Por: Lourdes Cano Vázquez.
Guadalajara, Jalisco. 02 de abril de 2020. (LF).- Hace ya varias semanas, en una de las interminables giras del presidente López Obrador, esa vez en la zona sureste del país de dónde él es originario, alguien grabó un pequeño acontecimiento:
En las filas de atrás, dónde ya no había ‘gente importante’ sentada, había una señora justo detrás de una valla de contención con una lona en la que aparecía la foto de un joven que al parecer era su hijo y se encuentra desaparecido; tenía un grito y llanto desesperados, pedía que el presidente la escuchara, pero a su lado había ciertas personas de logística del evento, que impedían que la señora llamara la atención. Jamás supimos si el presidente se acercó a escucharla o no, de eso no hay evidencia.
Así como ella hay muchos, miles de padres y familiares que viven esa incertidumbre y muchos de ellos votaron con la esperanza puesta en alguien que les dijo que todo iba a ser radicalmente distinto a como venía siendo en gobiernos anteriores, que no habría más muertos, ni violencia, y que el país se pacificaría con la fuerza de un abrazo y no con más violencia por parte del gobierno.
Cuando vi el video del presidente saludando a la mamá del Chapo, después de varias reacciones, pensé en esa señora con la lona de su hijo en aquél evento hace semanas; y después en todos los que apostaron toda su esperanza en un solo hombre que prometió resolverlo todo.
Ojalá también haya recibido los mensajes y cartas que todos ellos también le han escrito, ojalá también por muchos de ellos se haya bajado del vehículo y haya ido a saludar en una señal de solidaridad.
Para todos los que dicen que no hay razón para juzgar a una señora de 91 años, y que el presidente no hizo nada malo al saludarla, habrá que decirles que es una mujer que a pesar de su edad y venerable apariencia, ha sido encubridora del criminal más infame de la historia reciente, traficante y asesino, a final de cuentas su hijo, de quién no hay nadie en el mundo incluida ella, que no sepa lo que ha hecho él, sus otros hijos y varios de sus nietos, entre ellos Ovidio, a quien casualmente le celebraban el cumpleaños esa misma tarde.
Un Jefe de Estado, tiene un compromiso inquebrantable con el estado de derecho que lo llevó hasta donde está, le responde a todos los que votaron por él y a los que no; también, aquellos que para defender lo indefendible arremeten contra un presidente que dejó de serlo hace ocho años, habrá que decirles que la elección de 2006 ya pasó, que el sexenio de Calderón ya terminó y que si quieren justicia por algo en particular, se lo exijan al presidente actual.
En política no existe la casualidad, en ese saludo hay muchas cosas que explicar que jamás serán explicadas, hay personajes identificados que no deberían pasar desapercibidos para un presidente. AMLO juega muy arriesgado con una legitimidad que quizás piensa infinita, se atiene al amor de su pueblo bueno al que besa y abraza sin importar las circunstancias.
Al día de hoy el país necesita un líder que se tome con seriedad las cosas, una emergencia sanitaria, una crisis de violencia por el narco, una economía en picada; un líder que se entere que la campaña electoral ya se terminó.
MV/ME
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