Por: Elden Eloy Chávez
Guadalajara, Jalisco. 15 de abril de 2022. (Letra Fría) El ejercicio de Revocación de Mandato que intentaba poner a consulta la permanencia del Presidente de la República deja múltiples lecciones, ventajas y obviamente, algunas advertencias en mayúsculas para el futuro de la democracia en México.
El proceso de revocación dejó la participación del 6.4 % del total de los votos a favor de revocar al presidente, el 91.86 % votó a favor y solo el 1.69 % decidió anular su voto (es importante recordar que el voto nulo es un acto de protesta hacia el sistema electoral, por lo tanto, esta participación podría ser considerada como un rechazo al proceso de revocación y un deslinde de la decisión en torno a la figura del presidente); además, el total de participación representó entre el 17 % y el 18.2 % según información del INE, el cual, mantuvo una agenda intensa en el ejercicio (además del previo desgaste político que existió previo al ejercicio, como su solicitud para obtener más recursos y las impugnaciones que dieron origen sobre las pautas de difusión del proceso), tratando de cumplir con el objetivo del 40 % de participación efectiva de la lista nominal a nivel nacional, pero no pudo ser, muy a pesar de la campaña del presidente, del partido Morena y de un ambicioso INE que se jugaba la legitimidad ante el electorado más cohesionado del país.
El proceso de revocación dejó como principales retos, la asimilación entre el gasto público y la participación ciudadana como un recordatorio de los principales problemas de la gestión electoral en el país, pues, muy a pesar de que el Instituto desplegó una fuerte campaña de comunicación entre más de 1 millón de spots pautados, 33 mil publicaciones en redes y la renta de otros espacios de difusión, el costo evidentemente fue desproporcionado a la participación, casi dos mil millones de pesos y un costo promedio de 100 pesos por sufragio, costo que se establecería por medio del nivel de abstencionismo, el cual oscila entre el 83 % y el 82 % (con un promedio de participación de 2 de cada 10 mexicanos de la lista nominal), con un destacado abstencionismo de los entidades menos afines a la ideología del presidente y el partido en el poder (Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Guanajuato, Querétaro, Jalisco y Nuevo León), bajo esta perspectiva, el abstencionismo y el costo electoral se perfilan como dos advertencias serias para la instrumentalización de la democracia directa.
Además, se hicieron presentes de manera lamentable episodios de violencia política alrededor del país, en Puerto Vallarta, Jalisco, se reportó sobre la interferencia de un grupo armado al tomar y manipular urnas (preocupante la violencia política que se vive en esta ciudad jalisciense desde el asesinato del ex-gobernador, Aristóteles Sandoval) y en San Fernando, Chiapas, se amenazó de retirar apoyos sociales a quienes no participaran, dicha amenaza resultó con dos mujeres muertas que regresaban a casa después de participar, ya que el trasporte de “acarreo” se volcó; a falta de nueva información estos dos casos han sido los más destacados, dejando en nuestra conciencia el reto de celebrar un proceso democrático con saldo blanco, cero coacción y sin lugar para la violencia política, producida por los clásicos problemas nacionales, el narcotráfico y el clientelismo electoral.
MA/MA
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