Por: Pie de Página | Alianza De Medios
SIERRA NEVADA, COLOMBIA.- La covid y una visita imprevista cambian el ritmo del viaje. Mi encuentro con el único país de Sudamérica que había conocido antes, es gustoso. En las tres ocasiones anteriores, siempre con poco tiempo, conocí pueblos de Antioquia y Chocó que le plantaron cara a la guerra con una ejemplar cultura de paz; en Medellín viví el plebiscito sobre los Acuerdos de Paz, visité las comunas.
Ahora repaso Colombia más despacio, me doy oportunidad de conocer sus sitios históricos, sus pueblos indígenas, su apabullante diversidad biológica. Me quedo tres semanas en Magdalena, visitando pueblos de los que nadie habla, pero que son importantes para la historia de los pueblos vivos de todo el continente.
31 de octubre de 2022
Día 77
La entrada a Colombia por Capurganá requiere paciencia tibetana. Llego un viernes por la tarde y la aduana permanecerá así hasta el domingo. Debo permanecer en Colombia en estatus de llegado, pero no recibido. La espera se prolonga en un pueblo con una combinación extraña: traficantes de drogas, migrantes y colombianos salseros. Cuando por fin llega el lunes, la oficina abre, pero no hay luz, así que toca esperar. Cuando por fin la electricidad se restablece, la oficina ya está cerrada. Cuando abre y hay luz, el encargado de poner los sellos no está.
En un momento del medio día coinciden tres cosas, como un eclipse raro: la oficina abre, hay electricidad y el hombre que pone los sellos aparece en camiseta. Los extranjeros nos apelotonamos urgidos por obtener el deseado permiso para pasar. Me preparo para el interrogatorio, pero el oficial ya revestido con camisa oficial pone la marca sin preguntar, como disgustado porque hay luz y la oficina está abierta.
1 de noviembre
Día 78
Ya oficialmente en Colombia tomo una lancha que me lleva a Necoclí y de ahí un par de autobuses hasta Cartagena de Indias. Llego por la noche y la ciudad no cabe en alborozo: está por celebrar su Independencia, así que hay carnaval con semanas de anticipación. Colombia es el país con más festividades en el mundo, después de la India.
Duermo envuelto en un vaho que sopla desde el Caribe. En la calle, el baile y la música mantienen a la ciudad en una exaltación caótica.
2 de noviembre
Día 79
Me despierto titiritando de frío y caigo en la cuenta de que estoy enfermo. Solo una afección logra fríos en este puerto. Paso los días encerrado, desarrollando síntomas de covid. Por estos días, Colombia tiene semáforo epidemiológico naranja. Pasar por los lugares implica, a veces, compartir sus enfermedades. Me enclaustro con paracetamol, en un sopor que se extenderá dos semanas.
En la enfermedad uno extraña doble. Por primera vez desde que inicié el viaje, me dan ganas de regresar a casa.
15 de noviembre
Día 92
Los síntomas de covid se fueron, excepto la fatiga que tengo instalada. Y ahora tengo una acompañante inesperada: Mi hermana encontró un vuelo barato a Cartagena y en menos de una semana ya estaba aquí. El abrazo que necesitaba llega en forma de embestida.
Ana puede ser una persona peligrosa. Llegó a Cartagena el domingo 13 a las cuatro de la mañana y antes de las seis ya le habíamos dado la vuelta a la ciudad amurallada y repasado los antiguos cañones de las almenas. Para las nueve de la mañana yo ya tenía temblorina.
En Cartagena, el carnaval continúa. Cuando logro salir de nuevo encuentro un grupo de mulatas que bailan en la calle con piñas en la cabeza y un rumboso movimiento de caderas. Me recompongo con jugos de mandarinosa fresca y caldos de pescado.
Maravilloso país de frutas, flores y café.
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