Por: Vianney Martínez Pérez
Autlán de Navarro, Jalisco. 09 de marzo de 2023. (Letra Fría).- Estoy dando pasos apresurados, pasan de la seis de la tarde y hace diez minutos debí haberme encontrado con Mariel. Entro a la cafetería y desesperadamente la busco: no está. Mi pulso baja paulatinamente, mientras tanto, quiero encontrar una mesita donde acomodarme; me siento en una al lado de un ventanal que da vista a la Carillo Puerto.
-“¿Gusta pedir algo para tomar?”, se paró a un costado de mí un mesero.
-“Un café americano, por favor. Estoy esperando a alguien”, le expliqué, como justificando mi soledad.
Diez, quince, veinte… los minutos pasan y Mariel no llega. Del nervio empiezo a usar mi lapicero, rayando mi agenda para disimular que estaba ocupada en algo. Es hasta los treinta minutos que escucho unas pisadas aceleradas, apareció frente a mí: cabello obscuro y ondulado, estatura media y complexión delgada, sonrisa de oreja a oreja; venía vestida con unos jeans y usaba botas.
Mariel Mendoza Arriola, sí, Arriola, tiene 22 años y forma parte de uno de los capítulos más importantes de la historia del Carnaval Autlán: es la primera mujer alguacil en el municipio.
Mientras se instala, nos ponemos en conversación.
-“Pues mira, desde que yo tengo uso de razón mi familia paterna me trae entre el ganado y los caballos. De hecho, como prueba, tengo fotos de bebé en ese ambiente, cuando ni siquiera podía sostener el cuello”, su voz es dulce y tersa, como la de una niña.
El mundo de los caballos
Gracias a su padre que es veterinario, su tío que es arrendador de caballos y a su abuelo ganadero, Mariel ha estado en contacto toda su vida con “el mundo de los caballos”, como ella lo llama. No pasa lo mismo con su familia materna, pues no son fanáticos de los animales.
Su primer équido fue un poni rojizo, “El Grillo”.
“El Grillo” acompañó a Mariel durante su niñez en el rancho de la familia: la Plaza de Toros “Viva Autlán”; también la paseó por las principales calles del municipio en el típico desfile del “Carnavalito”, en el que, por tradición, infantes de preescolar anualmente forman parte de las actividades del Carnaval Autlán.
“Empecé con animales chiquitos, luego, cuando yo ya estaba más grande, con burritos más mansitos, hasta que llegué a los caballos; primero nobles, después desafiantes”. Confiesa que hasta los ocho años tomó conciencia de que su gusto por montar era propio, y no era solo una herencia familiar.
-“Me gusta mucho, y siempre me ha encantado, sentir el paso que dan los caballos, eso que se siente en la tierra, ¡fun!, me zangolotea y, en vez de asustarme, me da adrenalina de sentir que yo, puede sonar a cliché o ridículo, tengo conexión con mi caballo“, sus ojos marrones comenzaron a brillar. -” Hay mucha gente, jinetes o personas que piensan: “me subo y yo lo mando, soy su patrón”, yo nunca lo he visto así. Siento que tu caballo es tu amigo, porque así como te puede hacer lucir espectacular y quedar muy bien, también puede hacerte quedar mal. Realmente tienes que tener, aparte de saber montar, un respeto por tu animal”.
El Relicario
El Relicario conoció a Mariel cuando ella tenía 12 años, fue un regalo que su padre le hizo a la niña. En algún momento, antes de ser propiedad de los Mendoza, “El Relicario”, un caballo lusitano tordo blanco, acompañó a el rejoneador y actor de la época del cine de oro mexicano, Gastón Santos.
El Relicario, su primer caballo, obligó a Mariel a hacer de lado su delicadeza “siempre me ensillaban animales mansos y, éste, estaba loco”, recordó entre risas. “Me pasó muchas veces que andaba montando en él, pero veía un becerro o un toro y se les arrimaba, yo me asustaba. El caballo era torero y también lo tuvieron de semental, es un animal entero, tenía sus testículos intactos; era de mucho brío, alegre. Todo el tiempo que veía a una yegua se prendía, o si se encontraba a otro caballo era para pelear”.
La partida de El Relicario fue en 2021, murió por viejo, tenía 21 años de edad. Arriola describe que su muerte fue triste, pero predecible, “sentía que no me quería despegar de él, realmente aprendí en ese caballo a cómo montar bien”. A modo de consolación, el cráneo y los cascos de El Relicario están en la Plaza de Toros “Viva Autlán”, como recuerdo y decoración.
