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Las cifras de la guerra

Por: Roberto Castelán Rueda

Hace algunos días, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, publicó su reporte mensual sobre el número de homicidios dolosos en el país. En total suman 21,200de enero a septiembre de 2017, superando ya al año 2011, en el cual se había registrado la cifra más alta de homicidios dolosos. Hasta ahora.

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Con estos datos sabemos que hay más dedos mil asesinatos por mes, tres cada hora y más de setenta y ocho por día. El Estado de Jalisco tuvo su cifra más baja en febrero con 110 y la más alta en agosto con 150.

Cabe aclarar que estas cifras se refieren acasos denunciados, con carpeta de investigación en curso, es decir, podríamos asegurar que ellas muestran una realidad parcial sobre el número de homicidios dolosos, ya que no incluye a posibles ejecutados enterrados en fosas clandestinas los cuales podrían estar en el «rubro» de desaparecidos, cuyo número nadie sabe con certeza. Pero también es un número que crece.

A simple vista, estamos frente a un problema de cifras, de números fríos ,despersonalizados, del cual se valen los gobiernos de los tres niveles para elaborar sus informes, siempre optimistas, sobre el combate al crimen organizado. De alguna manera, a pesar de quelas cifras, aun las oficiales no mienten, y el número de homicidios dolosos lejos de disminuir va en aumento, los gobiernos ven y manejan estas cifras sin mucha preocupación, como si se tratara de un aumento de precios temporal sujeto a los vaivenes del mercado. Pero obviamente no son cifras.

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Cada número tiene un nombre y un apellido, una familia, un núcleo de amigos y un espacio social en el cualse desarrollaron. Son personas, seres humanos, ciudadanos, víctimas de una violencia generalizada en el paísque no tiene visos de parar.A los gobiernos las cifras los tienensin cuidado.

¿Son muchos loshomicidios dolosos en México? ¿21,200 asesinados es una cifra alta? ¿Debemos preocuparnos por esacifra? ¿Cuántos asesinatos seríanmotivo de nuestra preocupación y lade los gobernantes? ¿De qué estamoshablando exactamente? ¿Dehomicidios aislados? ¿De ajustes decuentas «entre ellos»? ¿Podríamoshablar de una guerra civil soterrada? Vivimos una guerra civil molecular,en donde el mecanismo del odio,sentimiento de vulnerabilidad,miedo, culpabilidad y las estrategiasde sobrevivencia, se convierten en elmotor de la sociedad inmersa en ella.

Este contenido fue publicado en el impreso número 4 de Letra Fría en noviembre de 2017

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