A mitad de surco | Saber local ante el cochinero global

"Todo lo compramos y todo nos lo venden. Y cuando no lo venden, lo exigimos. Las cosas cambian de nombre, los empaques se rediseñan; rebautización constante para contenidos iguales en un mundo de consumidores autómatas. Así, se configuran y reconfiguran políticas, programas de reconceptualización del desarrollo, agendas de saqueo, proyectos de recolonización".

Por: Rodolfo González Figueroa

Autlán de Navarro, Jalisco. 18 de marzo de 2022. (Letra Fría) La diversidad microbiana se refleja en la diversidad de vegetales en la tierra. Y esta a su vez se proyecta en la diversidad humana y viceversa. Si abajo del suelo hay diversidad arriba debe haber variedad. Cuando esto no existe, algo ocurrió que la armonía se rompió. 

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Conforme las sociedades se han globalizado, la diversidad cultural ha disminuido, pero también la diversidad de flora y de fauna. La reproducción del sistema económico global en los países uniformiza los procesos imponiendo dictamines verticales de alineación. 

Todo y todos nos alineamos de una otra forma. El patrón predominante es el consumo; de mercancías, de ideas, de creencias, de técnicas, de epistemologías imperiales y hasta de esperanza.   

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Todo lo compramos y todo nos lo venden. Y cuando no lo venden, lo exigimos. Las cosas cambian de nombre, los empaques se rediseñan; rebautización constante para contenidos iguales en un mundo de consumidores autómatas. Así, se configuran y reconfiguran políticas, programas de reconceptualización del desarrollo, agendas de saqueo, proyectos de recolonización.

Los nuevos nombres aparentan más verdor y frescura, integran en su discurso elementos y sujetos antes despreciados, incorporan nuevas y sutiles técnicas para convencernos de que estamos mejor, de que tenemos más oportunidades y con ello mayor comunidad y nivel de vida. La matriz tecnológica de hoy es la biotecnología, la geoingeniería, la genómica, el capitalismo verde. Se sigue despreciando la vida campesina y no se vislumbra un reconocimiento para adoptarla como una vía más de progreso o antiprogreso y de mantenimiento equilibrado de las sociedades a pesar de que ésta forma de vida sigue alimentando en mayor porcentaje a la población global, manteniendo las semillas, los ecosistemas, las diversidades y los suelos fértiles.

Huertos urbanos en El Grullo, Jalisco. Foto: Rodolfo González

Y es que, las zonas rurales son menos consumidoras y más independientes en muchos casos. Allí, aún resiste la ancestralidad y la comunidad. La agroecología como modo de vida, la agricultura como identidad, los saberes y los misterios palpables con mensajes de las plantas medicinales como caparazón de resistencia.  Y la abuelita, feminidad sabia, que conserva sabores y es guardiana de las interrelaciones mágicas entre los seres místicos.

Ella nos dice con voz pausada y una sonrisa permanente que nosotros debemos de recuperar nuestros recursos. Hacer una agricultura transgresora, libre y limpia. Desde el sentir campesino y desde el sentir de la abuela. “El secreto no es conocer la planta como botánico, el secreto es saber el manejo campesino que se le puede dar”.

Hay que decodificar la naturaleza. En ella no hay plagas, sino bioindicadores y predictores climáticos. Sobre ellos es que hay plantearnos las labores culturales que debemos hacer en nuestro cultivo. Los suelos en manos campesinas equivalen a la recuperación de su salud. Abuela sana, hijos sanos, nietos sanos. Igual ocurre en el suelo.

Biopoder campesino contra poder corporativo. Poder de la biología contra la maquinaria que se nos impone. En el manejo del suelo agrícola hay ejemplos; ellos “descompactan” compactando con tractores cada vez más grandes, nosotros con un abono verde de raíz profunda y de ciclo corto. Biochar campesino contra maquinaria corporativa devastadora.

(Foto: Cortesía)

Hay que hacerlo en colectivo y familiar nos dice la abuela. Funciona mejor cuando el trabajo lo hacemos comunitario, juntos, juntas. Trabajando como equipo, no como individuos. “En la naturaleza nadie trabaja como individuo, todo es un sistema común”. Cuando uno hace comunidad tiene muchos ojos, muchos cerebros, muchas manos, mucha fuerza, mayor lectura e interpretación del territorio.

