Néstor Daniel Santos Figueroa
El Grullo, Jalisco. 25 de mayo de 2022. (Letra Fría) En mi colaboración anterior reflexioné sobre la importancia de la cultura para el progreso de los pueblos, y sobre la urgencia de invertir en ella, pero con un rumbo, con un proyecto serio que vaya más allá de un trienio, dejando atrás esa costumbre de supeditarla a los caprichos de la política y de la administración en turno. También dejé para otra reflexión la enorme importancia que tiene para el desarrollo cultural la producción cultural propia, el trabajo que artistas en todos los campos de las artes realizan en una comunidad, de lo cual me ocuparé en esta ocasión.
Mencionaba que los gobiernos locales, en su idea de gestión cultural, organizan actividades que resultan efímeras, anecdóticas, realizadas a partir de la ocurrencia y sin un diagnóstico previo. Las acciones se centran en la presentación de espectáculos al gusto del gran público, que generan foros llenos, lo cual no es malo, pero se dejan de lado actividades que resultan necesarias y urgentes, como la formación artística y el fomento a la creación, que resultan, desafortunadamente, poco redituables en términos de capital político.
El fomento a la creación se deja en manos de los gobiernos federal y estatal, cuyos recursos destinados a dicho rubro resulta obviamente insuficiente, pero sirve de pretexto para que en el ámbito municipal no se trabaje en el tema. El dinero para cultura en un municipio se gasta en burocracia, y en los eventos antes mencionados. Cuando se proyecta alguna actividad para los creadores, estos son invitados a participar sin pago, sin recursos materiales, sin infraestructura, con la idea preconcebida de hacerlo “por amor al arte” o para aprovechar el espacio y darse a conocer.
Los artistas, los creadores, son un reflejo de la vida en comunidad, intérpretes de lo social, de ahí su importancia para los pueblos. Sin creación no hay pueblo posible, porque incluso el artista no crea sentimientos, emociones, colores, sino que toma lo que hay y a partir de ahí lo interioriza y transforma. Es responsabilidad de la autoridad hacer un espacio en su proyecto y en su presupuesto para fomentar la creación y la producción artística en todas sus manifestaciones; para arropar al creador y darle el lugar que se merece; para acercar el arte a la gente, pero también a los artistas; y para apoyarlos en su exposición, en su proyección hacia el exterior. Si ya es motivo de orgullo que un artista nacido en el pueblo destaque en otros lugares, ¿no lo será aún más si éste reconoce la importancia que el pueblo tuvo en su formación como creador?
“Todo niño es un artista. El problema es cómo seguir siendo artistas al crecer», dijo Pablo Picasso. Ofrecer a las personas, especialmente a los niños, la oportunidad de acercarse al arte y a la creación artística significa brindarles una opción de vida ante lo que les ofrece una realidad aplastante. Desde esta perspectiva, la creación artística se convierte en una herramienta que puede cambiar a una sociedad.

MA/MA