Por: Darinka Rodríguez
Autlán de Navarro, Jalisco. 23 de marzo de 2021. (Letra Fría) Son pocas las historias que conozco que representan lo que significa realmente la perseverancia. Pero hace un año, la cooperativa de mujeres de la comunidad indígena de Cuzalapa, me enseñó que se puede resurgir a pesar de las adversidades. Esta es la historia de un grupo de mujeres que logró su autonomía a través de la producción de café.
Enclavada en la Sierra de Manantlán, la comunidad indígena nahua de Cuzalapa, forma parte del municipio de Cuautitlán de García Barragán, ubicado en la Costa Sur de Jalisco. Desde el 2015, esta comunidad es la sede del “Festival del Café Cuzalapa”; un festival donde además de comercializar diversos productos elaborados por la cooperativa y pequeños productores, se realizan actividades que promueven la conservación del medio ambiente, la agroecología y la economía solidaria.
Este año, debido a la pandemia por el COVID-19, se optó por realizar el festival de manera virtual a través de Facebook.
Para llegar a ser la cooperativa que son actualmente, el grupo de mujeres “Color de la Tierra”, sorteó varios obstáculos y en el camino, además, rescató los cafetales bajo sombra de Cuzalapa, y detuvo la desertificación de la Sierra de Manantlán. Pues fue en el 2001, con la drástica baja de los precios del café, que los productores decidieron abandonar sus cultivos, y hacer cambio de uso de suelo para rentar sus tierras para ganadería.
Así fue como poco a poco el paisaje comenzó a cambiar, la fresca sombra de los árboles desaparecía para abrir paso a la desertificación. La tala de cafetales de sombra, implicaba la tala de todos los árboles mayores; árboles de arrayán, capulín, mamey, limón, plantas medicinales y árboles maderables. Con la disminución de la fruta, se comprometió la calidad alimentaria y la población presentó casos de desnutrición.
Fue entonces que las mujeres decidieron actuar, y buscar estrategias para aumentar el valor del café. En vez de exportar el grano de café a un bajo precio, comenzaron a organizarse para tostar un poco en ollas de barro y comenzar a venderlo a los estudiantes del CUCSur, investigadores y demás gente que subía a la sierra. Gracias a su sabor único, el café ganó reconocimiento y tiempo después, las mujeres consiguieron un apoyo de la Universidad de Guadalajara para ir a vender su café a lo largo de Costalegre.
Al principio el panorama no fue alentador, pues los restaurantes, cafeterías y demás establecimientos, nunca habían pagado por un producto con las características del café que vendían las mujeres; orgánico, libre de químicos, y con un molido y tostado tradicional. Pero poco a poco, su producto fue aceptado y preferido por los comercios de la región por su sabor e identidad.
El obstáculo más difícil fue el que las mujeres encontraron al interior de sus hogares y frente a su propia comunidad. En su contexto cultural, la mujer nunca había trabajado.
“Ahí fue un choque cultural tremendo, los maridos eran muy machistas. Las mujeres integrantes que entraron al grupo a escondidas del esposo y que decían “yo nunca voy a venir a una reunión para que mi esposo no se dé cuenta”, porque la mujer nada más a lavar al arroyo y a hacer la tortilla calientita a todas horas, todo su trabajo era atender a los hijos y servirle el plato al marido. Fue todo un reto que se enfrentó, desde cómo le digo a mi esposo que me toca ir al CUCSur a vender porque hay tal festival cultural al que nos están invitando con nuestro puestecito”, me contaba en aquella ocasión Rosa Elena Ramírez Pizano, miembro y voz de la cooperativa de mujeres indígenas.
Las mujeres de Cuzalapa, desde sus acciones en la cooperativa resignificaron el papel de la mujer dentro de la comunidad. Ahora viven con más libertad y no dependen económicamente del trabajo de sus maridos. Actualmente el café no es el único producto que ofrecen; también venden jamaica, pipián, plátanos tostados con sal y con miel, aretes, bordados, miel, pulpas de frutas, chile secos, etc.
Las mujeres de Cuzalapa a través de la perseverancia y sabiduría de los pueblos indígenas, lograron el rescate y la preservación de la madre tierra, tan preciada y valorada por sus ancestras.
MA/MA
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