Néstor Daniel Santos Figueroa
El Grullo, Jalisco. 08 de junio de 2022. (Letra Fría) La música es esencial en la vida de muchas personas, de hecho, es difícil creerle a alguien que nos dice que puede vivir sin música, que no tiene un gusto musical particular. Los que sí, acudimos a ella en la felicidad y en la tristeza. Es fuente inagotable de alegrías, ilusiones, esperanzas y nostalgias. La música siempre nos acompaña, como la banda sonora de nuestras emociones. Sin embargo, cada quien tiene su gusto particular y es común que conviva con personas afines a dicho gusto, que amenice sus reuniones sociales con melodías pertenecientes al género musical con el que más se identifica y, sobre todo, que asista a eventos masivos para escuchar y disfrutar a sus intérpretes favoritos.
En este sentido, la música une a personas afines, pero las separa de aquellas que no lo son. Pero una orquesta sinfónica nos da la posibilidad de experimentar la riqueza de emociones que despierta la música de manera común. Una orquesta sinfónica es capaz de hacer que personas de la misma ciudad, de todos los gustos, se reúnan para hermanarse por medio de la música.
Una orquesta sinfónica interpreta en vivo la música más extraordinaria que ha sido compuesta.
A través de una orquesta sinfónica la historia de la música cobra vida. Una vida que de pronto frente a nosotros palpita.
La magia de una orquesta en vivo radica en las vibraciones:
Vibran los instrumentos y vibran las voces.
Vibraciones que el cuerpo recibe. Los nervios se estremecen y la sangre se agita.
Además, el repertorio de una orquesta sinfónica no se integra únicamente por repertorio antiguo. Un espacio importante de su trabajo debe estar destinado a la creación contemporánea, a la interpretación de música nueva.
Estas son, a falta de muchas otras más, razones para apostar por la formación y sostenimiento de una orquesta sinfónica, además de acercar a los niños y jóvenes a integrarlas, recordemos que la educación musical es una herramienta de transformación social.
Una orquesta sinfónica no debe tomarse a la ligera ni abandonarse a la improvisación. Debe responder a un proyecto minuciosamente diseñado, debe contar con un espacio digno para sus presentaciones.
Hace un poco más de 10 años se apostó por el proyecto musical más importante en la historia de El Grullo. En aquel entonces, un Director, cuatro maestros y un gran grupo de jóvenes talentosos le mostraron al pueblo lo que se podía lograr si se trabajaba en serio. Once años después sólo es un recuerdo, una triste muestra de cómo la política, la burocracia, los intereses personales y los manejos turbios pueden hacer para echar abajo lo poco que se avanza.
MA/MA