Modesta Guerra: la mujer que revivió un terreno muerto

Modesta encontró eso que buscaba y su mayor impulso en la vida al trabajar la tierra. Foto: Mayra Vargas.

Por: Mayra Vargas | #NoSomosVíctimas

Gómez Farías, Jalisco.- Al lado de una autopista y rodeado de cultivos de agave, hay un pedazo de tierra que resiste. Es el terreno de Modesta Guerra Rodríguez y su esposo, ubicado en la localidad de San Nicolás, en Gómez Farías, en el Sur de Jalisco. Mode, como le dicen, siembra maíz y hortalizas, libres de químicos, por lo que su terreno se considera un oasis en medio de las hectáreas de monocultivo.

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Mode tiene 53 años de edad. Nació en Veracruz, pero desde sus dos años su familia se mudó a Gómez Farías. Ella recuerda que su padre tenía huertas y cree que de ahí surgió su amor por las plantas, por el campo. Ahora, pero ya sin sus padres, Mode vive en San Andrés Ixtlán, una localidad de dicho municipio. 

Ella es estilista de profesión. Todos los días tiene mucho trabajo porque es muy buena en lo que hace, sin embargo, siempre supo que su misión en Gómez Farías o en la vida iba más allá. Siempre quiso hacer algo más, algo distinto, algo que reivindicara y mejorara la calidad de vida de su familia y de las demás personas. 

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Modesta encontró eso que buscaba y su mayor impulso en la vida al trabajar la tierra. “Empecé en casa a sembrar lo que más podía, en tambos, en cubetas en lo que fuera. A cultivar mis primeras hortalizas en casa y siempre tuve el deseo de tener un espacio más grande, a tal grado que vendimos una propiedad, para hacernos de este terreno”.

El espacio que compraron está al borde de la autopista Guadalajara-Colima. Darle vida a esa hectárea ha sido un reto, pues la tierra estaba muerta. “No había vegetación, no había nada y me he dedicado junto con mi esposo a darle vida, tanto en árboles como en cuidado del suelo”, cuenta.

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Modesta Guerra en su terreno. Foto: Mayra Vargas.

Antes de adquirir el espacio, éste era usado para producir silo. Lo único que les importaba a los anteriores dueños era sacar la hoja, la pastura para el ganado. “Lo tenían lleno de químicos, lo tenían muerto prácticamente porque levantaban toda la pastura, entonces estaba seco, duro”, explica Mode.

Desde que lo compraron, ella y su esposo se propusieron a no levantar nada de rastrojo, gracias a ello, a sus cuidados y mantenimiento, es fecha que han logrado dos cosechas de maíz. 

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Además del maíz, tienen diferentes tipos de calabaza, variedades de frijol, limones, manzanas, guayabas, granadas, peras, naranjas, limas, incluso hay pinos. “Lo que aquí tratamos es que haya una variedad de plantas, desde las más pequeñitas como son los rábanos, hasta lo más grande que son los cedros. Es importante no tener un monocultivo”.

Mode y su esposo trabajan todos los días en su predio desde hace más de dos años y aunque ha sido cansado y pesado, les entusiasma ver cómo le han dado vida a algo que estaba estéril. Además, cuenta que su familia participa en las actividades de siembra y cosecha. Han incluido a sus nietos, sobrinos, sus hijos y a sus nueras, por lo que también se ha vuelto un espacio de convivencia familiar. 

Las mujeres que motivan a más mujeres

Mode no ha estado sola en este proceso, en realidad, el aprendizaje y el horizonte se abrió para ella cuando conoció a un grupo de mujeres de El Grullo, quienes le enseñaron que sí es posible hacer sus propios huertos y a sembrar para el autoconsumo. 

