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El enfoque político de la Nueva Escuela Mexicana

Carlos Efrén Rangel nos habla de la Nueva Escuela Mexicana, política educativa impulsada por la 4T. Nuestro columnista se centra en esta ocasión, en uno de los pilares más fuertes en esta orientación curricular, que es la marcada vocación hacia la formación para la ciudadanía.

Por: Carlos Efrén Rangel | Un letrero en la pizarra

Autlán de Navarro, Jalisco. 31 de enero de 2023. (Letra Fría).- Aunque estas líneas no son una entrada escandalosa que seduce miradas, me parece un acto de elemental justicia agradecer la paciencia que me han tenido mis cinco lectores y Carmen Aggi para que retome los apuntes del Letrero. Fueron semanas de pausa que prolongué acumulando kilos en la barriga y lecturas en la retina, la gran mayoría en torno a lo que se nos viene con la implementación, a partir del próximo ciclo escolar, de la Nueva Escuela Mexicana, política educativa impulsada por la 4T.

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No pretendo aquí explicar la reforma constitucional, ni los ejes articuladores o las diferencias entre el Plan Sintético y el Analítico, ya hay suficientes memes en la red que lo desmenuzan con detalle. Me quiero centrar en esta ocasión, en uno de los pilares más fuertes en esta orientación curricular, que es su marcada vocación hacia la formación para la ciudadanía, de que las escuelas eduquen para que las personas participan de manera activa en la construcción de una sociedad más justa, en la construcción de la polis como decían los griegos. Más claro: la NEM aspira a formar personas que hagan política.  

Antes que los anti 4T se pongan nerviosos o los pro 4T brinquen de alegría, esta idea para nada significa adoctrinamiento, pues los principios expuestos y analizados, apuntan hacia otros panoramas: evitar que sea el estudiante en su concepción individual el eje del proceso educativo, como lo fue los últimos años y provocó morros egoístas, sin perspectiva histórica, ni noción de futuro que crecieron pensando que solo sus deseos son transcendentes. Ahora, el eje es el estudiante en su relación con la comunidad, de que existimos a partir de nuestro trato con los otros, de la capacidad de trabajar de manera colaborativa en la construcción de un entorno más equitativo, valorando los conocimientos que se desarrollan en las comunidades.

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El otro principio es que se deben buscar experiencias de aprendizaje que partan de la búsqueda de solución a los problemas comunes, por ahí aparece el necesario trabajo en la perspectiva de género y abrevando en conceptos que será indispensable desarrollar y explicar: “neocolonialismo”, “epistemologías del sur”, solo por citar algunos. 

Para lograrlo, se nos propone a los profesores que modifiquemos de manera substancial nuestra forma de enseñar, hacerlo con metodologías didácticas que no son el invento del agua tibia, pero tristemente tampoco son tan comunes, se trata de estrategias que favorecen el aprendizaje situado: es decir de acuerdo al contexto del estudiante, colaborando entre alumnos y con personas de la comunidad, evitando un enfoque reduccionista de los aprendizajes, que para vender pozole no sólo se usan las matemáticas o el español, sino que se movilizan saberes matemáticos, del idioma, de las ciencias, la sensibilidad artística entre muchos otros. 

En resumen, la visión es formar personas que participan activamente en la sociedad con un enfoque democrático y la escuela sí es un espacio donde se debe educar para la ciudadanía. Lo cual, más allá de filias y fobias hay que reconocer que no es una mala idea. Pero también hay que reconocer, que la idea que tuvieron aquellos ratones de ponerle un cascabel al gato para evitar ser devorados tampoco lo fue. El problema es quién cuelga el cascabel en el cuello. 

La escuela es un microcosmos que reproduce prácticas sociales, salón y realidad se retroalimentan. Una dificultad muy marcada para materializar los ideales de la Nueva Escuela Mexicana, son los procesos de organización tan verticales que se siguen en la mayoría de los organizaciones escolares: empezando por docentes que permiten poco el empoderamiento de los estudiantes; directores que imponen visiones, acciones y procedimientos sin mediar el diálogo; supervisores que desde una visión centralista y de poco campo determinan medidas que no responden a las realidades de las escuelas, y así hasta llegar a las autoridades máximas, que organizan procesos dudosos en el ingreso y promoción de docentes al sistema público o en la reconstrucción de escuelas dañados por el sismo, solo por citar ejemplos. 

Habrá que empeñarse con algo más que buenos deseos, con una preparación real por asumir y entender las nuevas orientaciones, como esa máxima de Paulo Freire tan citado en el nuevo Plan de Estudios: “Mi visión de la alfabetización va más allá del ba, be, bi, bo, bu. Porque implica una comprensión crítica de la realidad social, política y económica en la que está el alfabetizado”.

MV

Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestro en Educación Básica.

Actualmente es profesor de español en secundaria y de Maestría en la Unidad 143 de la UPN. Desde los 17 años ejerció como reportero y comunicador en radiodifusoras y periódicos locales en Autlán. Aficionado práctico de la literatura, la crónica taurina y las columnas de opinión.

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