Por: Marche Garciroja | Tierra color grana
Noche tropical, lánguida y sensual, Noche que se desmaya sobre la arena. Mientras canta la playa su inútil pena, noche, tropical, cielo de tisú… Noche Criolla
—Agustín Lara—
Autlán de Navarro, Jalisco. 29 de marzo de 2023. (Letra Fría) El cuento nos recrea dos historias en una misma. La historia secreta se constituye como lo no dicho, es decir, el interior de la historia, así como lo sobreentendido y la alusión, que es lo que en realidad permanece oculto. Que en epítome constituye dos historias paralelas; la evidente y la inherente.
A finales del siglo XIX, el norteamericano Edgar Allan Poe presenta su poética sobre lo que se conocería como cuento moderno. En su ensayo “Unidad de impresión” el autor expone que el concepto alude a la totalidad de un cuento y la brevedad de éste para provocar en el receptor un impacto estético, el cual debe efectuarse en un acto de lectura ininterrumpido.
El cuento encierra en su estructura y en el nivel del significado un enigma. En él se admiten muchas posibles interpretaciones. El cuento en ciertas palabras podría sujetar una profunda e ingenua ambigüedad. En los cuentos vivenciales de La Bruja, querido y desocupado lector, no serán la excepción en la regla. Sobre un campo auténtico e intelectual, la estilística empleada en la creación de tan insuperables diégesis, nos envuelven en las fragancias florales de la frescura en el sentimiento y en la nostalgia de los sucesos.
En los tiempos de Platón y Aristóteles, el concepto de diégesis se opuso a mímesis. La principal diferencia es que la primera, a través de la figura de un narrador, desarrolla un mundo ficticio verosímil cuyas convenciones pueden diferir de las del mundo real, o incluso contradecirlas; mientras que en la segunda las convenciones del texto pretenden apegarse a convenciones sociales de diversa índole. Dicho de otro modo, un texto “mimético” busca reproducir hechos naturales o sociales documentados, mientras que uno “diegético” busca crear y obedecer sus propias reglas.
Declarativa cada una de sus posturas y justificando su propia retórica, por el devenir de la elocuencia que encierra una creación tan respetada y respetuosa de sí misma, el cuento dependiente de una introductoria imagen, desarrolla la mirada que buscando esa luz que le haga posible la existencia, terminará en ese flotar de plumas y caricia de seda que trae consigo el clímax, hasta suspendernos en los tiempos que aclaman el viaje definitivo en contrastes de eternidad y la naturaleza de las cosas sitiadas frente a la finitud del ser humano.
Con claridad discursiva y fluidez dialógica los textos que componen este florilegio suponen la evidencia de que La bruja se incide por la sumisión a las letras y el afecto por las palabras que su autor Alfredo T. Ortega incrimina a su idílica prosa.
Mi ociosa existencia…
Lectura complementaria ||Travesuras en el edificio
Universidad de Guadalajara || Alfredo T. Ortega