Por: Carlos Efrén Rangel | Un letrero en la Pizarra
Autlán de Navarro, Jalisco.- Me pareció ofensivo que la discusión en torno a los nuevos libros de texto haya ocurrido en vacaciones. Yo tenía ganas de distraerme un poco de las cosas de la escuela, y cada día surgían análisis y posturas que me motivaron a estar al pendiente. Pero fue lo único que no me gustó, todo lo demás lo celebro: el debate que se generó, la atención que la educación le mereció a una sociedad más bien desentendida del fenómeno, y que cada quien mostrara de forma tan nítida su postura. Así que aquí va la mía.
Los nuevos libros de texto, si bien tienen detalles que podrían mejorar, en realidad están bien chidos, ojalá que pronto se destrabe el amparo que interpuso la Asociación Nacional de Padres de Familia y lleguen a las escuelas. Serán un gran apoyo, pero ¿saben qué? En caso de que no lleguen, tampoco será que se evite que propongamos una educación congruente con la época que se vive, en donde lo más importante es evitar la individualización de los planes anteriores que generaron morros egoístas incapaces de ver más allá de sus propias percepciones, para ahora considerar al propio alumno, pero en su relación con la comunidad, sus problemas y saberes como el eje.
Confío plenamente en que mis cinco lectores identifiquen que con el párrafo anterior no estoy declarando una afinidad a la 4T, es una opinión de profe en las aulas de educación básica y en las de educación superior acompañando investigaciones precisamente en el terreno educativo y aunque no la comparto, respetaré la opinión de quien crea que los libros no deben llegar a los niños. Pero sí quisiera compartirles algunas premisas que les pueden abonar a su tranquilidad, o a su desasosiego.
Actualmente los libros de texto no son determinantes en cuanto al contenido de la educación; son solo un apoyo, que a veces se usa y la mayoría de las veces se recurre a otros materiales: videos, canciones, podcast, lecturas externas, videojuegos, dinámicas y materiales diseñados por los propios docentes. Esos recursos didácticos responden en primer lugar a los intereses y características de cada grupo, y, en segundo lugar, son congruentes al Plan Sintético y al Plan Analítico, esos sí son documentos rectores, determinantes y afortunadamente no hay amparos que los cuestionen.
Hay que desmentir la supuesta reducción de contenidos de asignaturas relevantes. En tercero de secundaria, hasta el ciclo anterior aplicamos el Plan 2011, que en Español contenía 14 proyectos a trabajar, 14 temas de los que los estudiantes debían aprender. El Plan sintético, diseñado a nivel nacional contempla 15, además de que preparamos un documento que aterrizó a nivel local saberes necesarios de los estudiantes para nuestra región; en mi escuela agregamos un contenido extra, habrá dos temas extra.
Los políticos han convertido a los libros en su campo de batalla para continuar la polarización en la que participan todos los frentes sin excepción, mienten y exageran para llevar agua a su molino. En el Letrero en la Pizarra que publiqué aquí el 31 de enero, expuse que la Nueva Escuela Mexicana sí contempla entre sus principios la formación política: los textos rectores promueven que los estudiantes participen en temas de la vida pública, mediante la promoción del pensamiento crítico y la conciencia histórica, no veo adoctrinamiento en poner a los morros a pensar y actuar más allá de sus deseos o sus visiones. Hay más adoctrinamiento en evitar esa posibilidad.
LINK DE LA COLUMNA: https://letrafria.com/el-enfoque-politico-de-la-nueva-escuela-mexicana/
El reconocimiento de la diversidad ha sido una causa de enojo. Es una realidad que los alumnos integran familias cada vez más diversas: las hay nucleares, monoparentales, extendidas y también integradas por personas del mismo sexo, esa no es una ideología que los libros impongan: es una realidad en la que los estudiantes se identifican a ellos o a sus compañeros. Lo mismo con el lenguaje inclusivo, en el registro civil de Jalisco ya es una posibilidad reconocerse como género no binario, las personas necesitamos palabras para expresar esa realidad que está fuera de los libros. Lo mismo con las distintas formas de hablar español, y las lenguas indígenas que lo nutren, más que se contextualiza como una variante y no como la forma “correcta o incorrecta” de hablar o escribir.
Hay fotografías antiguas de manifestaciones de la Unión Nacional de Padres de Familia oponiéndose a la educación sexual en las escuelas, otras en que ya habían visto en los planes y programas intereses comunistas. Siempre han perdido, y confío en que otra vez podamos evitar el sesgo moralista en una educación que además es congruente con los acuerdos internacionales que México ha signado, desde antes de que llegara la 4T, como la Agenda 2030.
Pero qué bueno que tantas personas se interesaron por la escuela, los libros y la influencia que los profesores tenemos en la construcción del futuro del país. Bienvenidos al diálogo, que la escuela no es el edificio, sino la comunidad, las personas que participan en la educación de las nuevas generaciones. Ojo con esas palabras, que aunque empiecen con las mismas seis letras, comunidad y comunismo, para nada que son sinónimos.
MV
