Por: Oswaldo Ramos y Javier Medina
Autlán de Navarro, Jalisco, 10 de septiembre de 2019 (Letra Fría) Son kilómetros, personas y palabras las que día con día trazan la ruta hacia la realidad de nuestro sueño; institucionalizar una política cercana, honesta, sensata y transparente en cada rincón de nuestro estado.
Rousseau decía en El Contrato Social que “hay en el mérito de los hombres razones de preferencia más importantes que las que otorga o proporciona la riqueza”. En ese sentido es que debe orientarse el hacer política: ver por los comunes, por lo colectivo y por aquellas responsabilidades que comprometen el futuro que le dejamos a las generaciones venideras. Los recursos públicos no son un pastel del que debamos tomar la rebanada más grande posible.
Desde que aquel 31 de enero anunciamos nuestra intención de conformar a Futuro como partido político local, el trabajo ha sido cada vez más arduo, y en esa misma medida, más satisfactorio.
Futuro, entre otras cosas, es una opción viable para refrescar la política de nuestro estado, de hacerla cercana, austera y representativa. Es también una oportunidad de conformar una oposición basada en el argumento, con una perspectiva de derechos sociales y que deje de lado la disputa del poder como fin único.
Este proceso ha sido un constante “picar piedra”, pero es así como concebimos el éxito. No pretendemos sentarnos en una mesa que ya esté servida.
Parte de la labor ha consistido en visitar las 12 regiones que componen nuestro estado de Jalisco, recorrer a pie las calles de cada municipio y localidad y, desde el encuentro, sumar voluntades. No operamos en masa y los actos multitudinarios no están en nuestras prioridades. En cambio, apostamos por los apapachos, las sonrisas y las palabras cercanas, esas que quedan y construyen acuerdos.
Nuestro ideal toma sentido desde el momento en que, aún sin ser un partido político, recogemos voces, sentires y visiones de las personas. Identificamos problemáticas, hacemos ejercicios de reflexión y tomamos como nuestros los deseos y opiniones que amablemente nos hacen llegar aquellos que, entre semana o en fin de semana, hacen política, nos escuchan, sueñan y deliberan. Con ello, nutrimos un programa que de una manera contextualizada y sensata sentará las bases de lo que hará Futuro. Disputar el poder no es el fin en sí, es un medio para dignificar lo público.
Hace algunas semanas celebramos una asamblea y la sede fue bajo un nogal en la zona de los Altos de Jalisco. La bienvenida corrió a cargo de Mariela, Maribel y “El Duende”, pequeñines que con su elocuencia y constantes sonrisas hicieron el momento más agradable de lo que ya era. Su alegría se contagiaba: una botella de plástico y su humor eran suficientes para mantener el juego activo. Tras despedirnos no sabemos si les volveremos a ver, pero sí nos queda claro que parte de nuestras responsabilidades es generar condiciones que les permitan desarrollarse adecuadamente, que niñas y niños en nuestro estado no vayan a la cama sin cenar y que puedan aspirar a un futuro digno.
Ese día charlamos con una familia de origen wixárika. Al principio, la timidez de externar sus ideas en público les impedía hablar, sin embargo, lograron vencer esa barrera con un contundente “no nos escuchan”, seguido de “el gobierno hace cosas y nosotros ni nos enteramos”. Queda claro que se trata de una situación anormal. Desde luego que no necesitamos gobiernos que sigan relegando a los grupos más vulnerables de la población, en especial a quienes provienen de pueblos originarios.
Hasta ahora el camino no ha sido fácil, pero este tipo de historias nos motivan al máximo para continuar con esta lucha que nos llena, nos convence y nos conmueve. Desde nuestra primera asamblea celebrada en Tamazula hasta el día de hoy, el ánimo está intacto y cada vez estamos más cerca de la meta.
Si para materializar el sueño es necesario seguir haciendo “coopera” para comprar una pizza e improvisar cuando la sed y el hambre llegan, está bien y vale la pena. Lo que cuesta es lo que realmente se valora.
LL/LL
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