Este encuentro se dio gracias a la curiosidad de Mode, que la llevó a preguntar a la presidencia municipal de Gómez Farías si existía algún programa o apoyo sobre huertos para San Andrés Ixtlán. La respuesta fue que no, pero que en El Grullo sí, que habría un encuentro entre mujeres campesinas. “Me dijeron, ¿le gustaría ir allá? y pues no  importa que estuviera lejos, hasta allá me fui y la verdad no me arrepiento…cada que voy regreso con más energías, con más semillas, con nuevas ideas y a contarle a mi esposo”.

Convivir  con las mujeres de El Grullo fue algo especial para Mode. Ver los huertos en sus casas la motivó más a enfocarse en producir, tanto en su casa como en el terreno, por lo que su trabajo en la estética pasó a ser una actividad secundaria de medio turno. 

“No me arrepiento, al contrario me emociono más. Cada día estoy más cerca de dejar la estética porque hay otro tipo de belleza, todo eso también es químicos, entonces también lo que yo hago ahí (en la estética) me perjudica, tanto a mí, como a las que se los hago, entonces he aprendido también que sí quiero tener una vida un poquito más saludable o ayudar a los demás  a tener vidas saludables”. 

Todas las ideas y técnicas para combatir plagas y fertilizar de forma natural se las trajo Mode desde El Grullo. Le han aconsejado que ponga desde ortiga, estiércol, ceniza, higuerilla, etc., todo lo ha aplicado en sus espacios y le ha dado buenos resultados.

“Ahora que yo veo mis plantas, que veo tan bonitos mis árboles y que no les pongo ningún químico y que me están produciendo, esa es la mayor satisfacción. A lo mejor no es una satisfacción económica pero es una satisfacción personal, el llevar a la mesa de mi familia y decirles: este es un aguacate del potrero, cero químicos, este es un jitomatito del potrero, el que sembró mi nieto, mi nieta”, explica. 

Mode dice que todo funciona, desde el estiércol o  los desechos que antes se consideraban basura, ahora en su familia todo se utiliza. Desde la rama del árbol que cae, hasta las cáscaras de las frutas o verduras que se comen. Todo sirve para algo. 

La tierra te sana

Hace un tiempo Mode se enfermó de encefalitis. El diagnóstico fue que ella dejaría de caminar al menos tres meses. Esta noticia la entristeció, pues pensó que no iba a poder desarrollar sus actividades en el campo, sin embargo, una compañera campesina de El Grullo, le aconsejó que caminara descalza en la tierra de su terreno. “Yo venía desde temprano, me quitaba mis zapatos, empezaba a caminar lento y cuando menos pensé yo ya estaba caminando perfectamente bien”, comparte. 

Otra situación de salud que afecta a Mode es en uno de sus senos, en el que ha tenido varios problemas que la han llevado a visitar diversos ginecólogos y oncólogos. Aunque afortunadamente hasta ahora todo ha salido bien para ella, el común de la gente con la que ha platicado coinciden en “que lo que comemos ahora, todo el sistema de producción que tienen ahora, llenos de pesticidas es lo que nos está enfermando. No es tanto el corre y corre de la vida, el ajetreo, el estrés, no, yo creo que es más bien lo que estamos metiéndole a nuestro cuerpo… lo que nos están vendiendo para alimentarnos, eso es lo que en realidad nos está enfermando”.

Por eso, para Mode, el saber que todos sus esfuerzos son para producir alimentos sanos la emociona, porque es una esperanza para ella y su familia. “El campo es nuestra vida, nuestro alimento”.

Para ella es satisfactorio estar en el campo, la oportunidad de ver crecer a sus hijos, enseñarles a amar la naturaleza y el respeto por los animales. Además, tienen mucho tiempo para platicar entre ellos, dice que se les van las horas, pues se han quedado hasta las 10 de la noche.

A Mode la motiva seguir en este camino cuando llega a su terreno y ve una ave diferente. Cuando ve que una plantita ya comenzó a dar fruto, que ya está más grande el jitomate. Llegar cada mañana y ver algo nuevo, todo eso  la llena de energía para seguir produciendo. 

