañar a su tío a diferentes partes, ocasión que aprovechaba para saludar al maestro. Otro contacto personal fue cuando iba a recibir el premio FIL edición 2000, estaba en una sala esperando entrar, yo trabajaba de analista de información y de lo que cayera en esa área.
Por ello me pidieron que pasara con el maestro a una sala más privada y conversara con él, para acompañarlo mientras era recibido, ameno y amable pero directo. Me pidió un vaso con agua y una copa de vino tinto; de su saco extrajo una pequeña pero hermosa cajita de madera: era un ajedrez. Sin decir nada más inició con elegancia y gracia a acomodar las piezas. Con delicadeza se puso un peón en cada mano cerrada: escoge…Me volteó a ver diciéndome:
– ¿si sabes jugar ajedrez verdad? –
-Hace mucho que no juego-…Como le tocaron las piezas blancas movió primero, una edecán se acercó con las bebidas, dos copas dos vasos con agua y una de tinto, al tiempo que nos decía con su bella sonrisa: – en un momento lo reciben maestro Arreola-
Bueno pues en pocos minutos el poeta se había tomado tres copas, lucía muy chapeteado y la mirada aguda, fija en el tablero, hablaba en voz muy baja, fluidamente, pero no se dirigía a mi, era un diálogo interno.
Impresionante personalidad la del maestro, yo no dejaba de considerar que ese personaje insignia de la cultura, sabía de teatro, de música, de historia de la literatura, de trabajo editorial, de amores, de filosofía, de locución…ese gran lector.
Jaque mate
Aprovechando la situación, me serví una copa de vino, sólo habría chance de tomarme una, – pensé-, así que me serví llena la copa. A la siguiente jugada ya me tenía en jaque y a la que siguió: jaque mate. Justo en esos momentos entró la edecán y dirigiéndose al maestro le comentó que por favor pasara, ya lo iban a recibir. De inmediato nos pusimos de pie, a la vez que Arreola tomaba su capa negra que había dejado a la entrada.
-bueno, aquí nos bifurcamos …mmm no te pregunté tu nombre…pero no es importante, si alguna vez llego a recordarte lo haré como el joven amable que no sabía ni jugar ajedrez ni beber vino-. Y diciendo eso, muy caballero le extendió su brazo a la edecán, ambos desaparecieron por los laberínticos pasillos del saber y el poder, y yo me quedé todo apalcuachado, solo.
Antes de retirarme me serví más tinto, ahora mi realidad considera que esa interesante y aleccionadora vivencia es apenas un recuerdo, como tantos otros y otros más que debe de haber de seguro, pero no los recuerdo. ¿Serían los recuerdos olvidados?,¿llegará la etapa del fin de los recuerdos?
Como diría Irene Vallejo con su encantadora vocecita de maja (vestida o desnuda según Goya): siempre habrá hilos entre el pasado y el presente, hay que identificarlos.
Arreola y La FIL
Como en cada FIL, el año que el maestro Arreola ganaba el premio FIL se invitó a escritores de reconocido prestigio. Mi encargo fue que hiciera una especie de memoria fotográfica de los asistentes procurando tomarlos en posturas o gesticulaciones expresivas, distraídos o que revelaran su personalidad.
Para ello me asignaron a Don Miguel, un viejo lobo urbano, fotógrafo a punto de jubilarse, que se sabía mil historias, combinaba su chamba de la universidad con su trabajo como fotógrafo del Occidental en la sección deportiva, usaba Willdrot para el cabello relamido y loción Siete Machos … tristemente le iba a las Chivas. Daba la vida por una rica torta …ahogada, adquirida a la salida del Estadio Jalisco.
Sí, en los puestos callejeros, entre cientos de aficionados, eventualmente olor a cannabis, policías gandayas buscando carteras esculcando a los y las borrachas, olor a pipí in crecento, perritos chachareando algún alimento, ebrios y ebrias alegres, puestos de playeras, gorras, llaveros, los hay de varios equipos desde el Atlético Reumático hasta el Real Madrid, coño.
Miguelón era atrevido y divertido, le gustaba echarse sus rones. Hicimos buen equipo pues “tomamos” como 11 fotos muy buenas, otras tantas regularsonas y otras malitas. Yo le indicaba a quien retratar o le decía más o menos de qué perspectiva me gustaría hiciera la toma.
Ya se acompañarían posteriormente las imágenes con un breve texto alusivo al personaje. Se me ocurre (que conste: ocurrencia no planeada puede ser una jalada) que de esas fotos de escritores famosos puedo estar publicando cada semana su historia en este maravilloso espacio de letras frías y contenido caliente.
Juan José Arreola y su bicimoto
La bicimoto de Arreola, famoso también por ello, principalmente entre los zapotlenses pues solía andar en ella paseándose por Zapotlán, muchas veces con su capa negra tipo Batman.
“Hace dos años un 21 de septiembre se conmemoró el 104° aniversario del natalicio del escritor, por eso, la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco “Juan José Arreola” rindió homenajeal “último juglar” con la charla “Juan José Arreola paseando por Zapotlán en moto” impartida por el cronista de la ciudad, Fernando González Castolo; y la inauguración de la exposición permanente “Confabulaciones de la memoria de Juan José Arreola”.
