Por: Lourdes Cano Vázquez
Guadalajara, Jalisco. 08 de mayo de 2019. (Letra Fría)La llamada marcha fifídel pasado domingo deja un par de lecturas interesantes sobre nuestro contexto actual; a la cabeza de esta, aparece orgulloso el expresidente Vicente Fox, quien convocó a aquellos inconformes con las políticas del gobierno en funciones, teniendo respuesta en varias ciudades del país.
Fox tiene ya tiempo de haber salido de su exilio en Guanajuato, dejó las conferencias y lo que sea que estuviera haciendo para perder el tiempo con su pensión en el centro Fox y regresó a eso que le salía muy bien, a provocar, a ser tema de conversación de la nada, porque jamás ha tenido ni miedo, ni vergüenza de abrir la boca.
Por otro lado, está más activo que nunca tanto en redes sociales como en la opinión pública, el expresidente Calderón, némesis natural de López Obrador desde aquella elección de 2006. Con una notoria antipatía entre ambos, Calderón se ha dedicado en los últimos meses a replicar y a hacer escrutinio de cada una de las acciones del actual presidente, a señalar cuando así ha sido el caso, la conducta que debe seguir la investidura presidencial, recordarle incluso, el juramento que hace un presidente cuando inicia su mandato.
Entonces, nos encontramos que la oposición está encabezada por los dos expresidentes panistas de inicio del siglo XXI; uno quizás motivado por la irritación que causó la pérdida de su pensión de retiro, el otro porque tiene francas e ilógicas aspiraciones políticas en compañía de su esposa. Pero en realidad como oposición solo tienen el papel de una piedra en el zapato, nada trascendente.
Ni Fox ni Calderón tienen un lugar estratégico en el mapa político actual, pero están llenando simbólicamente los lugares que deberían estar cumpliendo los líderes de bancada en el Congreso, y quiénes no sólo han brillado por su ausencia, sino que han pactado con la mayoría morenista en momentos como la reforma educativa de AMLO.
Ni Miguel Ángel Osorio Chong, ni René Juárez del PRI, Damián Zepeda o Romero Hicks del PAN han movido un dedo contra la aplastante mayoría del presidente en el Congreso; parecen meros espectadores ante un escenario sin frenos ni contrapesos.
No está la voz de Ricardo Anaya, ni Gustavo Madero, José Antonio Meade hizo una lenta retirada y los demás líderes priístas están enfrascados en su propia lucha interna; Peña Nieto hace vida social y personajes como Luis Videgaray o Aurelio Nuño desaparecieron por completo después de ser considerados presidenciables.
La simulación está en ambos lados, nuestro presidente parece una broma que se niega a tomar las riendas del país y tomarlo como algo serio en lugar de otros seis años de campaña, y la oposición hace como que protesta porque Fox es otra broma que juega al incómodo.
La fracción de la sociedad civil que no concuerda con el presidente y gran parte de la opinión pública que hace trinchera en redes sociales, tuvieron un ensayo de protesta este domingo; a los miembros del gabinete que se burlaron de la participación de la gente les deberían de decir que no hay enemigo pequeño, de ahí está surgiendo la verdadera oposición, qué mejor que venga desde los ciudadanos y no de los partidos; no es casualidad que la popularidad de nuestro mesías presidente, haya caído seis puntos de popularidad en las últimas semanas; hay que tomar nota y saber que el diablo está precisamente en esos detalles.
