Por: Lourdes Cano Vázquez
Autlán de Navarro, Jalisco. 11 de septiembre de 2019 (Letra Fría) El pasado jueves, la comunidad universitaria se vio profundamente afectada por la terrible noticia del fallecimiento de una de sus estudiantes: Galilea, de 22 años, decidió quitarse la vida dentro de los baños de su escuela.
En nuestro estado, cada año hay cientos de casos como el de Galilea. Nadie podría decir con seguridad si se trata de un acto de valor o de cobardía; lo que sí es que el atentar contra la vida misma va en contra de la naturaleza humana, y sin embargo, las cifras de suicidios se han quintuplicado.
Este 10 de septiembre se conmemoró el Día Mundial para la Prevención del Suicidio. Según la Organización Mundial de la Salud, en alguna parte del mundo una persona se suicida cada 40 segundos; en Jalisco, las cifras han crecido dramáticamente desde 1990 a la fecha, pues de un estimado de 136, se han reportado más de 600 casos el año pasado, la mayoría de hombres jóvenes entre los 20 y 25 años.
Esto no es más que es el reflejo de una sociedad quebrada, el resultado de familias inestables y de un cambio en la mentalidad colectiva sobre conceptos como el éxito, la felicidad o la calidad de vida. Los medios de comunicación y un nuevo estilo de vida en torno a las redes sociales nos bombardean y generan expectativas muy distintas de la vida real que debemos confrontar.
Quién sabe cuál será ese último impulso que le gana al instinto de supervivencia tan primitivo y arraigado en el ser humano. Esa es una pregunta que le corresponde a las ciencias de la salud. En cuanto a los motivos sociales para tan dolorosas cifras es necesaria una profunda introspección a la sociedad actual y a los valores que representa. Estamos apreciando y anhelando las cosas equivocadas.
LL/LL
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