Hoy, Oswi Ramos trata el tema del sector salud en México y el caso particular de las regiones de Jalisco.
Por: Oswaldo Ramos López
Autlán de Navarro, Jalisco. 28 de enero de 2020. (Letra Fría) Sin salud nos faltan muchas cosas y nuestras posibilidades de realizar una tarea o trabajo se ven limitadas de manera importante. El acceso a servicios de salud representa, pues, una de nuestras necesidades básicas, si no es que la más necesaria.
La percepción de distancia que existe entre discursos y la realidad se vuelve aún más palpable a través de las voces de personas que viven de cerca las problemáticas: «Han pasado diferentes gobiernos, en sus comerciales dicen que han invertido millones de pesos en salud e infraestructura, pero ve, aquí seguimos, con pocos medicamentos y caminos saca cosechas en malas condiciones».
Este es un fragmento de una conversación que tuve con Don Juan, en Tecolotlán, municipio de la Sierra de Amula. Personas que viven en Cuquío, a varios kilómetros de distancia, coinciden con la versión de Don Juan. Así como ellos, hay bastantes personas, pues por más que se enuncian programas de gobierno, éstos «no bajan» a muchos de los municipios que cuentan con índices de marginación, mucho menos a las localidades que los integran.
En un marco general, la cobertura de salud enunciada bajo el rubro de “Salud y Bienestar”, ocupa el tercer lugar dentro de los objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, lo que debe invitar a los gobiernos nacionales y también locales a actuar en este sentido, pero en el caso de Jalisco y en general de México, las causas que originan rezagos en cobertura e insumos parecen ir un paso adelante.
El año pasado tuve la oportunidad de visitar todas las regiones de Jalisco y entre lo que las personas, paisajes y entornos me permitieron ver, hubo una constante: el gobierno dista mucho su discurso de la realidad, lo público se vuelve sinónimo de deficiencia y el caso del sistema de salud, se vuelve deplorable. Esto lo digo así porque a veces hay médicos y a veces no, las personas que acuden a centros de salud se encuentran en ocasiones con que éstos están cerrados y los traslados hacia las cabeceras municipales en muchas ocasiones es todo un desafío. A esta realidad nos enfrentamos, evidentemente nos invita a evidenciar a las autoridades y sus acciones.
Estos días ha estado latente la transición del Seguro Popular al INSABI y pues como era de esperarse el tema político ha venido a ser relevante en un asunto tan medular para las y los mexicanos. Vemos pasar una oportunidad de hacer universal la salud porque algunos gobernadores no se ponen de acuerdo con el gobierno federal. Si bien es cierto que la nueva política es compleja y no ha sido bien comunicada, ésta también tiene sus bondades, pero como lo menciono, la cuestión política ha imperado.
Mientras este debate se sostiene, en las «altas esferas» salen casos de corrupción en la línea de entrega de medicamentos, también vemos conflictos de interés entre personajes cercanos al presidente de la república aquí en Jalisco, tan solo por citar ejemplos. Pero, ¿qué pasa entonces mientras los administradores públicos se ponen de acuerdo? Pues lo mismo de siempre: abastecimiento irregular de medicamentos, poca efectividad en la implementación de las políticas públicas.
En este momento y ante la incertidumbre que ha dejado, no sé cómo nos vaya a ir con el INSABI, de verdad, deseo que muy bien y que sus objetivos teóricos sean realidad, pero mientras el factor político se siga interponiendo en el sistema salud seguramente vamos a resentir los efectos actuales en nuestras regiones y las necesidades de las personas que ahí habitan, no pueden seguir esperando. Es momento de repensar la operación de los programas sociales, encaminarlos a que su operación sea honesta y lo más importante: que tenga sentido común. Don Juan es la voz quizá de miles de personas que no buscan ver qué resulta del debate político, sino palpar y gozar la existencia de espacios dignos de atención médica. Una vez más, tenemos la oportunidad.
El sector salud ha sido víctima de corrupción y de aplicación ineficiente de recursos, lo cual socaba de manera profunda el accionar de las instituciones e incluso, trabajadoras y trabajadores de la salud tienen que lidiar contra la manera de operar de las instituciones a las que pertenecen para poder ofrecer sus servicios de la mejor manera posible. La cobertura de salud debe garantizarse en nuestro estado desde el AMG hasta la comunidad más alejada, el reto es grande pero en cobertura no puede ofrecerse menos que eso.
No pueden existir funcionarios con lógicas políticas mal entendidas cuando de salud o de programas sociales se trate, este tipo de problemas son evidentemente oportunidades para sostener espacios de comunicación y hacer esquemas operativos con más sentido común.
LL/LL
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