Obispo Rafael Sandoval: «Nuestra fe es capaz de resistir cualquier tormenta»

El obispo de la Diócesis de Autlán, Rafael Sandoval, habló a los fieles sobre la fe cristiana. Describió las situaciones de crisis como "oscuridad" y a la fe cristiana como "luz", e invitó a los feligreses a transfigurarse en la esperanza, no solamente en el ámbito religioso, también en las acciones cotidianas.

Obispo de la Diócesis de Autlán, Rafael Sandoval. (Foto: Esther Armenta León)

Por: Vianney Martínez Pérez.

Autlán de Navarro, Jalisco. 13 de marzo de 2022.- (Letra Fría). En la homilía del segundo domingo de Cuaresma en la Catedral de la Santísima Trinidad, el obispo de la Diócesis de Autlán, Rafael Sandoval, reflexionó en torno a la primera lectura del Libro del Génesis y al Evangelio de Lucas, sobre la importancia de la fe en los momentos de crisis.

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Previamente a iniciar la celebración semanal cristiana, el obispo recordó el Evangelio de Lucas, leído la semana pasada, en el que se analizó el camino de Jesucristo por el desierto durante cuarenta días, donde éste, además de realizar ayuno diario, fue tentado por Satanás para reafirmar su fe: «Hay que caminar, porque la vida es como un camino, en este camino de la Cuaresma sabemos que el número 40 es simbólico”.

Prosiguiendo con la reflexión del domingo de hoy, el prelado inició con una pregunta hacia los fieles presentes en la catedral: “Mis hermanos, ¿cierto que hay etapas de oscuridad en nuestras vidas?». En consecuencia el sacerdote explicó cómo la primera lectura del Libro de Génesis ( Gen 15, 5-12. 17-18) en la que aborda la historia del encuentro de Dios con Abraham, donde Dios bendijo a este a través de las promesas divinas de la descendencia, tenía estrecha relación con la fe en situaciones de crisis.

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“¿Algunos de ustedes no se han sentido fracasados cuando sus hijos no les responden? ¿Cuándo sus sueños se esfuman? ¿Cuándo la familia se divide? ¿Cuándo no te sale nada en la vida? Ahí es cuando Dios nos realiza promesas en medio de la oscuridad”, exclamó Sandoval.

Prosiguiendo, el sacerdote compartió memorias sobre sus inicios en la vida parroquial «también la iglesia pasa crisis, y uno se pregunta: ¿esta será la iglesia? En medio de tantos abusos de autoridad uno siente que su propia iglesia se hunde»; detalló que la duda y la incertidumbre acontecen en cualquier instante sin importar quién se es: «Miren mis hermanos, la fe pasa por esos momentos, por eso se llama luz oscura. Cuando lleguemos a ese punto debemos preguntarnos: ¿Y mi fe? La palabra de Dios aparece en momentos críticos».

«Nuestra fe es capaz de resistir cualquier tormenta»

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En análisis del Evangelio de hoy (Lc 9, 28b-36), Sandoval comenzó con la afirmación: «Nuestra fe es capaz de resistir cualquier tormenta». De acuerdo con el Evangelio de Lucas, los apóstoles de Jesucristo comenzaron a entrar en crisis al escuchar a Jesús anunciar su muerte en Jerusalén; en consecuencia, éste les pide a los apóstoles Pedro, Santiago y Juan subir a orar a una montaña. En este contexto, el obispo sostuvo que la oración como parte de la fe cristiana es un motor para transfigurarse en la esperanza durante los momentos de crisis.

“Es que la fe se debilita en medio de estas guerras inhumanas, de esta pandemia, de tantas dificultades y uno se pregunta dónde está Dios. Creer es guiarse en la oración a Jesucristo”, dijo Rafael Sandoval.

Antes de finalizar con la homilía, el prelado sostuvo que «la oscuridad le pasa a quienes no tienen fe y a los que sí la tenemos», insistiendo que la «oscuridad», como llama a los momentos críticos, y la «luz» manera en la que se refiere a la fe, no es cuestión solamente de religiones, sino también de acciones cotidianas.

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El obispo finalizó su mensaje con la frase: «Detrás de la oscuridad hay luz, una transfiguración, que no solamente es de Cristo, es tuya y mía».

A continuación, la primera lectura y el Evangelio comentado por el obispo, Rafael Sandoval:

Primera Lectura. Lectura del Libro del Génesis 15, 5-12. 17-18 (Gen 15, 5-12. 17-18):

En aquellos días, Dios sacó a Abraham de su casa y le dijo: “Mira el cielo y cuenta las estrellas, si puedes”. Luego añadió: “Así será tu descendencia”.

Abraham creyó lo que el Señor le decía y, por esa fe, el Señor lo tuvo por justo. Entonces le dijo: “Yo soy el Señor, el que te sacó de Ur, ciudad de los caldeos, para entregarte en posesión esta tierra”. Abraham replicó: “Señor Dios, ¿cómo sabré que voy a poseerla?” Dios le dijo: “Tráeme una ternera, una cabra y un carnero, todos de tres años; una tórtola y un pichón”.

Tomó Abraham aquellos animales, los partió por la mitad y puso las mitades una enfrente de la otra, pero no partió las aves. Pronto comenzaron los buitres a descender sobre los cadáveres y Abraham los ahuyentaba.

Estando ya para ponerse el sol, Abraham cayó en un profundo letargo, y un terror intenso y misterioso se apoderó de él. Cuando se puso el sol, hubo densa oscuridad y sucedió que un brasero humeante y una antorcha encendida, pasaron por entre aquellos animales partidos.

De esta manera hizo el Señor, aquel día, una alianza con Abraham, diciendo:

“A tus descendientes doy esta tierra,
desde el río de Egipto
hasta el gran río Éufrates’’.

Evangelio según San Lucas (Lc 9, 28b-36):

En aquel tiempo, Jesús se hizo acompañar de Pedro, Santiago y Juan, y subió a un monte para hacer oración. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se hicieron blancas y relampagueantes. De pronto aparecieron conversando con él dos personajes, rodeados de esplendor: eran Moisés y Elías. Y hablaban de la muerte que le esperaba en Jerusalén.

Pedro y sus compañeros estaban rendidos de sueño; pero, despertándose, vieron la gloria de Jesús y de los que estaban con él. Cuando éstos se retiraban, Pedro le dijo a Jesús: “Maestro, sería bueno que nos quedáramos aquí y que hiciéramos tres chozas: una para ti, una para Moisés y otra para Elías”, sin saber lo que decía.

No había terminado de hablar, cuando se formó una nube que los cubrió; y ellos, al verse envueltos por la nube, se llenaron de miedo. De la nube salió una voz que decía: “Éste es mi Hijo, mi escogido; escúchenlo”. Cuando cesó la voz, se quedó Jesús solo.

Los discípulos guardaron silencio y por entonces no dijeron a nadie nada de lo que habían visto.

Edición: Gladiola Madera

Queda prohibida la reproducción total o parcial. El contenido es propiedad de Letra Fría.

Estudiante de la licenciatura en periodismo en el Centro Universitario del Sur, de la Universidad de Guadalajara, con afinidad al periodismo narrativo, de derechos humanos y fotoperiodismo. Corresponsal de Letra Fría en proceso electoral 2021.

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