Casi todo el mundo condena el clasismo, la presunción, la misoginia y la violencia. En ese sentido “Fofo” Márquez, el influencer que la semana pasada fue condenado a 17 años por feminicidio en grado de tentativa, personifica los antivalores que todos despreciamos cuando alguien nos escucha.
Ni como estudiante ni como compañero, nadie quisiera tener a un “Fofo” Márquez en su salón; además, lo adivinamos poco brillante e irresponsable, de los que llegan tarde e interrumpen a los maestros, de los que les faltan el respeto a las compañeras y se ofenden si alguien les pone un límite, de los que se sienten con derecho a violentar a quien los incomoda, y a quien no se ríe de su banalidad.
¿De verdad no queremos a “Fofo” Márquez?
Entiendo que a este muchacho en particular no, pero vamos a darle un poco de perspectiva. De entrada, debo decir que personalmente yo no veo condenable la figura de los influencers; es una forma de autoempleo que aprovecha oportunidades legales y legítimas que ofrece el sistema. Muchos de ellos, para poder sobresalir, inventan un personaje.
“Fofo” Márquez le dio forma al suyo, parecido a lo que él mismo ya era: un junior, un “mirrey”, un hombre que con dinero rebasa con frecuencia la línea de lo legal; el sistema le regala impunidad, y las personas les regalan admiración, ¿no me cree? ¿Le parece que miento? Entonces, ¿por qué “Fofo” tenía millones de seguidores en redes sociales?
Nadie quiere a “Fofo” Márquez en su salón. En los pedazos de videos que han llegado, “Fofo” solía presumir una vida carente de trabajo, gastaba el dinero que su papá le daba, sus temas de conversación giraban en torno a lujos y consumo. Consumía personas como productos, principalmente mujeres.
Y nadie quiere convivir con alguien flojo y que no haga la parte del trabajo que le toca; todas y todos los maestros queremos que a nuestro salón jamás entre un estudiante que quiera que sus papás lo defiendan cuando les avisamos que llega tarde, o interrumpe las clases, o maltrata a sus compañeros, no lo queremos.
Tampoco queremos a nadie excesivamente presumido, que sea hostil con las personas pobres, que sea agresivo con las mujeres o con los grupos de diversidad sexual. Sin embargo, el clasismo y el machismo son una de las formas de violencia y de discriminación más presentes en nuestra vida social.
17 años de cárcel
“Fofo” Márquez es un ser despreciable, es cierto. Qué bueno que va a pasar 17 años en la cárcel y ojalá hubieran sido más. Sin embargo, y sin disculparlo, “Fofo” personifica una serie de actitudes y valores que en realidad no son despreciados en el mundo que vivimos, ni en los pactos sociales que hemos construido.
Toleramos la irresponsabilidad, nos sentimos atraídos por la ausencia de esfuerzo, por el consumo ilimitado, por la fama y la impunidad que son premiados con atención, con admiración.
Propongo dejar a la persona a un lado, y que el reto sea darle 17 años de cárcel a las actitudes que a él lo hicieron notable. Solo así no tendremos a “Fofo” Márquez ni en nuestro salón, ni en nuestra casa.

Me encanta leerte, claro ejemplo de que el desacuerdo social va más allá del nombre, las acciones son las que están condenadas a reformar en estos 17 años.
He leido mi primer post, y me agrado !!