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Barrabás

Carlos Efrén Rangel reflexiona sobre la libertad. Menciona que en ocasiones, aunque tengamos la evidencia ante nuestros ojos, preferimos a Barrabás cuando abrazamos conductas poco éticas, cuando no fomentamos valores o cuando contaminamos y destruimos el planeta.

Por: Carlos Efrén Rangel | Un letrero en la pizarra

Autlán, Jalisco. 11 de abril de 2023. (Letra Fría).- Las vacaciones de semana santa son un espacio para disfrutar de las contradicciones. Por un lado, se le da rienda suelta a la gula de la cocina de cuaresma y hay quien va a presumir el abdomen en playas que viven sus momentos de mayor aglomeración, pero también se materializa en una buena parte de las personas la opción del recogimiento, motivado por la innegable dimensión de fe que hace integral al ser humano. 

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De este tipo de expresiones debo reconocer como mis preferidas las representaciones escénicas del viacrucis que se realizan los viernes santos. Es de valorar cuando las autoridades se involucran, apoyan y movilizan recursos para dar un impulso turístico; pero existe otro tipo de viacrucis, en los que la promoción llega de la misma comunidad, quienes se organizan para comprar los vestuarios y la utilería, ensayan para actuar con más corazón que técnica y en el camino dejan anécdotas memorables, como aquella frase que soltó un Pilatos: “por motivo de las fiestas patrias acostumbramos liberar a un reo”, llevando al cura Hidalgo a convivir con los centuriones romanos.

Jesús, Pilatos, los soldados, son los protagonistas de esta puesta en escena que sirve como estrategia de evangelización, que, como toda representación teatral, también demanda personajes secundarios. Este año, instalado en un viacrucis comunitario, de actores improvisados y vestuarios en permanente elaboración, se puso frente a mis ojos con mayor fuerza uno de estos personajes que complementan el cuadro y la historia: Barrabás, zelota, alborotador, criminal. 

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Pilatos dice que no encuentra culpa en Jesús, y como un último intento por no llevar hasta las últimas consecuencias el castigo, ofrece a la muchedumbre perdonar la vida de un preso: “¿a quién libero?: al criminal, asesino, zelota, alborotador, malvado de Barrabás o ¿a Jesús?” Pilatos se lavó las manos, y la muchedumbre pidió que la culpa cayera sobre ellos y sobre sus hijos. El Barrabás que yo vi, solo traía una peluca desgreñada, huaraches y un short del equipo de futbol, y se alejó gritando de la escena con escaso entusiasmo: “soy libre, soy libre”.

Nunca en la historia habíamos sido tan libres, y quizá tampoco había abrazado esta libertad con tan poco entusiasmo. Los sistemas de esclavitud básicamente se han abolido, en México llevamos varias décadas ejerciendo una democracia en construcción que nos permite optar entre varias opciones, y nunca antes habíamos tenido tanta información a nuestro alcance para tomar decisiones informadas y conscientes.

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Sin embargo, aunque la evidencia esté ante nuestros ojos, aunque existan numerosos indicadores que una acción carente de ética nos causará daño, optamos alegremente por Barrabás. Y no me refiero solo al acto electoral, sino a la cotidianidad de preferir lo que no abona a la construcción de un mundo más sano. Preferimos a Barrabás cuando abrazamos conductas poco éticas, cuando no fomentamos valores que reconociendo las diferencias nos permitan convivir con armonía, cuando contaminamos y destruimos el planeta. Optamos por Barrabás cuando difamamos, cuando mentimos, cuando engañamos. 

El acto libre no es un ejercicio sencillo. Un acto libre es tener la posibilidad de optar entre cuando menos dos alternativas y luego hacerse cargo de las consecuencias de esa elección. Nadie puede negar que, en el juicio de Jesús, había dos alternativas posibles, y aunque tenían información suficiente decidieron salvar al criminal. Para después andar por la vida implorando ser como Pilatos: lavarse las manos, desentenderse de las consecuencias, no asumir el resultado de las acciones y decisiones. 

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Para cerrar, y sin olvidarme de que esta es una columna que reflexiona sobre educación, encuentro que aprender sobre el momento de elegir a quién liberar, es una de las necesidades más apremiantes que necesitamos promover, y enseñar. No es un tema religioso antes que algún trasnochado se infarte. Pensamiento crítico le llama la Nueva Escuela Mexicana.  

MV

Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestro en Educación Básica.

Actualmente es profesor de español en secundaria y de Maestría en la Unidad 143 de la UPN. Desde los 17 años ejerció como reportero y comunicador en radiodifusoras y periódicos locales en Autlán. Aficionado práctico de la literatura, la crónica taurina y las columnas de opinión.

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