Por: Vianney Martínez Pérez
Autlán de Navarro, Jalisco. 25 de abril de 2022.-(Letra Fría). Ocho y cuarenta con cinco minutos de la mañana del sábado 23 de abril de 2022. Desde el punto más alto del Seminario Diocesano de Autlán “Santa María de Guadalupe”, reporteros esperan con cámara en mano inmortalizar la llegada del Secretario de Estado de la Santa Sede del Vaticano, Cardenal Pietro Parolin.
Tras una espera de un poco más de una hora, el bullicio comenzó a incrementar en las puertas de las instalaciones del seminario, lugar donde en punto de las 10:28 horas, de una camioneta blanca, el consagrado descendió desde tierras romanas con una sola misión: hacer historia en Autlán.
Con abrazo amistoso, el obispo de la Diócesis de Autlán, Rafael Sandoval Sandoval, recibió al prelado italiano, quien aquella tarde oficiaría, en representación de el Papa Francisco, la Ordenación Episcopal de Monseñor Javier Herrera Corona como Nuncio Apostólico de la República del Congo y en Gabón como Arzobispo titular de Vulturara.
Contrastando con el silencio, el recinto de futuros sacerdotes perdió la tranquilidad que en días pasados lo inundaba. Entre un mar de gentes, sillas, fotógrafos y fieles, el cardenal de la Santa Sede y el nuncio de origen autlense se dirigieron a una habitación privada lejos de las preguntas y fotografías.
Mientras tanto, la música no paraba, a la par que, pies presurosos se dirigían a la cocina, el baño y pasillos del lugar. Fue entonces, cuando unos cánticos en italiano resonaron por todas las paredes, y posiblemente por varios metros fuera del seminario: la ceremonia esperada por meses estaba apunto de empezar.
En silencio, los consagrados mexicanos e italianos fungían el deseo de Monseñor Javier Herrera Corona: recibir la ordenación como arzobispo en su tierra natal.
La decisión de su excelencia, se debe a que tras su nombramiento como Nuncio Apostólico de El Congo y El Gabón, responsabilidad que lo separaría por tiempo indefinido de sus raíces, él determinó que como agradecimiento, celebraría “la recompensa que le fue otorgada” en el lugar que lo vio crecer como sacerdote: el Seminario Diocesano de Autlán “Santa María de Guadalupe.
En duración de aproximadamente tres horas, finalmente era oficial: Monseñor Javier Herrera había hecho historia en Autlán.
A modo de celebración, y después de obsequios de personalidades públicas, el ahora obispo realizó un recorrido entre los fieles, quienes con aplausos y gritos lo ovacionaron.
Después, un unísono de tambores de cuero y maracas de madera resonaron y fue presenciado en televisoras internacionales: eran más de 90 nahuas visitantes de la Sierra de Manantlán que danzaban en honor a sus tradiciones y cultura.
Más tarde, el banquete había llegado de nuevo; el olor de los tacos al vapor invadía la mesa de los invitados, degustado en compañía de sones mexicanos interpretados por una agrupación de mariachi.
Fue así, que finalmente, al ocultarse el sol, el seminario volvió a ser ese espacio silente, donde la fe habita en cada rincón de sus estructura, en sus árboles y el viento que calma el aire caliente del valle autlense.
Galería de la ceremonia de Ordenación Episcopal de Monseñor Javier Herrera Corona:
Edición: Gladiola Madera
Queda prohibida la reproducción total o parcial. El contenido es propiedad de Letra Fría.