Plaguicidas en miel de la región: dosis altas de neonicotinoides afectan a las abejas

En Autlán, Tonaya, La Huerta y Tomatlán, investigadores del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA) de la Universidad de Guadalajara, encontraron rastros de varios tipos de plaguicidas en muestras de miel. Aunque el nivel de concentración no afecta a la salud humana, sí impacta de forma letal a las abejas.

Fotografía: David Valdovinos / Universidad de Guadalajara.

Por: Mayra Vargas

Jalisco, México. (Letra Fría).- Investigadores del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA) de la Universidad de Guadalajara, encontraron rastros de varios tipos de plaguicidas en muestras de miel que fueron colectadas para su análisis en municipios de distintas regiones de Jalisco; algunos son Autlán y Tonaya en la Sierra de Amula, y La Huerta y Tomatlán, en la Costa Sur.

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Los científicos también detectaron dosis consideradas subletales (casi mortales) para las abejas en municipios del norte de Jalisco y del Sur.

Estos hallazgos los compartió este viernes, la doctora Silvia Lissette Ramos de Robles del CUCBA, durante el I Foro Internacional de Comportamiento, Alimentación y Medio Ambiente, en la mesa de discusión: Alimentos contaminados: situación actual y perspectivas en el eje ¿Qué comeremos mañana? Debates en torno a la alimentación en un mundo en crisis, organizado por el Centro Universitario del Sur de forma virtual. 

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La investigación compartida forma parte de  la tesis “Neonicotinoides y otros plaguicidas en miel de abeja producida en Jalisco, México: Análisis de contaminación ambiental y peligro potencial en salud humana” de la Maestría en Ciencias de la Salud Ambiental, de la ahora maestra Gilda Ponce Véjar, cuyo codirector fue el investigador Ernesto Guzmán Novoa, bajo la dirección de Ramos de Robles. Aunque esta tesis se publicó en noviembre de 2019, no significa que el problema se haya resuelto, pues la agroindustria sigue ganando terreno en varios municipios de Jalisco.

De acuerdo con la académica, para esta investigación se tomaron 30 muestras de miel, intentando abarcar el territorio de Jalisco para poder identificar la presencia de plaguicidas y neonicotinoides, “se tomaron 30 muestras de colmena fija, de tal manera que nosotros pudiéramos utilizar la miel como un indicador de contaminación ambiental, porque la abeja es capaz de volar al menos hasta 12 kilómetros alrededor de esta colmena y llevar este polen y néctar a la colmena y la miel conserva la parte de estos plaguicidas y nos permite analizar esta contaminación”, explicó. 

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La toma de muestras se dividió en dos zonas, norte y sur del estado, mientras que el análisis se llevó a cabo en un laboratorio certificado internacional, el Agriculture & Food Laboratory de la University of Guelph en Canadá, “este laboratorio tienen un método que permite identificar en el mismo análisis hasta 236 plaguicidas entre ellos los 7 neonicotinoides”, detalló la investigadora durante su intervención.

Captura de pantalla: I Foro Internacional de Comportamiento, Alimentación y Medio Ambiente.

Entre los resultados se identificó la presencia de familias químicas de plaguicidas en estas muestras de miel colectadas en colonias de abejas melíferas en zonas norte y sur de Jalisco, donde en la zona sur se detectó mayor cantidad y mayor concentración de plaguicidas, lo cual asocia la investigadora con la alta actividad agroindustrial presentada desde hace años y en la actualidad en la región.

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Plaguicidas detectados en muestras de miel de cada municipio del sur de Jalisco:

* Tonaya: Neonicotinoide, organofosforado y carbamato (fungicida).
* La Huerta: Neonicotinoide, carbamato (fungicida) y benzimidazole (fungicida)
* Tomatlán: Organofosforado, benzimidazole (fungicida) y urea (herbicida)
* Autlán: Organofosforado
* Zapotlán el Grande: Neonicotinoide y anilide (funguicida)
* Tapalpa:  Neonicotinoide y organofosforado 
* Sayula: Neonicotinoide y organofosforado 
* Concepción de Buenos Aires:  Neonicotinoide y organofosforado 
* Zapotiltic: Organofosforado y carbamato (fungicida).
* Pihuamo: Urea (herbicida)
* Tecalitlán: Organofosforado 
* Mascota: Neonicotinoide, metil-carbamato, organofosforado, carbamato (fungicida) y benzimidazole (fungicida)
Captura de pantalla: I Foro Internacional de Comportamiento, Alimentación y Medio Ambiente.

Nivel de concentración no afecta la salud humana, pero sí a las abejas

“Si nosotros analizamos la concentración de plaguicidas y la comparamos con los límites máximos residuales establecidos por la Unión Europea para la salud humana, podemos identificar que no presentan un riesgo para la salud humana, porque las trazas de miel identificadas no superan estos límites máximos residuales”, explicó la investigadora.

Sin embargo, las qué sí se ven afectadas por dichas concentraciones son las abejas, pues varias de las muestras encontradas están por arriba de la dosis subletal para abejas. De acuerdo con Ramos de Robles, esto quiere decir que sí existe una asociación directa entre la cantidad de neonicotinoides específicamente imidacloprid, que es el más tóxico de los neonicotinoides.

