Por: Pie de Página | Alianza de Medios
“Hay colegas que les da pena porque en su familia los ven como que no pueden conseguir chamba”, dice Minerva Ante Lezama, doctora en Psicología Social por la UNAM con estudios postdoctorales. “A mí mi papá me dijo hace un par de semanas que por qué estaba aquí en la ciudad, sola, que mejor me regresara, que él me mantenía”, dice con un dejo de desesperación y enojo.
“¡Papá, perder mi autonomía económica después de tantos años es lo peor que me podría pasar! Eso jode mucho. He puesto mucho esfuerzo y corazón en todo lo que he hecho: el doctorado, el posdoctorado, el activismo, mi trabajo como profesora o con colectivos y comunidades, todo para no tener certeza de poder pagar la renta el siguiente mes”. Como ella, hay miles de científicos e investigadores en el país con todos sus títulos atravesados en la garganta porque no pueden encontrar una plaza de investigación.
Las plazas de investigación del Conacyt parecen ser cada vez menos, contrario a lo que dice su directora. Por ello, cientos de científicos se organizaron para demandar un alto a la precarización de la ciencia.