Este fin de semana, la sociedad civil logró un triunfo frente al despojo, algo ya común en estos tiempos en que las políticas públicas se deciden en oficinas céntricas, con muchos criterios económicos y poca sensibilidad social y humana. Me refiero al éxito alcanzado por los habitantes de Temacapulín, Acasico y Palmarejo, en los Altos de Jalisco, un logro que bien puede inspirar la resolución de situaciones similares en otras partes de México.
Vale la pena recordar los antecedentes. En el lejano sexenio de Vicente Fox, se propuso la construcción de la presa «El Zapotillo,» que permitiría llevar más agua a Jalisco y Guanajuato.
Los habitantes de Temacapulín se enteraron por las noticias de que este proyecto contemplaba la desaparición de sus pueblos y sus formas de vida, lo que los llevó a iniciar una emblemática resistencia que duró alrededor de 16 años.
Claves de la resistencia
Durante ese tiempo, los gobiernos federales y estatales se caracterizaron por mostrar simpatía hacia la población cuando eran candidatos, pero al asumir el poder cambiaban de postura, defendiendo la necesidad del agua, la inversión multimillonaria de la presa, y ofreciendo alternativas a los pobladores que nunca fueron consideradas dignas, ya que todas implicaban la desaparición de sus comunidades.
Fueron 16 años de resistencia en los que buscaron alianzas locales, nacionales e incluso internacionales, ejerciendo la presión suficiente para que el proyecto se rehiciera a nivel técnico.
Lograron calcular que, con la cortina de la presa a 40 metros, ninguna población se inundaría. También consiguieron la aprobación del «Plan de Justicia para la Reparación Integral de los Daños,» que contempla desde una disculpa ofrecida por el Estado mexicano, la certeza jurídica de no ser desplazados hasta la realización de obras públicas para mitigar los daños.
Inauguran la presa
Este fin de semana, las autoridades inauguraron la presa, que abastecerá de agua a Guadalajara y León principalmente. El triunfo de las comunidades quedó opacado por el pleito postelectoral y la animadversión que el gobernador provoca en buena parte de Jalisco, pero la lección de los habitantes es lo más valioso.
En el contexto del gobierno hegemónico, abundan las experiencias de desplazamiento de comunidades por megaproyectos que priorizan las ganancias económicas.
Casi al mismo tiempo que la amenaza a Temacapulín, se vivió el cierre de la playa Tenacatita, que si bien se reabrió, nunca ha vuelto a tener el mismo esplendor de hace década y media. En la costa de Jalisco, aún persisten numerosas playas privatizadas.
La lección más importante que nos dejan los habitantes de Temacapulín es que hicieron política: buscaron alianzas, tejieron acuerdos, participaron en propuestas de solución, resistieron, denunciaron y vencieron a los políticos profesionales, quienes asumen que en el modelo democrático que imaginan, los ciudadanos solo tienen derecho a tachar boletas cada tres años para elegir entre opciones que cada vez muestran menos diferencias.
Los triunfos siempre motivan a seguir luchando.