“Hay una asociación directa en la muerte de estos insectos y las dosis a las que están expuestas en este estudio y cuando encontramos dosis por debajo de la dosis subletal en abejas, podemos identificar que también les puede afectar causando trastornos en la comunicación, en el aprendizaje y debilitando su sistema inmune siendo más proclives a otro tipo de plagas”, explicó la investigadora. 

Captura de pantalla: I Foro Internacional de Comportamiento, Alimentación y Medio Ambiente.

¿Pero qué son los neonicotinoides?

De acuerdo con algunas definiciones, los neonicotinoides son una familia de insecticidas que actúan sobre el sistema nervioso central de los insectos, causándoles una parálisis que les lleva a la muerte normalmente en pocas horas, pero que tienen una menor toxicidad en aves y mamíferos, debido a que los neonicotinoides bloquean una ruta neuronal específica que es más abundante en los insectos que en los mamíferos.

“Los neonicotinoides, son sistémicos, resistentes en aire y agua y son moléculas sumamente solubles. Son sistémicos, es decir que son capaces de trastocar todas las partes de la planta, raíz, tallo, hojas, fruto, polen y demás y por eso son altamente tóxicos para abejas, en este caso porque son plaguicidas insecticidas, son capaces por su tamaño de permear toda la parte del suelo por ser hidrosolubles y están contaminando ríos y mares”, compartió la académica.

Van directo al sistema nervioso de los insectos y si bien los insectos como las abejas si no están expuestas a dosis letales de estos plaguicidas, sí quedan muy afectados en el sistema nervioso, pierden la capacidad de comunicación y de memoria y pueden no morir instantáneamente, pero no son capaces ya de regresar a la colmena. “Están sumamente asociados con la pérdida masiva de colonias de abejas y en humanos atraviesan la mucosa intestinal, la barrera hematoencefálica y la barrera placentaria”, dijo la doctora.

Las dosis subletales para abejas de imidacloprid se rebasan en:

* Tonaya (0.48 ng/n) 
* La Huerta (0.42 ng/n)
* Atotonilco (0.506 ng/n)
* Ciudad Guzmán (0.349 ng/n)
* Concepción de Buenos Aires (2.74 ng/n)
* Mascota (2.2 ng/n)
* Tapalpa (0.753 ng/n)
Captura de pantalla: I Foro Internacional de Comportamiento, Alimentación y Medio Ambiente.

De acuerdo a la información arrojada por apicultores de diversos estados, se estima haber perdido desde un 30 hasta un 88 por ciento de colmenas entre 2015 y 2016, de los estados más afectados Jalisco ha tenido pérdidas de 50 mil colmenas el equivalente a 2500 millones de abejas y 750 toneladas de miel. 

Diversos factores han sido atribuidos, como el cambio climático, plagas e infecciones, así como el uso de plaguicidas de uso agrícola. Sin embargo, aunque México aún carece de información al respecto, el punto común es que todos los apicultores que han sufrido pérdida masiva de colmenas lo relacionan a la aplicación de plaguicidas en cultivos cercanos, según datos publicados por  el Centro de Investigación y Asistencia en Tecnología y Diseño del Estado de Jalisco, A.C. (CIATEJ).

CAC

Mayra Vargas Espinoza es una periodista mexicana radicada en Guadalajara, Jalisco. Es coordinadora editorial del Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano (NCC Iberoamérica), miembro del Consejo Editorial de Letra Fría y responsable del área de Investigaciones Especiales. Principalmente cubre temas relacionados con la ciencia, entre ellos medioambiente y salud, además de comunidades indígenas y derechos humanos. Sus trabajos se han publicado en medios locales, estatales, nacionales y de América Latina. Forma parte de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia y de Chicas Poderosas México. En 2015 ganó el premio especial James Rowe al periodismo de investigación, otorgado por el Foro de Periodismo Argentino, mientras que en 2020 ganó el Premio Estatal de Innovación, Ciencia y Tecnología de Jalisco, categoría de divulgación científica, con el proyecto colectivo del NCC Iberoamérica. Cursó el taller internacional de periodismo cultural y técnico científico, organizado por la RAI Italia, junto con el Centro Italiano di Studi Superiori per la Formazione e l'Aggiornamento in Giornalismo Radiotelevisivo de Perugia.

Recibió mención honorífica en el 2do. Hackatón de Periodismo Científico e Innovación, organizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en Guadalajara, Jalisco, también en 2015.

Ha publicado trabajos en diversos medios como Aristegui Noticias, en la revista digital Votán MX y Zona Docs.

Desde 2017 es miembro de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia (Red MPC), con sede en la Ciudad de México y es miembro activo del Capítulo Juvenil Costa Sur de la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística del Estado de Jalisco (BSGEEJ) desde junio de 2018.

Ganó el Premio Juventud 2019 en Autlán, Jalisco.

Periodista en Letra Fría desde 2013.

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