Por: David Chávez Camacho
Autlán de Navarro, Jalisco. 02 de febrero de 2021. (Letra Fría) En mi anterior columna dirigí mi atención al previsible modo digital, por internet y redes sociales, que tendrán las campañas electorales de este año, dada la circunstancia de la pandemia de COVID19. Es y será tanto así que la misma pandemia será un asunto principal del “debate”, lo será si algo se ha aprendido de la situación.
La pandemia nos desenmascaró. Hemos visto nuestra fragilidad y hemos visto las consecuencia de nuestro olvido de lo que se había aprendido en la primera mitad del siglo XX, tras las dos primeras guerras mundiales y la pandemia denominada como “la gripe española”.
Aquellas terribles experiencias que fueron también grandes decepciones, generaron la percepción de la necesidad de garantizar equilibrios institucionales, sociales e internacionales. Ello incluyó el asunto de la salud pública.
Hace un siglo, la Primera Guerra Mundial fue un antes y un después, especialmente en lo que respecta a las enfermedades infecciosas como la fiebre tifoidea, el tétano, la malaria, la tuberculosis, la influenza y las enfermedades de transmisión sexual, que fueron investigadas, lo que derivó en hallazgos de drogas y vacunas, pero también de medidas de prevención científicas.
Por supuesto, la Primera Guerra Mundial tuvo impacto en toda la cultura, pues el entusiasmo de los filósofos y de la gente común, que ocasionaron las capacidades tecnológicas y productivas del ser humano, se vio degradado a barbarie y a capacidad destructiva. Esto tuvo su réplica terrible en la Segunda Guerra Mundial y en la tercera, es decir, en la llamada Guerra Fría.
De aquello resultaron ideas e instituciones como la ONU o el concepto reglamentado de los derechos humanos, pero también los sistemas de seguridad social e incluso profesiones como la sociología, la psicología, la epidemiología y similares.
En síntesis, se descubrió que el desarrollo tecnológico y la productividad eran muy importantes aspectos de la Economía; pero también la obviedad de que el ser humano vive en sociedad y que ésta condición requiere de equilibrios preventivos de un sinfín de problemas sociales, de salud, ambientales, culturales en las comunidades, en los países y en el mundo.
Los diagnósticos de los últimos 40 años no pueden ser simplemente vistos como si nada, los positivos y los negativos, referentes al llamado periodo neoliberal, pero también a la denominada como posmodernidad, un concepto que merece ser estudiado.
Si todo esto parece excesivo en términos de pensamiento, se debe recordar que esta columna está dirigida a personas interesadas en la política, incluso a políticos, y uno espera que temas como estos sean de su interés.
La actual pandemia ya ha sido considerada un suceso histórico, eso no quiere decir que es un asunto digno de ser recordado, sino que tiene consecuencias enormes para los seres humanos. Es una realidad que ya se siente. Por supuesto, se puede evadir la realidad, pero no los efectos de evadirla.
Inicié esta columna indicando la digitalización inevitable de las campañas electorales de este año, ojalá ello no signifique que los contenidos y las formas de comunicación política se reduzcan al meme y a la consigna sin más.
Necesitamos conocimiento de nuestra propia realidad y debate verdadero.
MA/MA
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