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Celebrando los 500 años de la declaración de Colima como Villa

(Foto: Gobierno de Colima)

Por: Jesús D. Medina García

Autlán de Navarro, Jalisco. (LF) En el marco de la celebración de los 500 años de Colima como ciudad colonial, se efectuó el lunes 24 de junio en el Auditorio Miguel de la Madrid, el Panel “Las culturas en la Villa de Colima, identidad que nos une hoy” , participaron la Doctora Paulina Machuca del Colegio de Michoacán, el Licenciado Samuel Gómez Luna, Presidente de la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística del Estado de Jalisco A.C., el Maestro Eduardo Lomelí y el que esto escribe.

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No está de más recordar que el nombre de Colima proviene de «Coliman», palabra náhuatl, con que se designaba al antiguo reino o señorío; «colli», significa cerro, volcán o abuelo y «maitl», mano, dominio; es decir: «lugar conquistado por nuestros abuelos» o «lugar donde domina el Dios viejo o Dios del fuego», refiriéndose al volcán, lo cual lo vincularía con la mitología tolteca. Las culturas prehispánicas que se establecieron en esta zona del occidente de Mesoamérica lograron un “aceptable” grado de organización teniendo las llamadas “tumbas de tiro” o ”perritos de Colima” como dos de sus elementos culturales representativos, simbólicamente relacionados con el inframundo, a los “ sin sombra”, como también llamaban a los muertos, “ a los que levantaron su sombra” y bueno; es hasta cierto punto lógico: un muerto no refleja sombra alguna. ¿ O si?

Gracias a la obra de José Miguel Romero de Solís, entre otros; podemos acercarnos al conocimiento de Colima, sobre todo la Colima del siglo XVI, que debemos considerar un siglo relevante ya que es cuando se construye un nuevo mundo, pero no solo un nuevo mundo para España o Mesoamérica, si no de alcance global, por eso algunos investigadores han denominado a esta época como los inicios de la globalización o la globalización temprana. Es la época del Galeón de Manila, que distribuyó por el planeta las monedas de plata mexicana ( novohispana) y puso en contacto a tres continentes cuyo impactos prevalecen todavía.

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Y es en este contexto que los flujos comerciales y culturales iniciaron a establecerse y administrarse, para ello los arrieros tuvieron un rol fundamental y que, además, fue el tema que abordé en el panel: “Los  arrieros en la construcción del futuro”.

Los arrieros transitaron hasta los inicios del siglo XX por el denominado Camino Real de Colima de origen prehispánico y declarado Real en 1530. Su auge culminó cuando en 1908 llegó el ferrocarril a la región.

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Había arrieros especializados en algún producto, como los arrieros de la sal o los del pulque, un producto que necesita un cuidado especial.

El investigador Hausberger ha señalado que la dificultad principal que uno enfrenta al estudiar a los arrieros como grupo es que no hay ningún fondo de archivo en que se pueda encontrar información concentrada sobre ellos. Por consiguiente, casi no hay información sobre arrieros en el Archivo General de Indias, en Sevilla, porque la alta administración metropolitana no se interesó en la “gente vil”; se preocupó ocasionalmente del transporte, pero nunca en las personas que lo realizaban.

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La antropóloga Clara Elena Suárez Argüello señaló en una de sus obras que “si bien para muchos de los habitantes de la Nueva España la arriería era parte del modo de vida campesina, para otros era un oficio con dedicación de tiempo completo”.

Ya hemos destacado la importancia del gran trabajo que hizo la autora, sin embargo, su análisis se concentra en las últimas décadas del siglo XVIII y en los aspectos económicos del tema (organización de las recuas, estructuras empresariales, fletes, etc.) y trata sólo en relativamente cortos (no obstante, valiosísimos) capítulos el mundo social del arriero.

Para reconstruir este mundo a lo largo de los tres siglos del dominio español y para estudiar a los arrieros como actores, o como personas, hay que buscar información en otros fondos.

En un expediente se encontró la siguiente información que de alguna manera nos muestra el perfil y tipo de vida de un arriero digamos convencional: 

“Juan de Santa Ana Izquierda, mulato, nacido cerca de 1741, declaró: Dijo que nació en la villa de Colima, en el obispado de Michoacán, donde se crio bajo la patria potestad, con el oficio de arriero, haciendo viajes a esta ciudad [Guadalajara], a la de México y a la de Guanajuato, pero sin hacer fija residencia en parte alguna; hasta que teniendo cerca de treinta años de edad, se separó de su patria y padre, y fue al pueblo de Piguamo, donde ejercitó el mismo oficio de arriero en la Hacienda de Belem, que allí se casó con Josefa Castellanos, y al cabo de seis años, habiendo tenido con ésta varias discordias, se pasó al pueblo de Tamazula, donde se casó ahora cuatro años con Juliana Valerio, y se mantuvo allí y en el pueblo de Zapotlán el Grande, con el mismo ejercicio hasta que fue preso”.

