Por: Rosa Eugenia García Gómez | Las Carrilleras de Adelita
Zapotlán el Grande, Jalisco. (Letra Fría).- Rieleras y juanes, esta Adelita felicita a las madres y les ofrezco esta reflexión carrillera luego de la resaca de festivales escolares, festejos familiares, comilonas y regalos de todo tipo, desde dibujos aderezados con pasta cruda de coditos hasta aquellos artículos comprados según la capacidad del bolsillo a cada hija o hijo.
A mis estudiantes de Periodismo de Derechos Humanos se los decía este lunes, el Día de la Madre es toda una oda al comportamiento que espera de una madre –y hasta de la que no lo es- la sociedad hetero patriarcal fundamentada en el pensamiento androcentrista.
Les pedí a mis estudiantes que recordaran la letra de la canción que más escuchamos con motivo del 10 de mayo, y aunque Denisse de Kalafe la estrenó en 1982, cuando aún ninguno de ellas y ellos había nacido, todos la sabían e identificaban como dados los preceptos construidos alrededor de ser madre. Una mujer que da su vida, sus sentimientos, los espacios de su cotidianidad, de manera incondicional a sus vástagos; que soporta la extenuación del trabajo de casa o de cualquier sitio laboral, pues lo hace por sus hijos; que está dispuesta a obtener a través de la violencia y por encima de otras personas lo que considera que necesita su familia; y que además se conserva como una flor fresca y se caracteriza por la fidelidad de un ángel.
No pues qué conveniente. Es la construcción idónea de la imagen de una mujer que se adecua a los imperantes sociales que han colocado al estereotipo masculino con todo el espacio, el tiempo y los argumentos para obtener ventaja social, política y económica, pues en la parte invisible de su vida y cotidianidad seguro hay una o dos mujeres pensantes y capaces que incondicionalmente le resuelven su día a día para que ellos no se preocupen por alimentos, áreas limpias, hijos atendidos, problemas escolares, enfermedades familiares y vestimenta dispuesta, y así ellos salgan cada día a enfrentar los retos laborales con la mente fresca y el espacio vital dispuesto.
Claro que la compositora brasileña no sacó estas ideas de su mente creativa, ella puso palabras a las expresiones culturales de la sociedad que le ha servido de contexto y ha experimentado desde hace siglos.
La imagen de mártir que sobre las madres se ha construido también marca un devenir de sufrimiento constante. Desde la crianza de las niñas centrada en su preparación para el matrimonio y la maternidad, hasta la violencia obstétrica que agrede a mujeres y personas gestantes, con atenciones médicas carentes de humanismo y sensibilidad hacia el proceso que, aunque sea cotidiano para el sector sanitario, no deja de ser especial y delicado en las historias individuales.
La vida no tiene que ser un sacrificio constante, aunque tengamos hijos. Es una oportunidad para crecer en convivencia con las personas que amamos y con respeto hacia los otros, así como el derecho que los demás y cada uno tenemos al desarrollo digno y pleno.

MV