Rieleras y juanes ¿cuántas veces una mirada de desdén, un comentario negativo o simplemente optar por ignorar a una persona deriva en un sentimiento de aislamiento y soledad para ella o él? Quizá sea así porque justamente ese era el objetivo.
El origen de estas conductas cada quien lo puede averiguar en su propia experiencia e historia. A lo mejor eso vimos en casa, o en los primeros años escolares, sin que hubiera de por medio una intención de enseñanza, sino que simplemente así se comportaban otras personas a nuestro alrededor y aprendimos por imitación.
En el peor de los casos lo aprendimos y lo sufrimos porque nos lo hicieron. El sufrimiento y el dolor no es algo que se busque de manera intencionada, muy al contrario, vivimos hoy una anhelada cultura de paz que busca reivindicar el derecho que cada persona tiene a sentirse feliz.
Hablar de justicia social implica el entendimiento de que la justicia garantizada en las constituciones y otros instrumentos legales del mundo no es suficiente para proveer a las personas de las condiciones para una vida plena y feliz.
La calidad de vida está vinculada con la cultura de paz y con los derechos humanos fundamentales.
Y es que el nivel de cumplimiento de las expectativas sustentadas en los derechos humanos, esto es, de la identidad, la pertenencia, el papel de la comunidad, el ejercicio de las libertades de movimiento, expresión y asociación, así como el acceso a una vida digna, se relacionan con la realidad y la percepción que de ella tiene cada persona al evaluar su vida.
Los elementos objetivos de la calidad de vida son el bienestar material, esto es, tener vivienda, alimentación y recursos económicos para contar con lo necesario, así como la salud y mecanismos para mantenerla, además de una relación de armonía con el medio ambiente y la comunidad.
Los otros, los elementos subjetivos implican que las personas tengan la posibilidad de una expresión emocional en libertad, así como de una intimidad plena; que perciben cierta seguridad, se sientan productivas y consideran que cuentan con fuerzas y ánimo para disfrutar de la vida.
En este contexto es como la pobreza, las violencias y la discriminación se convierten en fuentes de inequidad que restan oportunidades de crecimiento a los seres humanos y, por lo tanto, calidad de vida.
Una postura inclusiva hacia los otros y el entendimiento de su derecho válido a ser diferentes son conductas generadoras de percepción positiva. Lo maravilloso de la justicia social es que la podemos ejercer cada quien desde su trinchera. Un comentario positivo al otro, encontrar lo positivo en la diversidad, y expresarlo, es una buena manera empezar.
MV