Por: Mongabay| Alianza de Medios
MICHOACÁN.- “Cuchita es recolectora de hierbas de cuarta generación de nuestra familia”, dice Juana Bravo, de 45 años, señalando una foto de su sobrina. “Mira, aquí ella estaba recogiendo plantas medicinales en las montañas cuando tenía solo un año y medio”. María de Jesús, a quien llaman Cuchita, ahora de 9 años, todavía comparte esa misma pasión con su tía. La encontramos después de la escuela, junto a su tía Juana para preparar un ungüento antiséptico con hierbas medicinales recolectadas en el jardín o patio de su casa.
Angahuan, un pueblo de 6 mil habitantes en Michoacán, cuenta con varias generaciones de mujeres indígenas purépechas que practican la medicina tradicional. Juana y Cuchita forman parte de este grupo de una docena de las llamadas ‘curanderas’, conocidas por su uso de la medicina herbolaria y comúnmente llamadas tsinajperi (“las que hacen crecer la vida”) en lengua purépecha. También son muy solicitadas por sus habilidades en partería y la técnica tradicional de masaje mesoamericano llamada sobada.
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