Aunque su prioridad es la alimentación de ella y su familia, también ha compartido algunas cosas con la demás personas. Ha vendido jamaica, acelgas y calabazas, después de una muy buena cosecha obtenida el año pasado. “Tuvimos una cosecha buenísima el año pasado y vendí mucha calabaza. A una señora que se dedica a hacer atole con calabaza me dice, yo quiero tus calabazas. Las personas se dan cuenta cómo estamos sembrando y aquí todos son bienvenidos”.

Dice que la idea es que la gente vea y conozca que es posible lograr buenas cosechas sin usar agroquímicos. Incluso comenta que más personas están interesadas en unirse al proyecto de producción y eso le entusiasma.

Mode sembrando maíz. Foto: Mayra Vargas.

La agroindustria que enferma

Aunque hay motivación y esperanza en Modesta, no puede evitar ver lo que la rodea: hectáreas de agave, aguacate y berries. “Cada 28 días vienen y fumigan el agave de al lado y los berries no se diga, son todos los días que tienen cosas en su riego, en sus foliares, entonces todo eso, el químico no se queda en la planta, lo tenemos en el aire. Entonces para mi ese es el reto y hacer frente, a que no porque los demás siembran voy a quitarme”, señala.

Su deseo es seguir sembrando orgánico y hacer frente a la agroindustria junto con su esposo. Algo que también le preocupa, es que cada vez más terrenos son usados para la construcción, por lo que teme que en un futuro esa zona en la que está su terreno, se llene de casas y no haya dónde sembrar, “porque ahorita en todos lados quieren hacer casas porque hay una necesidad muy alta de viviendas, pero y ¿qué van a comer? y ¿dónde estarán los alimentos?”. 

Mode dice que la agroindustria enferma a las personas. Que cada día se usan más químicos y cada vez hay más enfermedades. Las infancias son las más vulnerables a esta situación.  “Yo platico mucho con gente de diferentes situaciones económicas y padecemos ya las mismas enfermedades, los mismos males, las mismas preocupaciones. Todos nos preocupamos por lo que estamos comiendo, entonces para mí sí es muy necesario trabajar en producir sin químicos, porque es una urgencia, ya no es una necesidad, esto es una urgencia”.

Comparte que su padre, como campesino que fue, nunca se colgó una bomba en la espalda para fumigar algo, tampoco usó pesticidas. Mode creció en el campo y araban con animales, sin embargo, ahora es todo diferente.

“No quiero ser nada más yo, quiero que haya muchas más”

Modesta Guerra sueña con inspirar a más personas del municipio de Gómez Farías. Dice que hay muchas mujeres con interés de impulsar la producción de alimentos orgánicos. “Hemos compartido pláticas con muchas mujeres y dicen sí Mode vamos haciéndolo y sí, me invita cuando lo haga, entonces el ir y visitar allá (en El Grullo) sus predios, sus casas, sus huertos me motiva a un día llegar aquí en San Andrés o Gómez Farías ver que mi vecina, mi cuñada, mis amigas  o mis conocidas tienen sus huertos, creo que eso es lo que yo quiero”.

Afortunadamente Mode ha tocado algunas puertas y la novedad es que le prestaron una escuela que está en desuso. Ahí van a iniciar con el proyecto de huertos familiares para adultos, niños y niñas. Esto la emociona y llena de esperanza, el poder compartir su tiempo para algo tan importante como es la producción de alimentos saludables, libres de químicos. 

“Cuando una mujer está en el campo se merece respeto. Tiene mucho valor una mujer que trabaja con sus manos, con su sudor, que junto con su esposo llevan comida a su casa. La siento como una mujer libre, siento que es más sencilla, que lleva en su corazón mucha humildad y mucho amor”, describe Mode a las mujeres que se dedican al campo. 

