María Isabel y Rosario Martínez son profesoras en el Centro Escolar Chapultepec y, como el resto de país, han iniciado el ciclo escolar 2020-2021 de manera virtual, el cual representa retos y dificultades que hasta ahora han podido solucionar.
Por: Esther Armenta
Autlán de Navarro, Jalisco. 1 de septiembre de 2020 (Letra Fría) El día que Isabel les dijo adiós algo se rompió dentro de ella. Llena de nostalgia y con la esperanza de haber dado lo mejor de sí, la maestra de sexto año de primaria despidió a sus alumnos que desfilaron uno a uno en el automóvil familiar, sin poder abrazar a la que durante el último año fue su guía en el mundo de las letras y el saber. El motivo de la inusual despedida, como el país lo sabe, es la pandemia por COVID-19.
A dos meses de distancia, Isabel vuelve a las clases; el retorno es tan extraño como el adiós que dio a los egresados del Centro Escolar Chapultepec en Autlán de Navarro.
Con cinco años laborando en nivel primaria, la docente volvió el mismo día en que más de 30 millones de niños mexicanos iniciaron el ciclo escolar 2020-2021, el lunes 24 de agosto.
Esta vez, el aula es un rincón improvisado de su casa que imita el salón festivo que María Isabel Aguilar Aceves solía decorar cada agosto. Dice que el arreglo de este año es “una manera sencillita, pero intentando que no se vea tan mal”.
De lunes a viernes, se sienta a las 8 de la mañana frente al monitor que proyecta las caras inquietas y silenciadas de sus alumnos, a los que explicará por tiempo indefinido, desde la distancia, las tareas escolares. Esta forma de educar llegó en marzo del ciclo anterior, hace cinco meses, pero ella aún no se acostumbra a la ausencia de los que hacen su vida más llevadera; lo admite con voz contenida:
“Esta pandemia nos agarró a todos de sorpresa y lo que más extraño son a mis alumnos, sus caritas y ocurrencias, el buenos días, el abrazo, las palabras de cariño que nos ofrecen y también esa dinámica de estar dando la clase, estar revisando mesa por mesa el trabajo de los niños”.
El duelo de la distancia no es exclusivo de María Isabel; ella nota que su sentir en el pecho se reproduce en los cuerpos de los estudiantes que en más de una ocasión le han expresado la necesidad urgente de reencontrarse con sus compañeros. La situación preocupa porque puede afectar, dice, en el desarrollo social de los infantes:
“Yo sí veo varias desventajas, una de esas es no estar con grupos de su edad y eso es muy importante, parte de las actividades dentro de la escuela es realizar diversas estrategias lúdicas donde jueguen y los juegos sean en comunidad, ¿por qué?, porque se enriquece, comparten experiencias, comparten ideas y aprendizajes que vienen de casa o de otros grados escolares”, comparte en entrevista.
Cuando la enviaron a casa, pronto se dio cuenta que el calendario no tenía una fecha seleccionada para el retorno presencial, así que decidió convertir a la tecnología en su aliada; pero dar este paso no fue sencillo. Para lograrlo, Isabel tuvo que pasar el verano pegada al monitor cursando talleres de todo tipo que lograran hacerla comprender el uso de plataformas en donde ahora comparte el material para sus alumnos.
Al reconocer su entusiasmo, Isabel dice que no merece créditos y afirma que la labor más ardua la han hecho los maestros con mayor antigüedad en las escuelas, como María del Rosario Martínez Hernández, quien ha dedicado 34 años de su vida a la docencia y nunca antes había tenido que experimentar retos como el actual.
Isabel me conduce a la maestra Chayito, “porque ella se ha esforzado y merece ser escuchada”. Cuando la oigo, la mujer de 53 años me explica que lo digital no es lo suyo, pero vale la pena cuando es la única forma de seguir educando:
“A mí no me ha gustado mucho trabajar en un celular, en una computadora, yo trabajo lo esencial y me alejo, apuesto más al contacto físico pero ahorita no lo hago… y mi objetivo siempre es que mis niños aprendan y debo perder el miedo a aprender”, responde detrás del teléfono.
Las dos Marías son compañeras en el Centro Escolar Chapultepec y aunque usan diferentes palabras, el temor las une al hablar del rezago que algunas alumnas y alumnos experimentarán luego de la pandemia, la que de por sí ya ha manifestado diferencias socioeconómicas en los estudiantes.
“La pandemia sí pone en evidencia un México desigual, muchos maestros debemos hacer estrategias diferentes para llevar el mismo contenido que los niños que sí tienen computadora e internet, tratamos de que no se queden sin clases, sin educación, usamos cuadernillos, libros, apoyándonos del programa aprende en casa, en televisión, y hay niños que no los pueden sintonizar y vemos cómo los papás se angustian”, cuenta la maestra Isabel.
Para este ciclo escolar, el gobierno federal ha invertido 450 millones de pesos en las dos televisoras más populares del país que transmiten “Aprende en casa II”, la estrategia de clases televisadas para disminuir el atraso educativo y la deserción escolar.
Pese a las alarmas desoladoras por las diferencias materiales de las familias autlenses, las maestras suenan optimistas y aseguran seguirán en pie hasta que las condiciones sanitarias permitan decirles ¡hola! y dar la bienvenida habitual a sus alumnos.
LL/LL
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