Aunque sea Autlán de la Grana y por mucho que cada año se viva el carnaval, hay que reconocer que, entre los jóvenes, la tauromaquia está lejos de ser popular; es más bien menospreciada.
No los culpo, entiendo que el mundo en el que viven, esta actividad centenaria y universal presenta rasgos con los que no están de acuerdo, y la desestiman hasta que la conocen de una manera más cercana y entonces obtienen lecciones inesperadas de un origen despreciado.
En días anteriores, participé de manera directa en la XV Semana Cultural Taurina, que desde su origen tuvo como propósito acercar al público a los valores éticos y estéticos que la fiesta brava comparte con quien se arrima.
En uno de esos días, varios de mis estudiantes acudieron a la clase práctica que en la plaza de toros ofrecieron los matadores Miguel Ángel Martínez “El Zapopan” y Alfredo Gutiérrez.
Las lecciones
La experiencia generó en los muchachos una serie de debates, narrativas y aprendizajes que me compartieron, pues, sobre todo en el caso de las confrontaciones, esperaban un arbitraje con cierto grado de conocimiento del tema.
De esas reflexiones y las mías, es que quiero compartir con los lectores de este Letrero las tres lecciones de vida que resultaron más relevantes para mis estudiantes y de las que soy muy feliz de que aprendan los jóvenes a quienes aprecio.
Valentía al enfrentar los desafíos de la vida, es la primera lección. No soy de los adultos que piensan que el mundo de los jóvenes es más fácil que el de años atrás. Se han superado múltiples barreras que ofrecen comodidad y mejores perspectivas, pero los jóvenes viven en un mundo desafiante, violento, con cada día menos recursos y numerosos frentes de hostilidad, en los que triunfar resulta complicado.
Toro como metáfora
El toro es una metáfora de esos peligros; luchar en desventaja, sobreponerte al miedo y al dolor, es una lección que todas y todos necesitamos.
La segunda lección es el respeto y cuidado de la vida. Suena extraño, porque en el ruedo hay muerte, pero a diferencia de lo que ocurre en los videojuegos, donde las vidas se reinician infinitamente, el humano solo tiene una oportunidad de ser feliz y de trascender.
Asumir eso ayuda a valorar más lo que se tiene y lo que se vive. No es contradictorio que también se respete y cuide la vida de los toros; la lidia en la plaza de algunos ejemplares garantiza la vida de cientos de ellos, principalmente hembras que se quedan en el campo. Ignorar la muerte no la desaparece.
La última lección es el aprecio por la cultura y el conocimiento. La fiesta de los toros, por su carácter centenario y universal, es una bellísima oportunidad para conocer infinidad de temas.
En esta semana cultural, y sin que eso reduzca el universo, hablamos de: moda y belleza, música y tradición, historia, literatura, cine, poesía, avances científicos, valentía, zoología, arte, medicina y de cientos de ciudades en todo el mundo. La visión se amplía cuando hay un tema que apasiona.
Hay lecciones donde menos te las esperas.
