Por Marche Garciroja | Tierra color grana
Autlán de Navarro, Jalisco. 30 de noviembre de 2022. (Letra Fría).- A veces la persona que nadie supone que es capaz de algo, hace cosas que jamás imaginarías. La desigualdad de género persiste en todo el mundo e impide aprovechar el talento de las mujeres, lo que frena el crecimiento económico y el desarrollo de la sociedad. México se ubica en el lugar 31 a nivel global, de un total de 146 países, con 76,4 puntos de 100, y ocupa la cuarta posición en la región de América Latina y el Caribe (ALC).
El mayor desafío para las mujeres en esta latitud es la igualdad de oportunidades y su participación económica y social.
Carmen Bullosa dijo en entrevista para el País México que: «casi todo le asombra o le repugna»; coincido con ese estado de la materia. Noviembre es el mes en el que elijo reflexionar sobre la relación con el deber ser; con el entorno; con la exigencia, y esto sobreviene desde la constante necesidad de evitar que sean los otros quiénes consideren cómo es que una se comporta, o lo que una expresa y con quién una se compare, profeso notable enunciar que la mejor forma de quebrar una personalidad es aislándola; nunca más ni fuera de lugar ni mucho menos callada como les gusta porque estoy como ausente y mi voz no les toca.
Nadie con cierto carácter, originalidad, chispa, ingenio y fulgor tiene cabida en el sistema que minimiza y etiqueta nuestro quehacer y lucha diaria como «chisme de barrio», sarcasmos machistas que parten de vulnerabilidades de quien mismo los lucubra, con tal audacia de crear espacios donde se vitoreen al recrear la verdad más conveniente por gente que a fuerza necesita a un culpable en su vida para que su odio personal tenga sentido.
Vulnerabilidad: espacio en el que me muestro tal y como soy, sin miedo a que otros me vean realmente; hacerme consciente de “algo” no es suficiente, notarlo es solo el primer paso, lo que hará que la vida se mueve será la acción, sin ésta no hay experiencia y sin ella no hay aprendizaje y sin este no hay evolución. Esto nos vuelve terriblemente selectivos naturales.
Desdén, indolencia y furia cada que la voz de una mujer vibra en los oídos de los hombres ensombrecidos, carentes de autocontrol y que encontraron un trabajo servil en su oficio de pensadores súper dotados pero sin ser capaces de construir una idea mucho más elaborada sobre la textura de lo verosímil en una historia de múltiples interpretaciones.
Todo lo anterior se justifica por la traición que replican otras mujeres que son aliadas de esos hombres nimios que siguen dividiéndonos hasta lograr los constantes ataques por servirse de los beneficios que otorgan los mecenas viriles, esas mujeres logran ser mayormente deleznables por aprobarles a ellos los ataques e indultos.
Dejavú: un cerebro diciéndote que no olvides. La memoria como escenario movedizo, el pasado nos muestra todo aquello que ya hicimos y los resultados de esas decisiones, el daño colateral de las consecuencias forma el mapa que traza el trasiego de esos pasos perdidos, no esperemos que venga marzo o noviembre para visibilizar que vivimos a pie de lucha en la constante dignificación de ser o no ser. Porque soy mujer como todas ellas ¿eh?, y no me pongo a sus pies, tampoco les aplaudo sus garrafales equivocaciones solo para evitar que se me señale y se me desconozca, ya que no entiendo porque tanta insensatez que tornan agresión cuando se les resaltan acciones e ideas que sí trascienden.
Mi ociosa existencia…
Lectura complementaria || La guerra contra las mujeres de Rita Segato.