Ella espera que cada día haya más mujeres así, porque se necesitan. Mode es una de esas mujeres, que encontró el sentido de su vida en trabajar la tierra y hacerla producir. Comparte que cuando está en el campo recuerda con mucho cariño a su papá y a su mamá. Mis padres ya no viven, entonces haciendo esto empiezo a pensar en ellos. No sé si algún día les dije gracias, que lo más probable es que no, por lo que hicieron por mí, pero ahora que estoy con las manos en el campo, los recuerdo tanto y digo: con cuánto cariño nos cuidaron, porque ellos sí nos alimentaron con los productos del campo”, reflexiona.

Mode espera que pronto haya una revolución en San Andrés Ixtlán, la localidad donde vive o en San Nicolás, donde tiene su terreno e incluso en el municipio de Gómez Farías. Ella busca que surjan más personas con la inquietud y las ganas de apoyar alternativas de producción en el Sur de Jalisco.

“No quiero sentirme sola en esta batalla de los alrededores. Quiero que haya más personas que digan yo quiero hacer eso, por lo que se viene, por lo que vamos a batallar más adelante. Somos cada vez más personas, todos comemos y necesitamos dónde apoyarnos. No quiero ser nada más yo, quiero que haya muchas más”, expresa Modesta.

Estas seis historias de mujeres que resisten en cinco municipios de Jalisco, desde la Sierra de Amula hasta el Sur, son sólo una muestra de la esperanza, la convicción y la urgencia de pensar en alternativas de producción libres de agroquímicos y de que alimentarse sanamente es posible. 

Herlen, Karla, Julieta, Laura, Yolanda, Maritza, Olivia, Lidia, Maricela y Modesta son las protagonistas de estas iniciativas familiares, individuales o colectivas que buscan revolucionar el campo e inspirar a través de sus historias. 

*Esta publicación forma parte del proyecto #NoSomosVíctimas, de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie, financiado por la Embajada Suiza en México.

Créditos de todos los materiales generados para este trabajo:

Investigación y texto: Mayra Vargas.

Edición de texto: Carmen Aggi Cabrera y Mely Arellano.

Fotos: Mayra Vargas, Vianney Martínez y Jhoseline Ramírez.

Intervención gráfica: Jengibre Audiovisual.

StoryMapJS: Mayra Vargas.

Producción de videos: Jasmin Hurtado.

Mayra Vargas Espinoza es una periodista mexicana radicada en Guadalajara, Jalisco. Es coordinadora editorial del Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano (NCC Iberoamérica), miembro del Consejo Editorial de Letra Fría y responsable del área de Investigaciones Especiales. Principalmente cubre temas relacionados con la ciencia, entre ellos medioambiente y salud, además de comunidades indígenas y derechos humanos. Sus trabajos se han publicado en medios locales, estatales, nacionales y de América Latina. Forma parte de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia y de Chicas Poderosas México. En 2015 ganó el premio especial James Rowe al periodismo de investigación, otorgado por el Foro de Periodismo Argentino, mientras que en 2020 ganó el Premio Estatal de Innovación, Ciencia y Tecnología de Jalisco, categoría de divulgación científica, con el proyecto colectivo del NCC Iberoamérica. Cursó el taller internacional de periodismo cultural y técnico científico, organizado por la RAI Italia, junto con el Centro Italiano di Studi Superiori per la Formazione e l'Aggiornamento in Giornalismo Radiotelevisivo de Perugia.

Recibió mención honorífica en el 2do. Hackatón de Periodismo Científico e Innovación, organizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en Guadalajara, Jalisco, también en 2015.

Ha publicado trabajos en diversos medios como Aristegui Noticias, en la revista digital Votán MX y Zona Docs.

Desde 2017 es miembro de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia (Red MPC), con sede en la Ciudad de México y es miembro activo del Capítulo Juvenil Costa Sur de la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística del Estado de Jalisco (BSGEEJ) desde junio de 2018.

Ganó el Premio Juventud 2019 en Autlán, Jalisco.

Periodista en Letra Fría desde 2013.

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