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Florilegio y almanaque de una vívida espectadora 

Un estudio realizado en 2019 por Megan Robbins y Alexander Karan de la Universidad de California reveló que dedicamos 52 minutos en el día al chisme. El chismorreo tiene mala fama pero nos ayuda a construir nuestro tejido de relaciones a lo largo de la vida. Además de ser algo trivial, vulgar y ordinario es un acto moralmente reprochable, lo cierto es que, cotillear concurre en la práctica que permite a los seres humanos establecerse y estructurarse.

Tierra color grana || Marche Garciroja 

Autlán de Navarro, Jalisco. 31 de agosto de 2022. (Letra Fría) Cuando se vive en un pueblo pequeño se debe tocar con tambor grande desocupados lectorxs. El chismorreo tiene mala fama pero nos ayuda a construir nuestro tejido de relaciones a lo largo de la vida. Además de ser algo trivial, vulgar y ordinario es un acto moralmente reprochable, lo cierto es que, cotillear concurre en la práctica que permite a los seres humanos establecerse y estructurarse.

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Una de las teorías del origen del lenguaje postula que todo empezó hace 70.000 años cuando el Homo sapiens adquirió nuevas capacidades lingüísticas con las cuales pudo compartir información no solo sobre el mundo sino sobre los otros. Con el tiempo las habladurías dieron paso al conocimiento común, a lo que todo el mundo sabe, o juzga saber, y a la “fama pública” que afecta distintas facetas de la vida en sociedad.

Yuval Noah Harari asevera en Sapiens. De animales a dioses que nuestro lenguaje evolucionó como una variante del chisme: “el homo sapiens es ante todo un animal social, la colaboración es nuestra clave para la supervivencia y la reproducción. No basta con que algunos hombres y mujeres sepan el paradero de los leones y los bisontes, para ellos es más importante saber quién de su gente odia a quién, duerme con quién, es honesto o tramposo”. Saber qué humanos eran fiables y cuáles no posibilitó formar y ampliar grupos en los que la subvención era más estrecha y sutil.

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Según cuenta el Popol Vuh al principio todo era un gran vacío pero un día  Tepeu y Kukulkán decidieron que era el momento de crear el mundo. Erigieron así la tierra y el mar; brotaron los árboles y el cultivo de alimentos, flores y plantas; con ello dotaron al mundo de olores y colores; dispusieron que era el momento de tener seres que pudieran venerarlos como creadores del mundo, fue en este momento cuando formaron a los animales, grandes y pequeños.

Cuando su afanosa tarea hubo terminado pidieron a estos que los alabaran y desvelaron que solo eran capaces de emitir sonidos ininteligibles, esto los hizo enfadar. Que seres tan ingratos e inútiles; deliberaron por tanto castigarlos y a partir de ese momento se matarían y cebarían los unos de los otros. 

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Este fracaso no los detuvo así que disiparon crear al primer ser humano, el problema fue que al hacerlo con barro el resultado fue que este hombre no se sostenía de pie, la lluvia lo deshacía y no era capaz de reproducirse ni hablar; fue por tanto un malogrado intento.

A pesar de la nueva decepción los dioses no se dieron por vencidos, crearon un nuevo ser hecho esta vez de madera; estos sí que pudieron andar, se reprodujeron y poblaron la tierra pero gran sorpresa se llevaron cuando se percataron de que no tenían memoria, ni alma y por tanto no eran capaces de recordar quienes los habían creado, coléricos decidieron enviarles un diluvio.

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Finalmente cuando los animales les llevaron maíz rojo y blanco los dioses pensaron que sería buena idea usar este material, así crearon la carne y la sangre; este nuevo ser tenía una agudeza abrumadora, lo conocía todo, lo observaba todo, lo entendía todo. Parece ser que la perfección de su criatura tampoco terminó por satisfacerlos, no podían permitir que existiera un ser tan sumamente perspicaz casi tanto como un dios, por este motivo decidieron nublar su vista para que no pudiera ver más allá de lo que tenía delante, a esta niebla que cegaba a los hombres y no los dejaba ver más allá se le llamó Mitote. 

Chris Wickham profesor de Historia Medieval de la Universidad de Oxford nos propone: “el chismorreo es simplemente hablar de otra gente a sus espaldas pero no es necesariamente malicioso, no tiene un componente de género, no es estúpido y arbitrario, no se trata de comportamientos secretos y no es precisamente falso”.

El consenso sobre lo que era verdad, incluso ante los tribunales, se construía a través de las habladurías. Las comunidades no siempre están de acuerdo sobre la verdad, las murmuraciones se pueden discutir y modificar. Un estudio realizado en 2019 por Megan Robbins y Alexander Karan de la Universidad de California reveló que dedicamos 52 minutos en el día al chisme.

Mi ociosa existencia… 

Lectura complementaria 

Sapiens. De animales a dioses || Yuval Noah Harari

Editorial: Debate 

Año de publicación 2011

Marche Garciroja es hispanista, lectora sin tiempo y espacio, de escritura intertextual y fragmentada. Se licenció en letras hispánicas por la Universidad de Guadalajara. Coordina el Programa de Desarrollo de Habilidades Lectoras de la Biblioteca Antonio Alatorre dentro del Plan de Fomento, Promoción y Animación de la Lectura.
Correo: garciroja@gmail.com

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