Losobjetos que conformaron la muestra fueron donados a la Universidad de Guadalajara por el literato y maestro emérito de la institución, Vicente Preciado Zacarías, amigo de Arreola.
Preciado Zacarías, quien falleció en el 2021, encomendó al profesor Adolfo Espinoza de los Monteros cumplir con dicha entrega, compartió el Maestro José Trinidad Padilla Director de la Biblioteca:
“Nos hizo entrega del escritorio que hoy podemos ver aquí mismo, que fue diseñado y fabricado por el mismísimo maestro Arreola. En la conversación telefónica que sostuvimos para este evento también mencionó la bicimoto que en ese momento se encontraba en reparación aquí en la ciudad de Guadalajara y que era un artefacto muy vinculado a la personalidad y a la memoria que muchas personas tienen de Juan José Arreola”.
Y finalmente, la foto que le tomamos, ahí échele imaginación: ¿a qué se estaría refiriendo Arreola?, la mano derecha abierta y extendida junto a la expresión facial la interpreto como alguien que no se explica lo absurdo de esta sociedad.
¿A qué se estaría refiriendo Arreola?, ¿a lo que significa esperar el arribo de un pasajero perdido que le dé sentido a la existencia en una estación de tren que ni siquiera tenemos la certeza que exista?
Homenajes
En mayo de 1996 el Instituto Colimense de Cultura y la Secretaría de Cultura de Jalisco, le rindieron un homenaje en el Museo Regional de Colima, ahí tuvo una participación J. J. Arreola, también el poeta Alejandro Aura (D, E, P) y Guillermo Schmidhuber de la Mora. La sesión se publicó en la colección Hojas Literarias. Serie Homenajes. 2. junio de 1997. Secretaría de Cultura. Ahí se incluye un bello relato de un amigo de la infancia zapotlense de Juan José Arreola Zúñiga, va un extracto:
“No se acostumbra mandar cartas a los amigos del pueblo. No hay cartero que lleve la correspondencia a Atenquique, ni a San Gabriel y Comala, pero tú te has ido más lejos…fue una verdadera lástima que no hicimos la primera comunión juntos, tú te comiste una galleta y yo si guardé el ayuno…Zapotlán es una ciudad civilizada, con zona de tolerancia, caseta de policía y toda la cosa.
Hoy viernes 29 de septiembre de 1934 supe que partiste. No pude asistir a tu cumpleaños los dos cumplimos 16…en el tren que te fuiste no ibas solo. En tu maleta llevabas algo más que ropa, cosméticos y libros. Entre tus manos y tu corazón está ubicada tu memoria… En ese pedazo de tierra donde Dios quiso que iniciaras la vida, descubriste la poesía, algo que a pesar de lo mucho que me has ayudado, no llego a comprender.
Aquí en Zapotlán fuiste actor en el teatro que está al lado de la iglesia…Juntos conocimos al gran señor Neruda en su visita a Zapotlán. Guarda siempre el soneto que escribió sobre Zapotlán. Nunca lo pierdas, y cada vez que lo encuentres, leelo de nuevo y piensa en nosotros… adiós Juan José, te vas y nada será igual para mí. ¿con quién voy a acompañarme para irme a confesar? …Vive muchos años y un día regresa a nuestro pueblo. Ese día será grande para Zapotlán y tú regresarás no sólo a tu pueblo, sino también a tu infancia. Te recordaré siempre,
Tu mejor amigo zapotlanense
Recupero del artículo del escritor Alejandro Toledo, “Casi todos los caminos llevan a Arreola”, publicado en la revista Letras Libres de septiembre 2018, lo siguiente:
“En Zapotlán se acuerdan muy bien de cuando pasó por ahí Pablo Neruda. En el hotel donde se hospedó hay una placa que recuerda esos días. Llegó en Bloomsday: 16 de junio de 1942. A sus veintitrés años, Arreola tuvo dos encargos: pronunciar el discurso de bienvenida y recitar un par de poemas del chileno, “Farewell” y el famoso “Poema veinte”.
Neruda, sorprendido por el joven declamador, lo invitó a convertirse en su secretario particular, pero Arreola dudó en lanzarse a esa aventura… Al salir de una cena, en la madrugada, sorprendió a Neruda el cielo de Zapotlán, y dijo: “Aquí las estrellas se pueden tomar con la mano. Nunca había visto a las estrellas sobre los tejados, así de grandes, así de luminosas.” Y continuó: “No se han dado cuenta del tesoro que tienen en estas monedas de oro.”
En el recuerdo de Arreola, el aliento sideral de la noche los recibió con una lluvia de estrellas. “En medio de la noche se hizo un silencio total. Caminamos como hermanos hacia el centro del pueblo, y por un momento sentí que Pablo nos había revelado el misterio poético.
Lo dejamos en el hotel Zapotlán; me despedí de los amigos y caminé hacia mi casa. Al pasar por el jardín los pájaros comenzaron a cantar y vi en el cielo la nube pastora de mi pueblo; pensé por un instante en la inmortalidad” (El último juglar. Memorias de Juan José Arreola, p. 190).
Soneto
Esa visita también produjo un soneto de ocasión nerudiano, que así arranca:
Ciudad Guzmán, sobre su cabellera,
de roja flor y forestal cultura,
tiene un tañido de campana oscura,
de campana segura y verdadera…