Al finalizar mi intervención comenté queesos grupos marginales pueden analizarse tal vez desde una perspectiva cultural, como la hace la escritora española, Irene Vallejo, ella considera que entre el pasado y el presente existen “puentes” que configuran un hilo conductor entre las civilizaciones, ella enfoca su teoría tomando como base la cultura grecolatina, occidental. Principalmente a los griegos y los romanos y el enorme legado que nos dejaron especialmente a través de los libros, el alfabeto, las bibliotecas…y que en ocasiones no identificamos. 

Sobre los romanos Irene señala ” Por primera vez una civilización adoptó una literatura extranjera, la leyó, la conservó, la tradujo, la cuidó y la amó por encima de las barreras chovinistas. En Roma se anudó un hilo que todavía nos entreteje con el pasado y con otras culturas, lenguas, horizontes. Por encima, como funambulistas, caminan de un siglo a otro las ideas, los descubrimientos de la ciencia, los mitos, los pensamientos, los sentimientos, además de los errores (que también inspiran). Algunos resbalan y caen; y otros logran mantener el equilibrio (estos últimos son los clásicos). Ese nexo, esa transmisión ininterrumpida, esa conversación infinita, que todavía continúa, es un prodigio”

Volviendo a los arrieros podríamos afirmar que eran las personas que mantenían el comercio activo al mismo tiempo eran el sistema de intercambio de información más importante de la época. No se han encontrado escritos elaborados por los arrieros, lo mas seguro es que fuera la expresión oral, verbal la forma de comunicar sus relatos, de hecho, en la historia de la humanidad, la expresión escrita  (en poesía), surgió mucho después que los relatos verbales. .

Durante años el trabajo de arriero se transmitía generacionalmente, una de sus actividades más espeluznantes sería la de sepultar cristianamente a los colgados que encontraban en el camino, algunos investigadores señalan esta actividad dio origen al  famoso “ arrieros somos y en el camino andamos”, “hoy por mi mañana por ti”, sabían que su trabajo era sumamente intenso. momentos alegres, reconocimiento social y peligro permanente en estos comunicadores, conocedores de cuevas y vericuetos, y armados hasta los dientes. Buenos jinetes y espíritu de aventura.

Parte de su trabajo fue la organización de recuas o atajos para defenderse durante los viajes, con el tiempo, a este grupo de arrieros se les llamó cuadrilla o hatajo. Actualmente, la danza de arrieros se practica en algunos pueblos del altiplano central. 

Diversas fuentes señalan que “Los arrieros eran generalmente muy alegres. En sus largos viajes por solitarios caminos, arrullados por el lento y acompasado paso de sus bestias, recordaban a la mujer amada y se ponían a cantar. Entre ellos había buenos cantadores. Rica y variada es su herencia musical. Compuestas por ellos o inspiradas en ellos, abundan en el país canciones populares como:  “los arrieros”, “camino real de colima”, “el rey”, “el carretero”, “arrieros somos”, “la mulita” y “la loba del mal”.

En varias de estas canciones el arriero se retrata como un ser alegre, enamorado y pícaro. Tenía mucho de eso.

Cuando un arriero llegaba a su destino, ya sea un comercio o una casa particular sin duda era muy ansiada su visita ya que traía consigo el alimento de una familia, el agua para hidratarse, la leña para el fogón o inclusive sal, preciada mercancía. Sin duda la llegada de un arriero por lo general representaban buenas y/o malas noticias. Como ya mencioné, algunas de las funciones de los arrieros serían: medios de transporte, de comunicación, informantes, trovadores, comunicadores, sepultureros, su labor que en nuestra época parece tan lejana, desconocida pero no puede desvincularse de la historia regional  y nacional, no se si sea muy descabellado señalar que las actividades de los arrieros contribuyeron al comercio y al patrimonio cultural de colima.

¿ existen en la actualidad “ continuadores” de ese trabajo? : los transportistas, traileros, los operadores de empresas de mensajería, entre otros, pero con características diferentes.

Siguiendo la idea de Irene Vallejo, lanzo una invitación a la comunidad artística ( pintores, escritores, músicos, artistas plásticos, digitales) a crear obras que nos permitan ir tejiendo un relato fantástico sobre los viajes y aventuras de estos personajes que también hay que decirlo “eran hombres de armas tomar”. Por  lo pronto la Lotería Nacional ya emitió un Billete conmemorativo de los 500 años de la fundación de la Colima Virreinal “, sin olvidar el lema colimense “ Del Mar a la Montaña”. Aún es tiempo y recuerda que “ No hay que llegar primero…pero hay que saber llegar”.

Maestro Eduardo Lomelí, Jesús Medina, Roberto Moreno, Coordinador General del Comité, Elia Margarita Moreno, Presidenta Municipal, Representante del cuerpo diplomático africano, con la Capsula del Tiempo en el piso momentos antes de ser depositada en su recinto.

Historiador y escritor. Ha publicado en diversas revistas, medios y modalidades. Es profesor investigador titular de la Universidad de Guadalajara.

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