Por: Rosa Eugenia García Gómez | Las Carrilleras de Adelita
Zapotlán el Grande, Jalisco.- Rieleras y juanes, hablar de felicidad puede parecer meramente una aspiración, sin embargo, las personas que se han encargado desde la filosofía y la psicología a estudiarla la han visto de maneras diversas: como el producto de una vida moralmente “buena”, o bien como el resultado de una existencia placentera.
Los sociólogos, los economistas y los estudiosos de las políticas sociales se aventuraron a medirla y lo hicieron preguntando a las personas qué tan felices se sentían con su realidad combinando con elementos tales como el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita, el apoyo social que reciben, su esperanza de vida disfrutando de salud, la libertad que disfrutan para tomar decisiones importantes y su percepción de los niveles de corrupción y así generar cifras e índices aludiendo a qué tan felices son las personas en los diversos países.
El informe mundial sobre la felicidad que la ONU hizo en 2023 reveló que los países más felices son Finlandia, Dinamarca, Islandia, Israel y Países Bajos. México ocupa el sitio número 36. No obstante estas metodologías de medición, la felicidad no ha sido conceptualizada de manera general ni homogénea, pues su entendimiento depende de elementos culturales, sociales, históricos e incluso de los valores de los diferentes lugares. Así que, quizá desde la perspectiva de cada persona se puede tener una idea individual de lo que significa ser feliz.
A propósito de este tema un grupo de profesores nos reunimos para una jornada académica y social, previa al inicio de las clases con nuestros estudiantes universitarios, y ahí revisamos recetas para la felicidad. La propuesta nos la hizo Laura de Luna, una psicóloga apasionada por su estudio, que nos proporcionó textos de Eva Manzano y Mónica Gutiérrez Serna, de ediciones Tule y publicado en 2010. “Recetas de lluvia y azúcar”, se llama.
De ahí sustraigo y les comparto esta «receta para ser un poco más feliz:»
- Seis huevos de vaca y un pollo volando
- Cacarear al batir los huevos
- Ponerlo todo en la sartén y lanzar la sal desde lejos; es bueno tomar distancia
- Darle la vuelta a la tortilla zapateando
- Invitar a comer a todo el que quiera, sin olvidarse de uno mismo”
Con ella recibimos guiños acerca de cómo la felicidad no se identifica con elementos totalmente tangibles; que a veces puede parecer parte de la realidad de alguien más y, si tenemos la intención e imaginación, podría entrar en el escenario de la vida misma; que el buen humor y no tener miedo a hacer el ridículo o equivocarse es vital y que los otros son parte importante de nuestra felicidad pero que cada quien es insoslayable en la felicidad propia.
Así pues, la felicidad es una actitud. Hay ingredientes que la acompañan: la posibilidad de compartir, de coincidir, de aprender del otro y mejorar, así como la convicción que no todos los tiempos serán de felicidad delirante pues habrá tropiezos, tristeza y desazón, pero siempre podrá surgir la posibilidad de decidir en el camino hacia la felicidad.
MV