No sé si sea tan malo como suena, pero los memes que se viralizan en redes sociales se convierten en una de mis principales fuentes de reflexión sobre lo que ocurre en el mundo. Los memes son una unidad de comunicación que sintetiza sentires y posturas, además de iluminar los temas que nos interesan.
Esta semana identifiqué uno que, con variadas imágenes, repetía: “Irónico que México pierda su independencia en septiembre”. En ocho palabras se sintetizan dos realidades complejas: las conmemoraciones por el inicio y consumación de la independencia de México junto con la aprobación de la reforma al Poder Judicial que, según los planes de la 4T, será promulgada a inicios de semana.
Lo malo de los memes es que carecen de precisión. Aunque más allá de criticar el lenguaje de las imágenes virales, pensé en compartir que no hay novedad en lo que ocurre.
Algunos de los clavos con los que la oposición mexicana ha construido su ataúd, para desgracia de todos los mexicanos y de la vida democrática, son su tendencia a la exageración y la falta de precisión. Llevan años anunciando un lobo que no ha llegado tal como ha sido anunciado. Lo que no significa la ausencia de amenazas.
La metáfora del lobo proviene de un cuento ruso en el que un pastor llamado Pedro se burla de sus paisanos al gritar: “¡ahí viene el lobo!”, solo para reír mientras sus vecinos acuden a su auxilio. El pastor repite la broma varias veces hasta que, en la última, cuando el lobo realmente aparece, ya nadie acude a ayudar y los dientes del animal terminan con el pastor.
La oposición de México
La oposición lleva una década exagerando discursos. Inauguraron esta etapa con la expresión “Es un peligro para México” y continuaron con: “Nos vamos a convertir en Venezuela”, “Somos una dictadura”, “Los programas sociales son comunismo”.
Todas esas expresiones han ido perdiendo fuerza, pues abundan los argumentos para demostrar sus imprecisiones. El lobo nunca llegó.
Sin embargo, eso no significa que no haya riesgos. La 4T ha superado los procesos legales y políticos necesarios para estar en posición de aprobar reformas de gran calado. Venció a la oposición una vez más, conquistando uno de los últimos espacios que no le eran afines.
La reforma se discutió de manera similar a las anteriores: mientras los defensores del régimen ven todo justo e impoluto, la oposición afirma que el país está en cenizas, que ha perdido soberanía y cancelado su independencia.
Si la república y la democracia dependían del voto de un solo senador, o si el desarrollo económico de un país estaba ligado a la existencia de un aeropuerto, estas no parecen realidades que puedan explicarse con discursos catastrofistas.
Dejamos de creerles cuando nos dijeron que venía el lobo, porque no había tal. Pero sí existen riesgos, amenazas, y la necesidad de construir acuerdos y equilibrios, que tampoco saben mostrar.
La oposición sigue empeñada en hablar del lobo, de su pelaje gris y de sus dientes afilados.