El sol, los nutrientes y los microorganismos nos brindad la fertilidad. La metagenómica del suelo, metagenómica campesina. En un suelo sano campesino podemos encontrar hasta 200 millones de microorganismos por gramo de suelo. 200 millones de microorganismos contra la uniformización ecocida de la agroindustria. Ella quiere convencernos de que produce más toneladas, nosotros queremos y sabemos cuestiones más profundas, surgidas de la recuperación de la confianza entre nosotros y en uno mismo, desde nuestra organización y autonomía, desde nuestra determinación libre y comunidad diversa.

Hacer agricultura campesina con valores, con sabor, con saber, con alegría y voluntad, esto nos da “rentabilidad” y es un arma potente contra la corporación dominante. Y por rentabilidad entendemos más bien; libertad. Y en lugar de rentabilidad hablamos de dignidad.

La abuelita nos repite que la agroecología está en la ancestralidad, está en leyendas, mitos, prácticas y saberes campesinos. Nuestra tecnología principal es la organización, volver a ser campesinas, campesinos como sujetos, desobjetivizarnos. Somos seres individuales como complementarios, sin los demás no funcionamos. Tenemos identidad como las parcelas. Cada parcela tiene su identidad microbiológica y geológica. Igual que nuestras panzas, nuestras barrigas. Cada panza es un metabolismo específico de comunidades microbiológicas. Suelos y barrigas metabolismos semejantes: metabolismos socioambientales

(Foto: Darinka Rodríguez)

Debemos transformarnos, no cuesta dinero, no se vende en el mercado, sólo cuesta organización. Hay que decodificar la información que nos da el sistema, transformar la información en conocimiento tecnológico, ya que nos saturan de información pero nos alejan del conocimiento tecnológico y su funcionamiento. 

Recordemos que no hay respuesta personal, sino respuestas con acciones colectivas. Entre más nos informemos y sepamos decodificar la información es mejor. Hacemos mayor autonomía y a mayor autonomía tendremos alimentación sana a bajo costo. Alimentos nutraceuticos contra comida chatarra sobre estrogenizada. 

Estos son los alimentos que produce el conocimiento de la abuelita, el conocimiento de la organización femenina, del saber popular. Está al alcance de todos, no necesitamos una universidad que nos enseñe y nos valide el conocimiento. Ni a un académico que dé catedra. Necesitamos recuperar el sentido común y el contacto directo con la tierra. Volver a ser seres sensibles, conectados al territorio y la naturaleza.

Hay pueblos que lo hacen desde siempre; las mujeres del Movimiento Sin Tierra en Brasil, el pueblo Hunza en Pakistán, uno de los pueblos más longevos del planeta. Usan mucha agricultura campesina, agroecología, técnicas ancestrales y las mujeres guían las actividades agrícolas.

Entonces las claves y alternativas al desarrollo no están afuera ni se venden ni se ofertan en el mercado ni en él Estado, están adentro, entre nosotras y nosotros. Siguen tercamente vivas dentro de un tamal de maíz nativo con acelga orgánica de un huerto comunitario de mujeres que, en este momento, hace que termine este escrito, para preparar un café proveniente del grupo Color de la Tierra de Cuzalapa, en la Sierra de Manantlán, que lo acompañe. 

MA/MA

Queda prohibida su reproducción total o parcial. El contenido es propiedad de Letra Fría.

Neocampesino de la nueva masculinidad, Ingeniero en Recursos Naturales y Agropecuarios (IRNA, por el Centro Universitario de la Costa Sur de la Universidad de Guadalajara. Maestro en Agroecología, Cultura y Desarrollo Endógeno Sostenible por la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), Centro Universitario Agroecología Universidad Cochabamba (AGRUCO,) en Bolivia. Asesor, acompañante y tejedor de procesos agroecológicos desacademizados con perspectiva de género y descolonización epistémica.
Pedagogo popular, amo de casa con paternidad responsable, jornalero, peón de albañil y asistente técnico bioconstructor. Borracho, poeta y loco. Ocioso por el puro placer, intento de deportista. Estudiante de la especialidad en Soberanías Alimentarias y Gestión de Incidencia Local Estratégica. Fracasador constante exitóso en rebeldía.
Correo: rodorganico@hotmail.com

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