Por: Rosa Eugenia García Gómez | Las Carrilleras de Adelita
Zapotlán el Grande, Jalisco.- Rieleras y juanes, es bien sabido que, para la Sociedad Interamericana de Prensa, la UNESCO y otros organismos internacionales que están pendientes del estado que guarda el periodismo, nuestro país es el más peligroso para ejercerlo a nivel mundial, incluyendo a las naciones en guerra.
Basta echar una mirada a los sucesos recientes en Chilpancingo, Guerrero, Tlajomulco Jalisco y Nayarit para confirmar que el narcotráfico es la causa de tales consideraciones y que la censura pase de ser un elemento amenazante para el ejercicio de la profesión, a ser una práctica cada vez más común en forma de autocensura.
Ya lo decía la periodista Ana Arana, Becaria de la Fundación Knight de periodistas al señalar que ante el clima de inseguridad que se vive, sobre todo en lo referente a la cobertura de hechos que tienen que ver con el narcotráfico, la censura y la autocensura se hace patente como una medida extrema para proteger la integridad del periodista.
De tal manera que incluso en algunos medios, particularmente en los estados donde el crimen organizado tiene una alta influencia en diferentes aspectos de la vida pública, esta problemática es aún más patente por lo que se recomienda a los periodistas, tanto desde dentro de las organizaciones noticiosas, como de parte de otras instancias de gobierno, que las notas que se refieran al narcotráfico, se hagan exclusivamente con base en los comunicados oficiales emitidos por las autoridades policiacas y de la Procuraduría de Justicia del Estado.
Quien ha cubierto este tipo de fuentes sabe que esto equivale a cerrar los ojos y permitir que los propios jefes policiacos y procuradores de justicia escriban las notas, pero ante la amenaza de perder la vida ¿podemos culpar al periodista por callar o por alterar su reporte completo del conocimiento de los hechos que posee?, ¿por autocensurarse?
De hecho, la actitud de muchos periodistas y editores ante amenazas de muerte, es dejar de cubrir la fuente o cambiar al reportero y algunos, los más nóveles, incluso renuncian y se retiran de la profesión.
Así, esta problemática tan actual viene a coincidir con situaciones inherentes a la historia del Periodismo en México. Un gobierno deficiente que no puede garantizar seguridad social, ni el ejercicio de la libertad de expresión sin riesgos y que antes y aún ahora, busca establecer su versión de los hechos, su versión de la realidad, tiene gran responsabilidad en el modo en que se ejerce el periodismo.
MV