Rieleras y Juanes, este país, como cualquiera que se jacte de ser democrático, necesita del periodismo libre. Un ejercicio informativo que sea observador de la realidad nacional y que dé cuenta de lo que pasa a través de la mirada, la experiencia, la investigación y el contraste de lo que sucede y con la aplicación de los valores de interés noticioso y las normas éticas del periodista y deontológicas del periodismo, se considera merece darse a conocer.
¿Quién tiene la verdad?, un amigo mío que es filósofo dice que la verdad es una bailarina coqueta que desarrolla su danza en un centro nocturno para hombres donde nadie puede tocarla.
¿Cuántas verdades hay?, me atrevo a decir que tantas como actores están involucrados en los sucesos cotidianos. Por ejemplo, en una disputa familiar, la madre y la hija adolescente tendrán cada una su punto de vista opuesto, y seguramente las dos podrán dar elementos para asegurar que cada quien es poseedora de la verdad.
La objetividad
Los buenos periodistas saben de entrada que la objetividad no existe en el periodismo, como tampoco se da en ningún ámbito profesional del desempeño humano, porque la característica de humanidad, de sujetos que somos, nos hace subjetivos.
Los periodistas con preparación sabemos que a lo más que podemos aspirar es a conocer cómo somos e identificar nuestras pasiones, tendencias y debilidades, y una vez que lo hacemos, tratar de ser lo menos subjetivos posible al desempeñarnos en nuestro trabajo de informar. Es un ejercicio de honestidad, de humildad basado en el autoconocimiento.
Es por eso que cuando me enteré de la carta de Genaro García Luna en la que acusa al presidente López Obrador de tener nexos con el narcotráfico, me hizo recordar la filosofía de la verdad, que desde el periodismo buscamos cotidianamente, conocedores que es difícil de asir y sostener.
¿Por qué ahora, al final del sexenio?, ¿qué busca esa “revelación” ?, ¿acaso las circunstancias de procesamiento judicial en Estados Unidos en que se encuentra quien fuera titular de la Secretaría de Seguridad Pública durante el sexenio de Calderón Hinojosa, no son indicador de segundas y terceras intenciones?
“Mi honor está intacto, yo no he cometido ningún delito”, frase textual de la misiva de García Luna, hace un guiño a la inteligencia de los mexicanos respecto de lo que sabemos de la historia reciente. Un ápice de mentira contamina el mar de verdad.
La verdad no constituye un monopolio y querer ostentarse como el tenedor de la verdad, es algo difícil para cualquier ser humano, pero más para unos que para otros. Las historias y los contextos también cuentan.