Encuestas en comunidades aledañas a la Sierra de Manantlán revelan que hasta una cuarta parte de los niños cree que el felino se alimenta de humanos, una percepción equivocada.
Por: Violeta Meléndez y Mayra Vargas
Autlán de Navarro, Jalisco. 13 de enero de 2020. (LF).- El felino más grande de América habita en la Sierra de Manantlán y la beneficia con servicios ambientales valuados en millones de dólares por el Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF); el más importante se resume en el control de herbívoros que consume, como venado y jabalí, para evitar que arrasen con la flora y desequilibren el ecosistema.
Se trata del jaguar (Panthera onca), conocido también como tigre de montaña o tigre americano.
Pero a pesar de su importante función biológica, es incomprendido no solo por humanos adultos que viven en los alrededores de la Reserva de la Biosfera, sino también por los niños, quienes crecen con una imagen negativa sobre este depredador que solo habita en bosques tropicales sudamericanos y mexicanos.
Juan Pablo Esparza, investigador del Centro Universitario de la Costa Sur, ha identificado este problema a través de talleres de educación ambiental en escuelas de la región, donde a los niños de entre 8 y 12 años se les aplica una encuesta y ellos responden con dibujos:
“Es una técnica de psicología bien conocida; los niños expresan cosas con los dibujos que no las expresarían de otra manera. Está poco desarrollado el tema, pero se está empezando a utilizar en aspectos ambientales; lo que el niño te plasma en sus dibujos es parte de lo que cree de su cultura, lo que piensa su localidad y lo expresa ahí”, explicó el investigador.
Entre los resultados que ha arrojado esta metodología, destaca que hasta el 25 por ciento de los chicos cree que el humano forma parte del menú del jaguar, y la mitad opina que el ganado también está incluido en su dieta.
Para el investigador, esta percepción social significa una potencial amenaza para el mamífero, pues se le concibe como el enemigo y lo pone en riesgo, a pesar de que ni siquiera hay registro en la región occidente de un ataque por parte del tigre americano hacia humanos.
“Hay un buen porcentaje de niños, entre 20 y 25 por ciento, que (considera que el jaguar) come humanos, entonces es una llamada de alerta, porque si tú creces pensando que ese animal te va a comer, es justificable que yo lo mate porque es una amenaza para mí o mis hijos”, relató Esparza en entrevista, en la Estación Científica Las Joyas dentro de Manantlán.
“Parte del resultado que yo veo es que necesitamos una campaña de educación ambiental, promover que es un orgullo que tengamos jaguares aquí, porque muchos niños no lo saben; quiere decir que, hayamos hecho las cosas como las hayamos hecho, todavía está el sitio conservado y es un orgullo, es un elemento de identidad”, señaló el investigador del CU Costa Sur.
Respecto a la percepción de peligro con el ganado, la lectura del investigador tiene que ver con que los ganaderos internan sus animales a Manantlán, donde el jaguar y otros felinos cazan de noche y lo que hacen es simplemente disponer de esa fuente de alimento que, además, no forma parte de su dieta en la vida silvestre sin intervención del humano.
“Más del 60 por ciento de los niños piensan que el jaguar come ganado, entonces eso nos refleja que hay conflictos con el ganado (…) Si tú vas con los adultos y les preguntas si le disparan al jaguar te van a decir ‘no, cómo crees’, entonces los niños nos platican muchas cosas de historias de la fauna, nos reflejan a través del dibujo lo que piensa la comunidad”, relató Esparza.
Estos resultados fungen como diagnóstico para posteriormente diseñar una campaña enfocada a la educación ambiental con los niños, por lo que el académico buscará alianzas para continuar con la segunda etapa de este proyecto:
“Necesitamos colaborar con personas, yo no sé de educación ambiental, sé de ecología pero estoy interesado en la conservación, por eso trabajo desde la parte de ecología. Pero si no trabajamos con la gente, no vamos a lograr nada; necesito asociarme con alguien que me ayude a diseñar, gente que sepa pedagogía, distintas técnicas para que pase esta información a los niños de una manera eficiente y esa sería una segunda etapa”, detalló.
En México, el jaguar está considerado en peligro extinción en la Norma Oficial Mexicana 089 Semarnat (NOM-089-Semarnat) y su cacería está prohibida desde 1987 hasta la fecha. Sin embargo, esta actividad ilícita sigue practicándose incluso dentro de la Sierra de Manantlán que es Área Natural Protegida, es decir, ninguna especie en su interior es sujeta a darle caza, ni a extraerse viva.
De acuerdo con testigos, los cazadores furtivos tienen actividad nocturna al igual que los animales que buscan sorprender, y aunque son detectables no han sido sancionados por las autoridades federales.
Otra de las principales amenazas del jaguar es la pérdida y fragmentación de su hábitat y las actividades humanas que cercan su territorio, pues le generan conflictos con las personas que van desde ataques con arma de fuego para proteger el ganado inmerso en zonas forestales, o bien, atropellamientos en carreteras, los cuales suelen registrarse de manera más frecuente en la Península de Yucatán, mientras que en Jalisco los incidentes de este tipo son con puma, otro felino depredador más abundante en la región.
¿Cómo reducir la probabilidad ser atacado por un felino silvestre?
De acuerdo con el investigador Juan Pablo Esparza, ha ocurrido que en las escuelas cercanas a la Sierra de Manantlán se encuentren evidencias de animales depredados por pumas y esto genera temor entre la población humana.
Sin embargo, considera que no se deben suspender las actividades escolares, sino tomar medidas como acompañar a los niños a la entrada y salida de la jornada escolar, y al andar dentro el bosque nunca hacerlo solo, sino en grupos de al menos dos adultos, esto reduce considerablemente las probabilidades de ser blanco de un ataque.
Además, los felinos silvestres tienen hábitos nocturnos, por lo que es improbable tener un encuentro con ellos a la luz del día.
LL/LL
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