Este miércoles, Lourdes Cano reflexiona en torno al papel que juegan los organismos e instituciones autónomas en la garantía de los derechos de los mexicanos, y reprueba las intenciones del presidente de la República de desaparecer al CONAPRED.
Por: Lourdes Cano Vázquez
Autlán de Navarro, Jalisco. 24 de junio de 2020. (Letra Fría) La noche del 6 de julio de 1988, México esperaba con atención los resultados de una elección presidencial histórica, pero lo que sucedió en su lugar fue uno de los actos más aberrantes en contra de la democracia de este país; la caída del sistema.
Hace 32 años no existía el INE, ni organismo autónomo alguno que se encargara de las elecciones de manera independiente. Era la Comisión Federal Electoral, que dependía de la Secretaría de Gobernación, la que se encargaba de eso, es decir, que las elecciones se organizaban desde el mismo despacho del presidente.
Les pongo otro ejemplo aberrante. En 1976 se realizaron elecciones presidenciales en las que sólo existió un candidato con registro oficial: José López Portillo, del PRI, en comicios donde no existía la credencial de elector con fotografía y aunque sólo votara una persona por él, éste ganaría.
En 2018 se realizaron las elecciones más grandes en la historia de nuestro país, con la participación de más de 50 millones de ciudadanos, donde sus propios vecinos contaron sus votos, se llenaron actas en presencia de funcionarios y representantes, con un conteo preliminar que nos permitió tener certeza de los resultados y que no dejó lugar a dudas, todo esto gracias a que existe una institución que de manera independiente se hizo cargo.
Así como el INE, al que considero el gran triunfo de nuestra creciente democracia, existen muchas otras instituciones que han costado años y esfuerzo de muchas personas, que persiguen un propósito y defienden un derecho, los hay para la rendición de cuentas, para la vigilancia de los derechos humanos, para combatir el rezago de comunidades indígenas, etc. Instituciones que nacieron a raíz de un derecho vulnerado o una causa olvidada y ahora trabajan en su favor.
Los organismos autónomos existen en razón de atender a los ciudadanos para el ejercicio de sus derechos, tienen su historia y su razón de ser. En el año 2000, Gilberto Rincón Gallardo fue candidato a la presidencia; reconocido por su activismo en favor de la diversidad y conociendo como pocos —por circunstancias de su vida— el peso de la discriminación, fue en 2003 el primer Titular de la Presidencia del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), institución que al día de hoy ve amenazada su existencia.
Hizo falta un pequeño tropiezo del CONAPRED para hacer enojar al gigante y éste lo volteara a ver de reojo y con desdén; ahora el objetivo es destruirlo y aparentemente a otras cuantas instituciones que no sean del agrado del presidente.
Qué delicado es poner en tela de juicio la legitimidad y la utilidad de organismos que trabajan en favor del pueblo bueno que tanto idolatra el presidente, qué desconcertante saber que pretende derribar la construcción que ha tomado años levantar con el trabajo de tanta gente, que alimenta nuestra estructura social y que incluso lo llevó a la presidencia con todo y sus reglas. Las instituciones no son del presidente y no deben caer por manos de un presidente.
LL/LL
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