Al rancho han llegado más caballos, “mis favoritos son los españoles y los pasos finos colombianos, porque tienen mucha cadencia en sus manos, brío y lucen sin necesidad de ponerlos a hacer algo”, algunos están por solo un tiempo, como Cumbo, un paso fino colombiano con el que se encariñó la joven, “a todos lados que paseaba con él me salían clientes, y yo no quería venderlo, hasta que mi papá lo vendió”.
Mariel, la alguacil
Mariel es de las pocas personas que conozco con la cualidad de vivir su vida para sí misma.
Al principio cargaba con la oposición de su mamá, quien llegó a ofrecerle cosas extravagantes para evitar que se montara en un caballo, como la vez que le propuso comprarle todos los zapatos que quisiera con la condición de no participar en el que fue su primer desfile del Carnaval Autlán, por supuesto, no aceptó. Con el paso del tiempo, el amor incondicional de la madre de Mariel por su hija la ha convertido en su confidente y consejera en cuanto a diseños de ropa, peinado y maquillaje que utiliza en sus presentaciones; su papá, así como su tío, se encargan de la logística con los caballos, arreglos o negocios en donde participa la joven.
Con la intención de profesionalizar en el campo a Mariel, su papá la animó constantemente a unirse a alguna escuela de escaramuzas. La chica siempre se ha negado, no porque le desagrade, sino porque no va de acuerdo a su estilo: mientras las escaramuzas montan de lado, en albarda, ella lo hace montura, “como hombre, con las dos piernas abiertas”, según describe: “las escaramuzas dirigen con las riendas, yo manejo a los caballos con mis piernas. Además, ellas (las escaramuzas) son muy glamurosas, no me llaman la atención, prefiero la doma clásica y el baile, cosas que no entran en el ámbito de la charrería”.
Religiosamente, la familia Mendoza participa en los desfiles del Carnaval Autlán con sus ganaderías, incluso, con su persona, como lo ha hecho el tío de Mariel, Pepe Mendoza, alguacil de la Plaza de Toros “Alberto Balderas”. La admiración a su tío es algo que nació con ella, pero relata que una inquietud surgió cuando tenía quince años, lo vio portando su traje charro, sosteniendo la bandera de Autlán y encabezando la caravana del Entierro del Mal humor, nombre del desfile que indica el arranque del Carnaval en el municipio.
“Yo pensé, ay que padre, yo quiero un día ser como él, estar ahí en donde está”, Mariel me dijo sin titubear, “La mayoría de las mujeres, niñas y jóvenes, en el aspecto del Carnaval, desean ser reinas o candidatas de los gremios. Yo siempre pensé que era muy lindo, pero creo que hay que apostarle a algo dominado por los hombres“. Le externó a sus padres ese deseo, el deseo de ser alguacil del Carnaval Autlán.
No fue fácil, ser alguacil, además de ser un título de honor, es un puesto disputado que, por lo general, es destinado para los varones.
En 2022, tras casi dos años de pandemia, Mariel le dijo a Pepe si era posible tomar la batuta como alguacil, la respuesta fue indecisa y no llegó a nada, en cambio, le ofreció participar en los eventos de tauromaquia de ese año, “lo tomé como un entreno. Al final me gustó mucho, porque es toda una ceremonia, completamente: tienes que escuchar la trompeta y saber en qué tiempo exacto tienes que salir, no te puedes pasar de cierto aro que pintan en el ruedo de la plaza, debes llegar y saludar, y cuando escuches que empieza el pasodoble tú ya te vas”.
Llegó 2023, Mariel ahora recurrió a su papá, mismo que la obligó a acercarse con el alcalde de Autlán, Gustavo Robles, para justificar los motivos de su sueño, “es que él siempre es así, quiere que una haga las cosas por sí misma, sin la ayuda de nadie”. Lo hizo. Gustavo fue claro: “me gusta tus ideas, luego platicamos”, le dijo. No pensó que sucedería, de hecho, recuerda haberse resignado a disfrutar el Carnaval como siempre, pero las cosas se dieron y el presidente aceptó. “Llamó a mi papá, yo lo escuché que hablaba con él en su habitación. Fui corriendo, colgó y me dijo: “te alistas para el desfile”. Yo ni sabía que hacer, estaba muy contenta”.
El 07 de enero de 2023, Mariel, lo primero que hizo al despertar fue ir a su rancho para visitar a sus caballos y entrenarlos. Eligió uno, color blanco, lo bañó, lo trenzó y organizó la indumentaria que utilizaría: silla y espuela. Luego siguió ella, se vistió con un vestido blanco con negro, tenía un detalle en amarillo, “vi el vestido y lo miré mucho más bonito de como lo recordaba, me fascinó, ya que a mí no me gusta que se me vea la bota y así lo mandé a hacer, porque es diferente al de las escaramuzas, el faldón de ellas tiene que quedar arriba del calzado”, comentó.
