Hablemos de juguetes sin género. Comienza el mes perfecto para recibir regalos, en intercambios, en las escuelas, en nuestros trabajos, pero los más esperados son los que recibes de tus seres queridos en la celebración de nochebuena.
Sobretodo los más pequeños del hogar son quienes más esperan ese día.
Descubrir que te trajo “el niño Dios” o “Santa Claus” es una sensación muy bonita, o al menos así me pasaba a mi, no se ustedes pero no acostumbré a hacer la típica cartita de deseos, siempre preferí el efecto sorpresa.
Los juguetes que no tuvimos
Recientemente me topé con la pregunta en redes sociales : ¿Qué juguete anhelaste de niñx y que por ser diferente al resto no pudiste obtener? Las respuestas son miles, muy diversas, la más típica fue “la muñeca barbie”.
En ese momento me abstuve de contestar, por que en mi caso, cada Navidad, juguete que recibía lo adoraba y cuidaba porque era especial, puesto que había llegado de noche por arte de magia.
Sin embargo, sí hubo un juguete que quise y que no tuve el lujo de tenerlo en mis manos por que era de “niña”. Me consolaba que un día en una visita que hicimos a una amiga de mi mamá, su hija tenía la mansión con 12 o más “pequeños ponys”, la versión de los 90’s . La niña de lo más feliz jugó conmigo. Creo que teníamos entre 9 y 10 años, los peinamos y me pasé la hora más increíble del mundo mundial. Ni de chiste mencioné a mamá “¿me puedes comprar un pony?” porque para mis nueve años yo ya sabía perfectamente que la boca se me haría chicharrón.
Nunca es tarde
Volviendo al post donde la persona que creó la pregunta sugiere “que no es tarde y que aún podemos adquirir esos juguetes para darle gusto a nuestro ninx interior”, pues les comento que sí lo hice. Fui a una tienda de antiguedades y qué creen. ¡Ahí estaban! Los ponys de la versión bonita, por que la actual no me gusta, esos que tienen la forma mas cercana a un caballito de verdad, tienen cabello de colores y un sellito en la anca.
El valor unitario de un pony iniciaba en los 1,200 pesos y dependiendo de lo exclusivo del modelo puedes encontrarlo hasta en 8,000,. ¡Oye! Son varios super. Y le dije a mi niñe interior que se consolara con unas versiones más austeras que por ahí le conseguí en un tianguis. Conseguirle la mansión con los 12 ponys que me pide para cumplir su fantasía me puede dejar arruinada por varios meses, así que le pedí que se aguante un ratito más.
Los juguetes no tienen género
¿A qué vengo con todo esto? Inicia la temporada decembrina y por donde quiera vemos publicidad de las jugueterías , y captó mi atención que en la actualidad la mayoría de comerciales no están definiendo los juguetes para niño o niña, como toda la vida se nos presentó.
En esta ocasión veo a todo tipo de género jugando con cualquier tipo de juguete, como debería de ser, sin que un menor se quede con ganas de saber qué se siente jugar con algo exclusivo del género opuesto, por que está prohibido, por que se te puede secar la mano, o se te pueden caer tus partes.
Este hecho me pone de muy buen humor, y espero que el mensaje les llegue a esta nueva generación de padres y madres de familia, a tener una mente más abierta, a ser más sensibles con ellxs y con lxs amigxs de sus hijxs.
Anécdotas de mi infancia
Voy a retomar mi infancia y abrir la cajita de pandora, nada más para retratarles un poquito de la crueldad que puede vivir uno al ser diferente y pertenecer a las infancias diversas. Estoy hablando de mediados de los 90’s, donde culturalmente ser distinto era motivo de rechazo y burlas.
En otra de las visitas sociales a casas de amigas de mi mamá una de las hijas tenía unas muñequitas muy bonitas, pero yo estaba sudando frío porque ella me invitó a jugar a las muñecas, obvio solo estábamos ella y yo. Me dije, ¿qué puede pasar? Pero me incomodaba bastante, porque tenía culpa y sentía que estaba haciendo algo malo.
Creo que no duré ni diez minutos en el juego y le dije que mejor buscáramos otra cosa en qué entretenernos o jugar afuera.
A los días y más rápido que la pólvora se corrió el rumor entre mis amigos de la cuadra que “a mi me gustaba jugar a las muñecas” y la consecuencia fue que desde entonces y hasta hoy, dos personas que yo estimaba y éramos muy unidos no me han vuelto a dirigir la palabra.
En aquel momento lo tomé como algo de lo más normal, dije, seguro así es esto, pero ahora sí digo qué crueles. Y lo comparto para que si me lees, seas consciente que este tipo de actitudes comienzan en casa y es ahí donde los peques lo aprenden y lo replican con sus amiguitxs.
Anécdotas de ahora
Me encuentro en mi trabajo. Es un día relajado y estoy compartiendo lo que escribo con una de mis colegas, me contó cómo de niña su mamá le prohíbia que se relacionara con personas afroamericanas, y que cuando se convirtió en madre fue una de las cosas que más cuidó en no hacerlo con sus dos hijas.
Su objetivo fue enseñarles a respetar a todo tipo de persona y cultura, y fue a través de los juguetes que ella lo logró, pues se encargó de que sus hijas tuvieran todo tipo de muñecas, las mexicanas, afroamericanas, las nativas americanas y todo lo que pudiera agregar, y vio resultados.
Me compartió cómo en la escuela de una de sus nenas, una niña fue bulleada por llevar trenzas, y que la única amiga que tenía era su hija, pues ella lo veía normal y se hicieron mejores amigas.
Otra compañera, su esposo es chef y su hijo de cuatro años le pidió una cocinita por que quiere ser como su papá. Yo tengo la seguridad de que esa adquisición para nada ha de afectar la expresión de género del niño. Así de fácil es, les invito a reflexionar sobre el tema.
Los juguetes son maravillosos, son herramientas, son felicidad para los más pequeños. Dejemos que tomen sus propias decisiones sobre cuál es su elección, sin que tengan que dudarlo o voltearnos a ver con cara de ¿puedo? O con miedo... Por más infancias felices y para que crezcan sin etiquetas.