Tras unas horas, llegó a la Avenida Carlos Santana, partiendo, ya a caballo, hacia la Independencia Nacional, una de las rutas más importantes, para ella, del Anuncio de Carnaval, por su tránsito e impacto visual, “Estaba haciendo una tarde hermosa, el sol era maravilloso. Algo que nunca voy a olvidar es cuando empezó a avanzar el desfile: estaba primero la chirimía, yo estaba atrás y traía la bandera de Autlán, entonces la banda comenzó a tocar la de “Viva Autlán” y yo quería llorar”. No me reveló si lloró, me hubiera gustado que me lo confesara.
Esa tarde Mariel Mendoza Arriola hizo historia: era la primera mujer en Autlán en ser alguacil.
“Es para mí, y siempre será un honor, que me da mucha alegría, porque a partir de mí se puede abrir un camino para que más mujeres salgan, pero el hecho de yo haber sido la primera, es una satisfacción que nadie me va a quitar”, fue emotivo, Mariel se sinceró conmigo.
Las críticas
La primera mujer alguacil en Autlán se hizo viral en redes sociales, había quienes aplaudían a la joven de 22 años, en cambio, otras personas no dimensionaban el valor y alcance del hecho. Tanto el recorrido del Anuncio del Carnaval Autlán 2023 y el desfile del Entierro del Mal humor fueron transmitidos en Facebook, espacio en el que los comentarios no pararon de llegar, de los cuales, los negativos, invadieron la atención de Mariel, “que si mi vestido, que si mi caballo” movió la cabeza, “Sé montar, y digo, no es por ser egocéntrica, pero realmente es una de las pocas cosas que yo estoy segura que hago bien”.
No todos piensan u opinan como los usuarios de Facebook, al menos no sus mejores amigos que cursaron con ella en el Bachillerato Tecnológico de El Grullo (BTG), “podría decir que sus mayores cualidades son su tenacidad y fidelidad. Es de esas personas que son difíciles de rendirse, se adaptan a las circunstancias y toman las riendas pase lo que pase, no es sorpresa que se convirtiera en la primera mujer alguacil”, me contó Anahí Moreno; “es muy apasionada, siempre persigue sus sueños, estoy muy orgulloso de ser su amigo”, relató Ricardo Gutiérrez sobre Mariel; “es muy responsable y seria en su trabajo”, compartió Marco Camacho.
Mariel fuera del Carnaval
Aquella tarde que platiqué con Mariel ambas habíamos faltado a la universidad, las dos estudiamos en el Centro Universitario del Sur (CuSur), en Ciudad Guzmán. Ella estudia Medicina Veterinaria, está apunto de terminar su carrera.
“La veterinaria va más allá de que te gusten los animales, tienes que verlos sufrir, hay un lado en el que curas al animal y, el otro, es sobre la sanidad”, nuevamente, su familia influyó en la decisión de Mariel de ser veterinaria. Uno de los hombres más importantes de su vida se la enseñó: su papá.
Lo que la movió a tomar rotundamente la decisión fue cuando lo acompañó a ver cómo atendía a un caballo: “Estaba muy golpeado, descoordinado, no podía moverse, tenía sus extremidades semiabiertas y estaba parcialmente ciego”, el mamífero sufría una encefalitis, inflamación en el cerebro. De acuerdo con Mariel, su pronóstico apuntaba a morir en los próximos días. Eso no pasó, tras tres meses de cuidados en la Plaza de Toros “Viva Autlán”, padre e hija observaron como el caballo se levantó corriendo bajo la lluvia: el papá lo había curado.
La alguacil se dedicará al cuidado de équidos, de hecho, una de sus metas es construir una clínica veterinaria para caballos en Autlán, “a veces siento que en algunas cosas voy tarde, siempre como que nos saboteamos un poco y creemos que ya se nos pasó el tren”, comentó al mencionar que otro de sus sueños es estudiar doma clásica.
“Creo que uno no puede hacer las cosas sin la ayuda de tu familia, nunca. Las personas que van a estar para ti siempre, pase lo que pase, así estés muy arriba o muy abajo, va a ser tu familia. Detrás del éxito de una persona siempre habrá gente al lado que es la que te ayudó”, a Mariel se le empañó su mirada.
Pedimos la cuenta, yo quise pagar. No me dejó, “para la próxima me invitas tú”, me dijo.
Espero volver a verla, porque Mariel es de esas mujeres que inspiran, de esas que hacen historia.
Edición: MV
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